Dentro de los patrones expositivos habituales —de notable alto—, La Caixa nos ofrece una exposición de Delacroix, con el previsible éxito de público. Es agradable contemplar obras de uno de los pintores más interesantes y promocionados del siglo XIX, aunque sea en cantidad tan exigua. El aficionado especialmente interesado en la obra del pintor francés disfrutará con una colección difícil de reunir... Los demás seguramente saldremos defraudados porque apenas hay media docena de las obras que esperamos ver cuando acudimos a una exposición de Delacroix. Entre todas ellas, me ha emocionado La agonía de Grecia en las ruinas de Missolonghi... Y me he preguntado cuantas personas "de gusto refinado" ", como Lord Byron, y de "gustos comunes", como cualquiera de nosotros, estarán padeciendo las penurias actuales entre las ruinas del Palacio Real de Otón y Amalia.
"La tentación de la pintura pura está siempre presente en la obra de Delacroix. ¿Cómo un arte tan material puede llegar al alma del espectador y transmitirle tan profundas emociones? En sus escritos, el artista habla del "acuerdo mágico" que permite a la pintura apoderarse de quien la contempla" (en un panel de la exposición)
¿Magia de la pintura o de la mirada?
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