jueves, 12 de junio de 2008

Contradicción conceptual. ¿Quién dice qué?

Por Andrea López Montero

Tras el artículo leído esta mañana en el diario El País sobre el Premio Velásquez de Artes Plásticas 2008 y con la desconfianza heredada, ante una segunda lectura y la falta de información, he ampliado la misma. Ahora vengo a resaltar alguna que otra curiosidad que regala lo conceptual.
Haciendo un resumen del galardonado, el premio ha sido dado a el brasileño Cildo Meireles, representante clave del arte conceptual; coincidiendo con la exposición que va a dedicarla la Tate Modern de Londres (14 octubre-11enero) comisariada por su director, el español Vicente Todolí. Coincide también con el papel destacado de Brasil en la feria de ARCO este año. Casi podía preverse.
Reconocido mérito internacional, galardón a nivel nacional. ¿Huevo o gallina?
Nacional por aquello que dice el Rey del peso de la cultura española en su proyección americana… por andar algo escasos de españoles para el ámbito internacional, bien que se entregue a nuestra proyección americana. Viene de lujo, nos cae cercano, en ésta si.
Aunque no se salva del requisito esencial para nuestras instituciones, consideración internacional reposada, por la seguridad de nuestros críticos. Curiosa mención a Juan Muñoz…
Sin hablar de su obra, que desconozco, resaltar el peligro que las palabras y el discurso conllevan para con la realidad.
Pareciera que hay que ser nihilista para incidir socialmente, aunque obra propia y concepto naveguen por otros derroteros.
Resumiendo lo leído acerca del artista: “interés entre lo sensorial y cerebral, cuerpo y mente” “reflexión sobre distancias y fronteras” “mensaje de protesta contra la dictadura militar”, “objetos filosóficos”.
Títulos de los que se entienden un arte para el cambio, de contenido protesta. Utilidad, intento de, ideas comprometidas, conceptos esenciales hoy.
Obra que se contrapone, sin embargo, con el discurso personal del artista que se contrapone para con su obra, la presentación oficial de la misma, y en si mismo.
Desde la frase que justifica la existencia del presente y titular del ABC.
“El arte es una especie de inutilidad indispensable”.
Si lo inútil es dispensable, dado que no sirve para nada ni cumple función alguna, ¿cómo algo inútil puede ser indispensable?, por no decir, ¿arte inútil, sin ningún interés o peso en la realidad?
Personalmente, creo que hay pocas cosas que puedan alcanzan, que puedan traer/producir provecho, comodidad, fruto o interés. Por quedarnos en lo que útil es para la RAE, dado que citar todo lo que trae/produce nos llevaría una vida y sería distinto en el orden privado del individuo. Inútil no, en cualquier caso, aunque solo sea por generar respuesta, ya sea negativa, positiva o de supuesta indiferencia.
Aunque quizá quedándose en el texto de O. Wilde del margen del blog…
“La sola excusa de hacer una cosa inútil es admirada inmensamente.Todo es completamente inútil.”
En cualquier caso, resulta curioso que le dedique la vida entonces a producir inutilidad… indispensable… Espero que solo sea intento fallido de parafrasear una ideología que se entiende en la creencia del arte por el arte ( palabras del artista:”soy más partidario del modelo norteamericano…), que si bien no comparto sería algo más respetable que las palabras vacías y contradictorias.
Resaltar: marca como prioridades para Brasil la educación, la salud y el salario, aunque sin contemplar en ellos el arte, justificado en la frase mencionada. Dice además que el arte debería ser un compromiso del capital privado y no del gobierno. Por tanto, traslada arte y su papel en la cultura a mero objeto de mercado (en que ya adquiere utilidad) y obvia al gobierno de ese compromiso del Arte y la cultura para el conocimiento social de Brasil, al cerrarle las puestas a su difusión popular.
Se contradice en palabras (que no en su obra) con lo premiado por Don Juan Carlos, quién hablo de «un artista sólido, una figura de gran relieve y alcance internacionales que, desde sus orígenes, ha influido en el mundo entero. Su trayectoria artística está presidida por el rigor conceptual y el compromiso social. Su propósito ha sido siempre crear un arte que se interroga sobre su propio valor y que se instala en el corazón de nuestra vida cotidiana». «Meireles expresa preguntas, al tiempo que sacude nuestras conciencias, en una interacción continua. Crea experiencias y viajes, en los que brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestro lugar y destino.”
Y el Ministro de Cultura: «ha sabido reinterpretar los parámetros del arte occidental desde un punto de vista crítico y desde un compromiso social muy amplio. Sus obras están marcadas por la libertad de formas y de la imaginación; por el rigor conceptual y arquitectónico, y por la solidez de su contenido ideológico»
Para finalizar, las últimas palabras del artista: la manera en que el arte puede combatir el poder «es mínima, pero permanente. A los 20 años crees que puedes hacer una revolución con el arte; ahora ya no».
¿Es solo un papel adquirido para el discurso, o dicho testimonio constante la decepción en que deriva la práctica del arte y la vida hoy?
Si los propios artistas no creen en el arte, en lo que mueve y representa, en su poder y su carácter prioritario (el arte existente en todas las culturas con independencia a la etapa de desarrollo en que se encuentren), si no exigen al arte eso…
Realmente su poder para cambiar las cosas vive solo el la ilusión de unos cuantos? ¿Un sueño compartido con fecha de caducidad?

