viernes, 15 de abril de 2011

El monasterio de Guadalupe


Está en una zona de orografía variada, especialmente grata para los lobos en invierno y para los turistas en primavera; el pueblo anexo tiene el encanto de la Extremadura profunda, aunque se nota demasiado la voluntad de explotar al visitante...
El monasterio es un raro caso de confluencia entre las tradiciones culturales islámicas y las necesidades rituales cristianas, imposible de repetir en otras latitudes. El resultado arquitectónico de esta confluencia es, en cierto modo, comparable a lo que vemos en tierras italianas, donde los influjos franceses debieron convivir con la pervivencia de fórmulas de tradición helenística para asumir un rol más secundario del que imponía el marco institucional.


Frente al románico con influencia islámica de Castilla-León o el mudéjar toledano, dependiente de la pervivencia de tradiciones constructivas romanas ("opus mixtum" como "aparejo toledano"), el monasterio de Guadalupe se ofrece como ejemplo anómalo, comparable a un complejo arquitectónico de muchos kilómetros al norte: el monasterio de Santa Clara de Tordesillas. En ambos casos, los componentes islámicos nos remiten a la sofisticación geométrica de la época almohade.
Se visita según criterios cuarteleros, con taxativa prohibición de hacer fotografías en las zonas cubiertas, en grupos dirigidos por un guía del propio monasterio, que explica a brochazos gruesos los tesoros de las diferentes dependencias.
Lo más interesante, la sacristía, decorada globalmente según criterios de dudoso gusto, como los que encontramos en otras zonas monacales, contiene las espléndidas pinturas de Zurbarán en sus emplazamientos originales... donde es difícil apreciar las calidad de un pintor que algunos juzgan limitado en exceso.


Antes de acceder a la imagen de la Virgen de Guadalupe, un fraile adusto advierte que esa parte del recorrido es estrictamente religiosa... Supongo que de ese modo evitan las preguntas, siempre incómodas, sobre los esmaltes franquistas que rodean a la Virgen de rostro oscuro, que, según dicen, encontró un pastor extremeño junto al río Guadalupe. Según las tradiciones piadosas, la imagen habría sido escondida por cristianos sevillanos cuando llegaron los musulmanes...
En todo caso, el término "Guadalupe" encierra en sí mismo algunas de las cualidades culturales más relevantes de esa parte de la geografía peninsular, porque es fusión del término árabe guad (wad), muy habitual en la toponimia hispana, y el latín lobo (lupus).
El río no está lejos del monasterio; los lobos, tampoco.

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