Seguramente veamos muchos casos parecidos. Los arqueólogos británicos han puesto el grito en el cielo, porque el Ministerio de Defensa ha firmado un contrato con Odyssey para "excavar" (sería mejor decir "recuperar") los restos del HMS Victory; el barco se hundió en el canal de la Mancha a causa de una tormenta en 1744. El contrato supone "compensar" los servicios de la conocida empresa mediante un porcentaje del valor de lo recuperado, que se podría entregar bien en efectivo o bien mediante objetos ("a percentage of the recovered artefacts' fair value" or "artefacts in lieu of cash").
El conflicto deriva de dos circunstancias. La primera: no es "de buen tono" que un Estado pague a una empresa con objetos arqueológicos que, por su propia naturaleza, son de titularidad pública. La segunda: en el concierto internacional de la gestión cultural y, por supuesto, entre los arqueólogos subacuáticos, está muy arraigada la voluntad de perseguir la explotación comercial de los pecios, tal y como se había establecido en el artículo 2.7 de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático (París, 2001): "El patrimonio cultural subacuático no será objeto de explotación comercial".
Estoy imaginando las iniciativas que, con la misma política, se podrían poner en marcha a lo largo y ancho del mundo... ¿Qué tal excavar medina al-Zahara por completo en un año? ¿O Éfeso en un programa de cinco? ¿O "limpiar" el estrecho de Gibraltar en dos lustros? Las autoridades políticas ganarían la batalla de la opinión pública mencionando los puestos de trabajo que se crearían... Se me ponen los pelos como escarpias imaginando lo que estarán pensando en nuestro ministerio de cultura si les ha llegado la noticia.
Peter Monamy, Naufragio del HMS Victory (1744) |
El conflicto deriva de dos circunstancias. La primera: no es "de buen tono" que un Estado pague a una empresa con objetos arqueológicos que, por su propia naturaleza, son de titularidad pública. La segunda: en el concierto internacional de la gestión cultural y, por supuesto, entre los arqueólogos subacuáticos, está muy arraigada la voluntad de perseguir la explotación comercial de los pecios, tal y como se había establecido en el artículo 2.7 de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático (París, 2001): "El patrimonio cultural subacuático no será objeto de explotación comercial".
Estoy imaginando las iniciativas que, con la misma política, se podrían poner en marcha a lo largo y ancho del mundo... ¿Qué tal excavar medina al-Zahara por completo en un año? ¿O Éfeso en un programa de cinco? ¿O "limpiar" el estrecho de Gibraltar en dos lustros? Las autoridades políticas ganarían la batalla de la opinión pública mencionando los puestos de trabajo que se crearían... Se me ponen los pelos como escarpias imaginando lo que estarán pensando en nuestro ministerio de cultura si les ha llegado la noticia.
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