El pasado jueves, aprovechando el "día gratuito", entramos en el museo Esteban Vicente.. . Qué maravilla, que gozada recorrer aquellos espacios sin otra compañía que el espíritu del ilustre paisano, las sombras de las "vigilantas", especialmente discretas, y las cámaras de vigilancia, redundantes, aún más discretas pero más inquietantes.
El edificio ocupa parte de uno de los solares históricos más conflictivos de Segovia, del antiguo palacio de Enrique IV, mil veces hipotecado por intereses especulativos o caprichosos, seguramente, porque su memoria no encajaba bien en la "historia hispana oficial", esa que escribieron los muy ilustres historiadores de la época franquista, para reforzar la legitimación de la ideología dominante. Si Isabel II resultara ser una reina ilegítima, todo el tinglado mítico hispano caería como un entramado podrido.
La carencia de público lo convierte en un lugar extraño, casi tan místico como la capilla Rothko... aunque las obras de Esteban Vicente estén, a mi juicio, en "otro nivel". Para bien y para mal, el mérito corresponde al arquitecto y a los "decoradores".
Francamente, no entiendo el sentido social (cultural, turístico o educativo) de un museo que sólo moviliza la voluntad de algunas instituciones oficiales (Diputación Provincial de Segovia, Ministerio de Cultura, Junta de Castilla y León, Ayuntamiento de Segovia, Caja Segovia, Caja Madrid), Iberpistas y la Fundación Harriet and Esteban Vicente.
Y me sigo preguntando por qué a los gestores de Iberpistas les interesa tanto el expresionismo abstracto... ¿Tendrá algo que ver la existencia de este museo con la explotación de las autopistas próximas a Madrid?
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