martes, 10 de enero de 2012


Por Clara Fernández y María Gil

Érase una vez Pablito, un pobre joven que estudió Bellas Artes con la ilusión de ser artista. Un día, Pablito terminó su carrera y llegó lo difícil, buscar trabajo. Se paseó por toooooodas las Galerías de Madrid, pero claro, no era ni reconocido ni se apellidaba Rembrandt, y al pobre se le cerraron todas las puertas. Pasaron los meses y los años, y ese trabajo temporal que había cogido para mientras tanto se alargó años y años.
Érase otra vez un niño llamado Samuel que vivía en Camerún. Mientras jugaba un partidillo con los amiguitos del cole, un señor muy bien vestido se le acercó y le dijo:
“¿Te gustaría venir a España a jugar en el Real Madrid?”
Y Samuel, lleno de alegría e incredulidad, le respondió:
“Claro que sí”.
Y ese niño que jugaba en una campo de tierra, con apenas dinero para comer, se convirtió en un rico y famoso jugador de futbol llamado Samuel Eto’o.
Moraleja, en la vida hay que tener suerte y ser bueno en lo que haces, o bien, tener un padre que se apellide González-Sinde.
Con esto queremos decir que un joven artista si no tiene una oportunidad para entrar en el mundo del arte (galerías, museos…) seguirá divagando por algún empleo mediocre con tal de trabajar en lo que verdaderamente le gusta, que es el arte. De igual forma, si un jugador de futbol no consigue que un ojeador le vea, pasará su vida en campos de tercera con el sueño de formar parte de un club.
En resumidas, que el mundo del arte y el futbol están más unidos de lo que parece:
MOMA vs Real Madrid
Galería Soledad Lorenzo vs Rayo Vallecano
Bar El brillante vs CD Fortuna

1 comentario:

  1. Sí, el fútbol y el arte se parecen. Los equipos pagan salvajadas indignas por un jugador, y ese jugador aspira a cobrar un sueldo denigrante hacia el resto del mundo. Un artista, en su concepción moderna, espera eso, que algún ricachón le compre su obra por cantidades indignas. Y no hay mas que ir a cualquier fería de arte para darse cuenta. Los artistas, actualmente, forman un círculo cerrado donde se valora el nombre, y no la calidad. El fútbol es más justo con los futbolistas que el arte con los artistas, ya que en el fútbol, además que solo importa la calidad (a no ser que seas el hijo de Gadafi), los veteranos no tapan a las jóvenes estrellas. Además de que el esfuerzo, actualmente, se lleva poco, por desgracia. Por suerte, el graffiti está obcecándose en salvar el arte. Como dice Banski, no literalmente, el arte ha de ser para todos los públicos, no sólo para los que se lo pueden permitir.

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