En su empeño por mostrar hasta que punto don Alberto está vendido a los enemigos de la Patria, La Caixa, en sintonía con el Ayuntamiento, muestra en los alrededores de Caixa Forum una exposición de Igor Mitoraj. El evento debe contemplarse dentro del programa El arte en la calle, patrocinado por la entidad financiera catalana desde hace algún tiempo, con resultados siempre interesantes, como la exposición de El pensador de Rodin en Málaga, la de Manolo Valdés en varias ciudades y la que ahora nos ocupa, que ya habían contemplado en otros lugares.
Es un tipo de escultura de admiración fácil, con resabios precolombinos por la monumentalidad, que ofrece al caminante una reflexión sobre la pervivencia de los modelos estéticos grecolatinos, en su calidad de “restos arqueológicos” depositados en el espacio urbano... Curiosa reflexión paradójica sobre la naturaleza del tiempo, que a mí me conduce por caminos tortuosos...
Y en estos días, bajo el imperio de un liberalismo sin limitaciones de ningún tipo, que el juego comunicativo traduce en el imperio del decálogo de Goebels, cuando los valores estéticos de vanguardia están tan discutidos y algunos preconizan “recuperar” el poso de la tradición, me pregunto qué sucedería si se ofreciera al público una muestra con esculturas del más “caduco academicismo” de principios del siglo XX... ¿Será posible que los valores estéticos caminen en paralelo con los ideológicos? Como hubiera dicho mi pobre abuela: ¡A dónde vamos a parar!
Fe de erratas: la imagen superior es de una obra de Igor Mitoraj, pero la segunda, en la que aparece el rostro de una joven, por un imperdonable error, es de la exposición de Arno Breker (julio del 2006)
Es un tipo de escultura de admiración fácil, con resabios precolombinos por la monumentalidad, que ofrece al caminante una reflexión sobre la pervivencia de los modelos estéticos grecolatinos, en su calidad de “restos arqueológicos” depositados en el espacio urbano... Curiosa reflexión paradójica sobre la naturaleza del tiempo, que a mí me conduce por caminos tortuosos...
Y en estos días, bajo el imperio de un liberalismo sin limitaciones de ningún tipo, que el juego comunicativo traduce en el imperio del decálogo de Goebels, cuando los valores estéticos de vanguardia están tan discutidos y algunos preconizan “recuperar” el poso de la tradición, me pregunto qué sucedería si se ofreciera al público una muestra con esculturas del más “caduco academicismo” de principios del siglo XX... ¿Será posible que los valores estéticos caminen en paralelo con los ideológicos? Como hubiera dicho mi pobre abuela: ¡A dónde vamos a parar!
Fe de erratas: la imagen superior es de una obra de Igor Mitoraj, pero la segunda, en la que aparece el rostro de una joven, por un imperdonable error, es de la exposición de Arno Breker (julio del 2006)
¿Por error? ¿qué es lo que queremos decir con esto? ¿qué tanto Igor Mitoraj y Arno Breker realizan el mismo tipo de esculturas? y además que casualidad que este patrocinada por la misma entidad financiera que patrocinó la exposición en Málaga de Rodin, ¿escultor que casualmente realiza esculturas también en ese estilo? Se ve que el tipo de arte que patricina esta entidad financiera, ¿no tiene mucho que ver con las esculturas contemporáneas no? son más bien obras basadas en un estilo anterior... entonces...¿eso no es arte no?
ResponderEliminarEs un poco pesimista... Si aceptamos que los valores esteticos van en paralelo con los ideologicos, y quieren recuperar la tradición... malo...
ResponderEliminarEn cambio, ya dijistes que cada vez se habla mas de volver a estos valores, y cada vez el arte se distancia mas de ellos... bueno...
¿Acaso un ártista (y asociados) no es un político? O un precursor de ideas... como se haga mas digerible (se les puede llamar hasta filosofos, dependiendo del corte)
El caso de Rodin, no se nada de la Caixa, pero creo que las obras de Rodin creo que distan mucho de respaldar posible ideologia nostálgica... ¿Por su lenguaje naturalista? ¿o se dista por su tema erótico?. Tampoco soy un estudioso de Rodin, si me equivoco agradeceria que alguien me corrigiera.
Alp; permíteme que lance una reflexión que quizás no tiene mucho que ver con el post (o si). ¡Ojo!, no es una crítica. Tanto Goebbels, tanto Goebbels y... utilizamos “sus enseñanzas” (que no son sólo suyas porque la propaganda viene de antes o, quizás, existió siempre) hasta para vender mortadela al vecino. Goebbels/propaganda no es un “pack” que pueda asociarse a un “grupo” dado. Por desgracia, abundan por ahí los comentarios que utilizan el pack para criticar o desprestigiar al otro bando (fíjate, están utilizando metodología nazi... Vade retro!!). La derecha acusa a la izquierda, la izquierda a la derecha, es muy fácil acusar al contrario de utilizar el decálogo (casi todo acto de propaganda cumple esos principios, venga de donde venga). De hecho, todo quisqui que desea o necesita convencer o crear tendencia o... manipular debe utilizarlo. A ver si nos inventamos otro porque este huele ya.
