martes, 22 de junio de 2010

San Esteban de Gormaz

El otro día estuvimos haciendo turismo cultural de interior. Viajamos a San Esteban de Gormaz, donde se funden y confunden las diferencias entre Soria y Segovia, en zona de añeja y forzada esencia de la Castilla primigenia... según decían los historiadores franquistas y siguen diciendo los amigos de la manipulación histórica. Para limpiar la imagen reconstruida, las autoridades culturales han dejado a su suerte el castillo de Gormaz, seguramente, una de las construcciones militares más importantes de la península Ibérica. No lo ha salvado ni la "tradicional amistad con los países árabes"; subsiste en condiciones patéticas, con acceso difícil para automóviles y autobuses, y estudiado a medias en tiempos de Juan Zozaya, viejo amigo, con quien mantengo alguna deuda impagada o impagable...

Acaso para compensar esas indolencias, las autoridades competentes han creado en San Esteban de Gormaz un "parque temático" dedicado al "románico castellano", en la línea del mudéjar, más antiguo, de Olmedo. Éste de san Esteban es más pequeño y en días de calor, buena chicharrera para pecadores empedernidos y pusilánimes. Tiene gracia la placa conmemorativa que incluye el dibujo de un arco califal... aunque supongo que pretendían representar un "arco mozárabe". En estilo de guía Michelin reza: "Parque temático del románico de Castilla y León". Explicar el románico en claves regionales de Castilla-León tiene guasa.
Estos parques temáticos seguramente fueron concebidos para activar el turismo cultural... y acaso fueran útiles en esa dirección si se gestionaran adecuadamente. Pero con las fórmulas castellanoleonesas, tantas veces mencionadas en este blog, más parecen muestrario de apaño chapucero y profesionalidad de 13 Rue del Percebe. Contemplados con un punto de malicia, la visita puede tener gracia... Es asombroso lo que se aprende en estas visitas. Según la persona que nos dio la correspondiente clase magistral, "las construcciones románicas se distinguen porque no tienen cimentación"; los constructores de Sahagún empleaban "la piedra hasta que se les acababan los sillares"...
En el pueblo, fue un sacerdote de pestañas muy largas, camisa a rayas y chaleco de punto, quien hizo de cicerone accidental porque, según sus propias palabras, el párroco no pudo atendernos. Y aunque según reconoció, no tenía ni idea de esos asuntos, ante San Miguel (cerrada por obras) y Nuestra Señora del Rivero nos leyó unos folios reelaborados a partir alguna guía convencional. ¡Mucho esfuerzo para que el negocio turístico no salga de manos togadas!


Al abandonar San Esteban nos cruzamos con una concentración de vehículos deportivos Morgan y me acordé de Marinetti...

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