Tenía pendiente visitar el convento de Santa Isabel, que desde hace cuatro o cinco años abrió sus puertas para ofrecer un diminuto aperitivo a la voracidad visual de turistas, curiosos y aficionados a la “cosa histórico-estética”... Y hablo de aperitivo porque apenas enseñan un patio con yeserías mudéjares (“Patio de la Enfermería”) y restos diversos de época incierta (acaso perviva algo del siglo X), un pequeño museo con objetos de calidad menor, y una angosta sala que utilizan para ofrecer exposiciones temporales.
Nos recibe una monja de palabras justas y poco refinadas, casi hosca; acaso sea extremeña o murciana... Nos cobra la entrada y nos dice que no se pueden hacer fotos salvo en el patio... y me aplico a ello.
El patio, exageradamente restaurado, es pequeño y está rodeado por las salas bajas y una galería alta limitada por una balaustrada de madera muy simple, que aún conserva algunas escuadrías con talla original. Tiene un pozo con brocal sencillo, polea y acetre antiguo, unos pocos tiestos “de interior”, una cortina anacrónica y un banco de madera sobre el que descansan cuatro cántaros dispuestos en orden creciente... Lo más interesante:las yeserías de la zona baja, que dan testimonio del arraigo de los usos islámicos en la “España” cristiana medieval. Un sonido molesto y continuo comparable a un chirrido persistente ameniza la visita... sobre todo en la sala de exposiciones, donde sobrepasa los límites de lo soportable. Me dirijo a una segunda religiosa, que toma el relevo a la primera. Se trata de una mujer de entre sesenta y ochenta años (reconozco incapacidad para aventurar la edad de las monjas), de modales vivos y verbo mucho más refinado; nos habla con sencillez y amabilidad... Me explica que el sonido está pensado para ahuyentar a las palomas, “que lo ponen todo hecho un asco y además, estropean los paramentos y la madera”... Le hago notar que en la sala de exposiciones el sonido es inaguantable y me contesta en los dormitorios del convento apenas se oye nada... Y me pregunto si el objetivo del molesto sonido sólo serán las palomas.
Salimos con la intención de dar la vuelta a la manzana y hacer unas fotos a la puerta del antiguo palacio y a la Escuela de Traductores y continuamos el itinerario hacia San Andrés, que ha sido apuntalada con perfiles metálicos; la iglesia está junto al Seminario.
Cuando emprendíamos el regreso, nos cruzamos con el Arzobispo de Toledo, Monseñor Cañizares, que con su habitual aspecto acibarado venía en el asiento delantero de un impecable Audi Quattro 3.0 TDI ... Y me pregunté qué procedimiento utilizarían los asistentes de Monseñor Cañizares para mantenerlo impoluto... Acaso también recurran a los inhibidores acústicos, para que no se acerquen las palomas ni, por supuesto, las personas...
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