ResponderEliminarQue fuesen los nazis los maestros de la propaganda no significa que hacer propaganda bien hecha sea algo “nazi”.
Creo que es arriesgado sugerir que los valores estéticos van en paralelo con los ideológicos (y más, tal y como lo planteas). Aunque exista cierta relación (o incluso, aunque sea verdad). Eso implica priorizar al “grupo”, a la “masa” frente al individuo (que tiene, o debería tener, cierto margen de libertad, sobre todo en cuestiones estéticas, y cuyos gustos no deben estar supeditados necesariamente a los de un grupo o ideología popular).
No quiero decir con esto que no nos defina y controle hasta cierto punto la sociedad a la que pertenecemos (para muchas cosas es mejor que seamos “grupo”) pero... en lo que respecta al arte creo que cualquiera tiene el derecho de disfrutar con estas esculturas sin sentirse mal por ello o víctima de una manipulación.
Es que lo del decálogo me tiene frita; que si lo utiliza Bush, que si lo utiliza la izquierda con el tema de Israel, que si lo usa la derecha...
Bah!
Para Raquel
ResponderEliminar¿Tú cómo lo ves?
Para Ignacio.
Rodin (el que patrocinó la Caixa) entra en un juego comparable
Para Vera
Tienes mucha razón, Vera; pero me molesta mucho que vivimos una situación tan condicionada por la pretensión de movilizar a los más estúpidos (supongo que a ti te pasará lo mismo). Nunca hemos tenido tantas posibilidades de comunicación, de información, de relación interpersonal y, sin embargo, cada vez es más difícil comunicarse y, sobre todo, argumentar, razonar, acaso porque el sistema ha entendido que para su estabilidad conviene reforzar las creencias de quienes lo sustentan (Fromm, Psicología de masas del fascismo)
Tengo escrito por ahí algo parecido a lo que tú dices sobre Goebels; ya también creo que ese personaje se limitó a sintetizar algunos importantes mecanismos de “manipulación”, que se venían utilizando sistemáticamente, al menos, desde los fenicios, aquellos grandes mercaderes y, en tiempos menos oscuros, desde el concilio de Trento.
Lo que deseaba enfatizar en claves de “crucigrama” (ya sabes) era que la preeminencia de la individualidad (de la “libertad individual”), tal y como esta se entiende en nuestros tiempos, conduce en el territorio estético a una curiosa paradoja, por la vía de prestar especial atención al más estúpido de los receptores del “mensaje” (no podemos olvidar que la menciona exposición es, ante todo, una promoción publicitaria de la Caixa): la recuperación de los valores tradicionales, tal y como los entendían personas y personajes como Arno Breker... Me he preguntado muchas veces por qué Hitler borró del mapa lo que hoy llamamos el “arte de vanguardia”... ¿Porque era obra de comunistas y judíos o porque desestabilizaba el marco cultural que debía proporcionar cohesión a la “nación alemana” o, incluso, por las dos "razones"?
Si hacemos exposiciones (o programas de televisión) para los más estúpidos, debemos seguir enalteciendo la habilidad por encima de todo, porque ese es el rasgo que para ellos define al arte, a “lo artístico”; y desde esa premisa... inevitablemente acabamos ante el paradigma griego. Particularmente, sería partidario de colocar réplicas a gran escala de obras griegas o latinas en las plazas públicas ¿Por qué no?... Es más, cambiaría algunas obras “modernas” de las plazas de Leganés por obras de Igor Mitiraj o por “réplicas monumentales” de los talleres áticos; lo lamentable es que la política municipal de Madrid esté tan declinada hacia lo popular... En este sentido, me da envidia Barcelona y entiendo por qué algunos pretenden conseguir que la expresión estética se convierta en un instrumento de “contraposición” política.
Pero por desgracia, la solución no es sencilla: si a las propuestas de don Alberto y otros pepineros (Botero, violeteras, fuentes, distribución aleatoria de “viejas esculturas de concepción tradicional”, etc.) sólo se pueden contraponer iniciativas como las de Murcia,
http://www.20minutos.es/noticia/348471/0/obra/arte/polemica/
mejor quedemos como estamos...
Con permiso, y sin pretender ofender, solemne sarta de bobadas y lugares comunes ésta que ofrece este post.
ResponderEliminarEmpezando por los "resabios precolombinos por la monumentalidad": ¿es que el arte egipcio no era monumental? ¿o el babilónico? Quizá es que el David de Miguel Ángel te parezca pequeño, en lo físico y en lo estético. Por favor... seamos menos pretenciosos con las adjetivaciones.
