Antes de entrar me asaltan algunas ideas. Turquía es un “país islámico”, con más del 90 por ciento de musulmanes confesos… Es notorio que desde comienzos del siglo XX las autoridades turcas se empeñan en una extraña occidentalización … en presentar una imagen occidentalizada de Turquía, porque, según entienden desde su peculiar idiosincrasia, ello es garantía de desarrollo económico, progreso social y estabilidad política (con frecuencia, forzada mediante fórmulas demasiado heterodoxas). Con unos cuantos años de historia a las espaldas, el proceso ofrece tantas contradicciones y sinsentidos que sería difícil ofrecer el modelo turco como ejemplo de política práctica, aplicable a otros países islámicos; sólo si uno es muy estúpido, podría creer que es una buena referencia para establecer una “Alianza de Civilizaciones”, tal y como proponen Zapatero y Erdogan con el beneplácito de los poderes fácticos... excepción hecha de los ultramontanos, naturalmente. Sólo faltaría que se rompiera la exclusividad religiosa del Vaticano en Europa.
Un paseo por Turquía es sumamente explícito. Si nos atenemos a los circuitos turísticos rígidamente definidos por las autoridades, Turquía parece un país desarrollado según parámetros occidentales con ciertas limitaciones y ciertos servicios, como el sanitario, de calidad superior a lo que encontramos en Madrid. Si salimos de ellos, la imagen cambia radicalmente, porque en la sociedad turca subyacen los referentes propios de las culturas islámicas, con el soporte dogmático que les es peculiar. Algo parecido a lo que sucede en ciertas áreas de Castilla-León. Extremadura o del sur de Italia. Francamente, la situación es poco propicia para que arraiguen los valores culturales de los que se alimenta el arte contemporáneo.
Seguramente de esa divergencia cultural nace el argumento sobre el que descansan las reticencias de algunos países europeos para admitir a Turquía en la Unión. A estas alturas, cuando los sectores sociales mayoritarios de la cultura occidental se han desprendido de los dogmatismos cristianos, integrar un colectivo manifiestamente inclinado hacia la prevalencia de los criterios religiosos islámicos resulta fuera de lugar, incluso, como utopía. A los musulmanes turcos les pase lo mismo que a los integristas españoles: pretenden asumir los aspectos materiales del sistema occidental desarrollado sin sumarse a los patrones de orden social que lo han hecho posible. La contradicción es tan manifiesta que me parece sumamente ingenua la opinión de quienes, creyéndose miembros de una cultura “superior” entienden que la occidentalización de los musulmanes y la secularización política de los católicos es cuestión de tiempo; en Turquía se occidentalizan algunos sectores sociales minoritarios como los artistas plásticos que viajan a Occidente, los militares de alta graduación, los políticos, los jugadores de fútbol de élite, los banqueros… En ese sentido, los paralelismos entre Turquía y España acaso sean mayores de lo que parece, porque también aquí son minoritarios los sectores sociales dispuestos a asumir los valores de un desarrollo cultural incompatible con los privilegios de grupo, con el poder moral de la Conferencia Episcopal, con los toros, con la endogamia, con el protagonismo cultural del sector financiero... Supongo que ahí está la clave para entender la voluntad de Zapatero por apoyar la famosa alianza y la actitud de las autoridades alemanas para negarse: con un país como España en Europa es más que suficiente.
Mal ambiente para el desarrollo del arte contemporáneo... Creo que he mencionado el asunto unas cuantas veces en este blog... No conozco el caso turco, pero lo que se ve por sus calles encaja mal con los valores propios del pensamiento occidental posterior a la Segunda Guerra mundial y menos aún con la posmodernidad...
La colección que presenta Caixa-Forum tiene otra peculiaridad muy explícita: son obras del Banco Central turco… Si son obras de los banqueros turcos, tienen que ser buenas… muy buenas. ¡El capital como garante de calidad estética! La segunda peculiaridad recogida en la exposición tampoco tiene desperdicio: casi todos los artistas recogidos en la muestra se formaron fuera de Turquía… en Europa o Estados Unidos… En consecuencia, las obras colgadas son tan occidentales como las que veríamos si se tratara de un grupo de artistas franceses o ingleses… Globalización estética pura y dura.
Y me pregunto si, como cuando se inaugura una exposición en el Reina Sofía, la muestra tiene otra finalidad que no sea ofrecer una imagen “moderna” y “occidental” de la cultura turca…En la sala grande de la tercera planta, podemos ver la exposición dedicada a Fotopres'09, XIX Certamen de Fotografía de Prensa Española. Demasiada irregularidad, demasiado exotismo, demasiado morbo...
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