"El Ayuntamiento de Sevilla ha decidido pedir a Cajasol que paralice la construcción en altura de la Torre Pelli, pero no el resto de las obras, tras el informe de la Unesco que advertía de que el rascacielos podría hacer perder la categoría de Patrimonio de la Humanidad de varios monumentos de la ciudad".
Según informan los medios, el problema se resolvería si el proyecto, concebido para 43 plantas, se limitara a una altura "prudencial", cercana a la actual (16 plantas).
El proyecto es de César Pelli, uno de los arquitectos vivos más acreditados, autor de edificios espectaculares como las torres Petronas (1997-1998) o la Torre de Cristal de Madrid (2008). Como el edificio se está construyendo sin ninguna anomalía administrativa conocida, es decir, con todos los permisos municipales necesarios, una decisión en el sentido mencionado, activaría una importante indemnización, que debería pagar el Ayuntamiento sevillano, es decir, los contribuyentes sevillanos... A ello deberíamos unir lo que reclame el arquitecto y, por supuesto, el coste del sobredimensionado constructivo.
En este caso me sorprende la reacción de la Unesco porque el edificio está en la Isla de la Cartuja, en zona relativamente alejada del centro histórico, urbanizada para la Expo-92, donde existen otros muchos edificios de concepción arquitectónica "moderna" y sobre todo, porque, en su concepción inicial, no creo que creara ninguna interferencia al perfil urbano de la zona más conocida de Sevilla. La Giralda y la Torre del Oro están al otro lado del río Guadalquivir y apenas son visibles desde los alrededores más inmediatos. A ello aún deberíamos añadir las cualidades del proyecto de Pelli, suficientes para acrecentar el patrimonio arquitectónico de la ciudad con un nuevo edificio singular, que habría dejado testimonio de los valores estéticos de nuestro tiempo.
Advirtiendo que no soy partidario de proyectos de este tipo, también debo indicar que, conocidos precedentes afines como lo sucedido en Ávila con el edificio de Rafael Moneo, que, por razones especulativas, alteró radicalmente el carácter de una de las plazas más emblemáticas de la capital castellana, no entiendo el sentido del conflicto actual. Supongo que, como de costumbre, circularán corrientes subterráneas ajenas al interés general... ¿Quizás la incapacidad de Cajasol para hacer frente a las facturas de la constructora?
Será divertido ver cómo se justifica de cara a los electores y a ante César Pelli una decisión tan "bananera"...
En definitiva, si se hacen edificios singulares, pierde el contribuyente; si se detiene su construcción también.
También será divertido conocer cómo el gracejo sevillano manifiesta su creatividad: ¿Torre mocha? ¿La torre del quiero y no puedo? El engendro arquitectónico resultante dará medida de una sociedad como la nuestra... tan peculiar.
Aunque los proyectos de César Pelli sean socialmente discutibles, es indiscutible su fotogenia... A continuación, imágenes de la Torre de Cristal de Madrid.
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