Siguiendo por la letanía del "liberalismo sin limitaciones de ningún tipo". ¿a qué liberalismo te refieres? ¿al que permite la hiper-representatividad de los sindicatos subvencionados? ¿al que permite la existencia de monstrusosas burocracias internacionalistas de inutilidad desmedida como la ONU? ¿al liberalismo europeo que, con sus políticas agrarias ultraproteccionistas condena a la miseria a los países más pobres, inhabilitados para vender sus productos en un mercado supuestamente global?. Por favor....seamos menos prejuiciosos.
Y acabando por la denostación irreflexiva de los valores estéticos (supuestamente paralelos a los ideológicos) del "más caduco academicismo". Vaya, resulta ahora que soy un inculto, y no merezco pisar el peripatético terreno de la exclusivísima progresía porque admiro a Velázquez. Porque me emociono leyendo a Galdós. Porque me maravilla la fuerza expresiva de El Greco. Porque me vuelvo a ilusionar cada vez que escucho el Abbey Road. Porque disfruto contemplando la Alhambra....¡Por favor! Cuán estrechos de miras y que pena me dáis los que os autolimitáis vuestra capacidad de apreciar la belleza en función de lo reciente, lo transgresor, o lo iconoclasta que pueda ser una pieza de arte. A ver si sois capaces de entender que el verdadero arte no entiende del paso del tiempo.
Para Anónimo
ResponderEliminar¿Quién se autolimita? Creo que has leído los textos con mucha precipitación. En todo caso, por si algunas ideas han quedado confusas:
-Me encanta la obra de Igor Mitoraj (lo de las referencias precolombinas, tendrías que decírselo a él)
-Me interesan mucho casi todas las pinturas de Velázquez.
-El Greco... Te digo lo mismo.
-Galdós... Por ejemplo, me vuelve loco Tristana...
-La Alhambra... Hasta la he podido disfrutar "en privado", de noche, antes de que se organizaran las actuales fórmulas de explotación (esto es para que te dé un poco de envidia sana, je, je, je). Aquella experiencia fue orgiástica. Y eso que sobre ese edificio habría mucho que decir... Pero esa es otra historia.
-Reconozco que Abbey Road me resulta un poco estridente; deben ser los años... o los kilos; mis gustos musicales van por otras veredas.
¿Seguro que soy yo quien se autolimita porque algunas veces también me interese "la transgresión"?
Reconozco que la transgresión me interesa, en especial, cuando quien la practica lo hace con ingenio de cierta categoría; desde que J.A. Marina publicó Su Elogio y refutación del ingenio, creo que para valorar cualquier obra de arte actual, entre las cualidades "habituales” (describirlas complicaría mucho las cosas), también deberíamos "calibrar" el grado de ingenio que supuso su realización.
Sobre las cuestiones políticas... Yo sólo me refería a las relaciones entre el Ayuntamiento de Madrid (el PP) y La Caixa. La ONU, los sindicatos, el proteccionismo de los estados europeos me quedan muy lejos... en este momento
Gracias por contestar y por abrir el blog a opiniones diversas.
ResponderEliminarMe encanta que también disfrutes con el arte clásico.
Si fui vehemente en el anterior comentario, es porque no puedo soportar que se identifique lo clásico con lo rancio, y que todo lo transgresor, por el sólo hecho de serlo, sea elevado a los altares de lo sublime. Me parece un discurso insufrible, y que sólo me lleva a una sensación de decadencia absoluta del espíritu humano. Y, por eso, trato de objetivizar (si es que el arte permite tal cosa) la valoración de las obras de arte, independientemente de la época, o rebeldía con la que estén hechas.
No hay nada, para mí, comparable en transgresión a la obra de Narciso Tomé en el llamado “Transparente” de la Catedral de Toledo. Y, sin embargo, no dejó de ser sublime desde el mismo momento de su creación.
Por eso, no digo que transgredir sea sinónimo de basura artística. Pero me niego a que, en igual lógica, la transgresión sea la medida de lo artístico.
Gracias, de nuevo.
Para "Anónimo".
ResponderEliminarPerdona por la tardanzar en responder... Andaba por ahí...
Dices que te alegra que disfrute con el "arte clásico"... Supongo que te refieres al arte que no es de vanguardia... Pero identificar el arte "no vanguardiasta" con el "arte clásico" es forzar mucho las cosas. En todo caso, me sumo a tu alegría...
Hablas de "lo sublime": me gustaría que explicaras a qué te refieres cuando hablas de "lo sublime"; quizás aludas a aquello que a ti te produce determinadas "respustas emotivas"; te agradecería que precisaras cómo son esas "respuestas emotivas".
También me gustaría que acotaras qué entiendes por "transgresión"... porque al mencionar la obra de Narciso Tomé me has dejado un poco desconcertado. Cuando se realizó la obra que mencionas, a principios del siglo XVIII (hacia 1730), ya se habían hecho obras comparables, en ocasiones, mucho más efectistas y apartaosas que la de la catedral de Toledo.