martes, 1 de mayo de 2012

Pinacoteca e Museo Civido de Volterra




El palacio Minucci Solani, que atribuyen a Antonio da Sangallo el Viejo, es la sede de uno de esos museo que proliferan por la geografía italiana para albergar las muy numerosos objetos de relevancia secundaria creados que aún permanecen en el dominio público. Como casi todos ellos, informa sobre cómo se está entendiendo la conservación de los bienes culturales en Italia en tiempo de crisis
El edificio, que contiene un patio de hondo sentido renacentista y conserva algunas peculiaridades como el sistema de comunicación vertical, está pidiendo a gritos una reforma radical, en sintonía con su funcionalidad actual; cuando menos, para resolver adecuadamente una climatización que no pueden controlar las unidades autónomas actuales y la muy discutible fórmula de iluminación.




Para controlar la iluminación han dispuesto una fórmula radical y elemental al mismo tiempo: cerrar las contraventanas de madera y colocar focos en direcciones diversas, según el carácter de las obras y, seguramente, de acuerdo con los objetivos buscados. La más enfatizada por los gestores del museo es El descendimiento, de Rosso Fiorentino (1521), que ofrecen al visitante con un sistema teatral que altera todos los principios de la visión "natural", puesto que las fuentes de luz están en unos cajones colocados sobre el suelo. Evitan los reflejos, pero añaden a las pinturas así iluminadas un factor de inquietud que matiza radicalmente el carácter estético de las obras. Algo parecido a lo que han hecho en el Museo del Prado con las pinturas venecianas, pero con un importante ingrediente añadido. Supongo que los focos estarán calibrados para evitar que las radiaciones ultravioletas devoren los colores...
Por supuesto, en el museo está prohibido hacer fotografías, pero no existe vigilancia más que en la taquilla.




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