Por añadir una última reflexión entorno al arte conceptual que no creo tan dramático y dañino como se intenta en algunos ámbitos, ni una maravilla innovadora. No es tal que la idea prime sobre la realización técnica, siempre y cuando dicha idea pueda entenderse en la obra y no necesitar de si prima la reflexión de la obra, la idea, el concepto que transmite.
Si la obra en sí no consigue provocar ese concepto o idea que justifican su existencia, y necesita de algo más que unas simples directrices para su entendimiento, si necesita del discurso prolongado para su entendimiento, para hacer de la obra una percepción dogmática e igualitaria que hace ley la percepción del artista sobre su obra y descalifica al espectador como individuo perceptivo, único y original, esencial, volviéndolo elemento de repetición mecanizado de una sola interpretación.
¿Qué sentido tiene entonces hacer arte? ¿Qué reflexión puede conllevar si todas las respuestas vienen dadas?
No hacen sino del arte nueva religión, que exige y ciega al espectador. Además, una religión cuyos dirigentes son inseguros de las creencias y discursos que transmiten.
Desde luego es necesaria la crítica a todos los niveles, siendo sincera y real. ¡Ay si las palabras que recogía la prensa hoy de Bob Dylan fuesen ciertas!: “Admite que en comparación con el mundo de la música, lo poco que conoce del mundo del arte le parece “que está formado por gente honesta, que te dice directamente lo que piensa”.

5 comentarios:

  1. Pues si continúas, a partir de la frase de Dylan, con lo de la inutilidad del arte, quizás comprendas la frase.

    “El arte es una especie de inutilidad indispensable”. Sobre la inutilidad del arte han hablado muchos. Algunos entienden esa inutilidad como una cualidad. Quizás tengamos que pensar en el origen de la obra, en su génesis, y en ese artista honesto… para darnos cuenta de su necesaria inutilidad.

    Hoy es difícil entender esto en un mundo donde el “arte” que llega a nuestros ojos es bien útil. No es más que un producto. Pero muchas obras de arte... respecto a su génesis, son inútiles.

    Pensemos en todos aquellos que producen sin sentido, que observan, analizan y recrean lo visto… Eso, es inútil. Y más nos vale que siga existiendo esa inutilidad en tantas y tantas cosas que hacemos a diario.

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  2. En esencia quería hablar de eso mismo, dejando de lado la utilidad para otros objetivos (dices producto, pese a lo negativo de la palabra, aunque pueda ser positivo e innegable, en cuanto a no ser solo un producto de venta, sino para algo más, necesario, de incalculable valor, que de vida).

    Aparte de esto, esa necesaria inutilidad diaria que mencionas y en la que el único error que encuentro o de que difiero es el uso de la palabra en sí, quizá soy una exagerada maniática en cuanto al término, dado que aunque no sean cosas con una utilidad, uso posterior, proyección y etc., son útiles en el momento, en si mismas, cubren esa necesidad de sin sentido, responden a dicha necesidad desde su creación, ayudan, son, satisfacen. Aíslan de esa constante del producto utilitario que mencionas.

