Las cosas se pueden hacer bien o mal... ¿A qué brillante político o funcionario se le ocurrió pagar el “trabajo” de Barceló mediante una partida de connotaciones tan sensibles? ¿He dicho “trabajo”? ¿La creación artística puede considerarse trabajo? Es sabido que el arte “no tiene precio”... por consiguiente, acaso hubiera convenido reconocer los desvelos de Miquel Barceló con un homenaje público al que se sumaran quienes lo creyeran oportuno. Pero “pagarle” con dinero procedente, en parte, de los Fondos de Ayuda al Desarrollo es, simple y llanamente, una estupidez, que sumar a la ya abultada lista de arbitrariedades y torpezas que el ejecutivo español ha reunido en sus esporádicas aproximaciones al universo estético. Y para arreglarlo, el Ministro de Exteriores se ha escondido tras la “discreción” que requieren “estos asuntos”; la misma discreción esgrimida cuando "se gestionó" la ¿compra? de la colección Thyssen y cuando "se acordó" la implantación de la Fundación Solomon R. Guggenheim en Bilbao. Señor ministro, en un sistema democrático, la discreción es virtud si no compromete el dinero de los contribuyentes; en caso contrario, la discreción es alcahueta de la corrupción. Por más que se aplique a la “ornamentación” de una sala que se llamará “de los Derechos Humanos y de la Alianza de las Civilizaciones": Si las cuentas no son públicas es inevitable pensar que se desea esconder algo... y, por lo general, se esconden las vergüenzas.
Para finaciar el proyecto global, que comprende toda la configuración y equipamiento de la sala, el Ministerio de Asuntos Exteriores propició la constitución de la fundación Onuart, en la que participan Miguel Zugaza, Manuel Borja-Villel, Yago Pico de Coaña y Juan Antonio Samaranch y trece importantes empresas españolas: Repsol, Telefónica, Agbar, La Caixa, Indra, Grupo Santander, Galería Art Gaspar, Hotetur Club, Caixa Cataluña, Mutua Madrileña, Caja España, Caixa Galicia y Cajasol. Al parecer, el gasto total, aportado entre el Estado Español y el capital privado, alcanzó los 20 millones de euros. ¿Qué parte le ha correspondido a Barcelo?
A las preguntas de los periodistas, el pintor ha respondido con vaguedades: «No he leído lo que se ha publicado, pero me perturba tener que hablar de cosas que no me corresponden a mí. Se han dado y estoy seguro de que se darán todas las explicaciones» (...) "Es estupendo que las empresas españolas y el país inviertan en arte. Sé que hay cosas más urgentes. Vivo en África y lo sé. Pero es muy fácil hacer demagogia». Cuando le preguntaron por la cuantía del presupuesto inicial, espondió: «Nunca me pasé de presupuesto. No dije nunca «se me ha acabado el dinero»
El arte no tiene preció, pero ¿cuánto se ha pagado? ¿A quién o a quiénes? ¿Han existido comisiones o intermediarios? ¿Qué gastos de los personajes involucrados se han "cargado" al proyecto en cuestión?
Por la parte estética... Barceló ha mencionado el carácter metafórico sobre la pluralidad cultural... los componentes de “performance” del proceso creativo, sus concomitancias forzadas con la Capilla Sixtina, las relaciones con Borges (El libro de arena)... el dripping contra la gravedad.
Para los escépticos de lengua viperina, no es sino un gran montaje escenográfico, casi fallero, una cueva kárstica multicolor, con todas las formas accidentales que se nos ocurran... Imagino al cicerone de turno, con puntero láser, señalando la forma caprichosa de una estalactita para hacernos ver a la Virgen del Pilar... o al ajatolah Jomeini, como en la cueva de Nerja.
Aunque no podremos tener criterio sólido sin contemplarla directamente, algo tengo claro: no me gustaría trabajar allí... por si se descuelga alguna estalactita...
Desde luego los ilustres controladores del sistema global van a tener un entretenimiento perceptual más jugoso, la reinvención de la típica visita a las cuevas del pueblo cercano en que padres e hijos disfrutan encontrando las formas figurativas más disparatadas.
ResponderEliminarMe pregunto que verán los grandes dirigentes en su inconsciente, sería muy curioso poderles leer la mente en esa búsqueda identificativa, y a saber si lo imaginado entraba en conflicto con las tareas divinas de paz global que les atañe. Quizá sería mejor no verlo, pudiese quedar al descubierto el carácter lobuno que nos controla. Por conservar la tranquilidad del sueño mejor centrarse en otra cosa.
Como en el fin de la cultura por la crisis económica! Como si porque los organismos no fuesen a enriquecerse estafando, se acabase con el pensamiento humano.
En la entrevista que publico el otro día el País a Barceló, este no hacía sino apenarse por el trabajo realizado, agotado estaba el pobrecito, incluso dice que se planteo a abandonar “¿el artista no tiene derecho a fracasar” me pregunto si será derecho humano a rebatir. Eso sí, el hecho de hacer este montaje en Ginebra parece haberle hecho tirar para adelante, pues se declara consciente de que, una obra de esa magnitud solo podría realizarse en los Emiratos. Es el arte lo que mueve al artista…