    Por tanto creo que no pueden decirse inútiles, me resulta ofensivo por así decirlo, un descrédito a la necesidad cotidiana, a la existencia real, aunque no sean útiles para nadie/nada más.
    Quizá eso, soy incapaz de juntar las palabras necesidad e inutilidad.

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  3. Cuando digo producto, me refiero a que se trata de una mercancía, de un objeto de valor al que se pueden aplicar leyes de mercado… De un objeto de consumo, llámalo como quieras. Este “carácter de objeto de consumo” en una obra de arte, es algo imprescindible hoy en día… Una ora de arte puede someterse a análisis igual que una fragancia o un reloj o un coche. Es un aspiracional… Lo cuestionable, por supuesto, es si tal objetivo lo es para el artista. No debe serlo. Verdad. En esto estamos todos de acuerdo, supongo…, si queremos que una obra de arte sea inútil, es decir, su génesis no esté determinada por su “utilidad”. Recuerdo una frase que dijo algún artista (ya no recuerdo cual)… “la obra nunca se termina, se abandona”… Yo me hacía muchas pajas hace años con esto… Es como una especie de aborto… Una vez el artista “abandona” su obra, lo que pase con ella le da… francamente… lo mismo. Ahí estaría esa pureza, ese espacio para el librepensamiento del artista. Lo que nos interesa en esa obra es todo aquello que la hace inútil… no las estrategias y redes que permiten que esté colgada en una sala.

    De acuerdo totalmente con las precisiones que haces sobre la inutilidad necesaria. Es que doy por hecho todo esto si realmente estamos en el mismo barco (como diría Alp… “en sintonía”. Entiendo que te parezca incluso ofensivo. Por supuesto que esa inutilidad es (para mí) fundamental… Es una cualidad, una identidad del individuo (no sé como decirlo)… la capacidad de hacer arte, el poder de dedicar el cuerpo y la mente a cosas inútiles (sin valor comercial, sin cualidad alguna de “mercancía”, sin posibilidad alguna de ser objeto de cambio…). A mí esta capacidad de “amar” (en esencia, el amor es egoísta, pero también altruista, algo así como una ofrenda…) es lo único que me conmueve de los hombres… junto a su contrario, la capacidad de matar, de destruir. Es una potencia creadora (inútil) y destructora al mismo tiempo (útil)… Algo así sería ;-)

    Por supuesto que considero toda creación desinteresada y natural como algo inútil (marketinianamente hablando) pero útil (naturalmente hablando). Tener un hijo, por ejemplo, es algo útil (estamos en el mundo para eso, somos animales)… pero “inútil” si pensamos en su “génesis". Tener un hijo es algo altruista, creativo y vivo… pero los beneficios sociales y económicos que obtienes a partir de ese acto son pocos, por no decir, ninguno. Y con el amor… lo mismo. Pero bueno… eso es otro tema :-)

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  4. Sí, definitivamente estamos en “sintonía”, creo que se resumiría en una frase que desde que leí repito siempre que la ocasión lo merece:
    Un pintor es un hombre que pinta lo que vende. Un artista en cambio es un hombre que vende lo que pinta.
    Picasso.
    Relación artista-obra y la necesaria entrega del artista a la misma, dándose, comprometiéndose a ella como algo creado por el. Así el artista encuentra una auto-remuneración en el arte, y además posibilita al ajeno con su creación, no viendo su creación como un producto, mero elemento de consumo, sino entregándose a ella, devolviéndole lo que el arte le da, de manera altruista como has ejemplificado.

    Inutilidad traducida en el aprovechamiento/disfrute personal, en la realización del individuo, por y para el mismo (incluso de manera adictiva). No creo que haya utilidad mayor o comparable que la que te ayude a querer vivir, existir, satisfacer…

    Un saludo, y un placer.

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  5. Las comparaciones no suelen tener mucho sentido, así que creo que al hablar de la inutilidad del arte se está obviando una cosa: ¿ acaso es inútil la reflexión, la crítica y el enriquecimiento individual ?

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