Es una exposición sobre uno de los momentos decisivos de la historia del arte, muy especialmente. Desde la perspectiva española, la década de los treinta conoció una de las fases más negras de nuestro pasado reciente: la llamada "Guerra Civil" —deberíamos decir "Guerra Incivil"—. Desde ese punto de vista, el planteamiento de la exposición ya implica un incuestionable interés objetivo...
Antes de verla imaginaba un discurso museístico que ayudará a entender lo sucedido en los ambientes estéticos españoles durante aquella década... Sin embargo, basta leer la ficha ofrecida en Internet para comprender que los tiros van por otra parte, porque está comisariada por Jordana Mendelson, autora de un libro publicado en 2005 por Penn State University Press: Documenting Spain: Artists, Exhibition Culture, and the Modern Nation, 1929–1939. Nada mejor que una profesora norteamericana para explicar en el Reina Sofía la historia de España a los visitantes...
—No te pases de listo. ¿No has leído el título de la exposición? No se trata de eso, sino de ofrecer una panorámica global de los años 30, no sólo de los sucesos españoles...
—Ahhh! Había imaginado que por tratarse del Reina Sofía...
El equipo gestor también contaba con Karen Fiss, Romy Golan, Javier Pérez Segura, Rocío Robles Tardío, Rosario Peiró, Lola Hinojosa, Salvador Nadales y el propio director del Museo; casi un equipo de fútbol...
Suscribo plenamente el primer párrafo de la presentación en Internet:
"Encuentro con los años 30 aborda esta década del siglo XX como un periodo turbulento en el que el arte y el poder se aliaron y confrontaron y que, a muchos niveles, resulta clave para entender nuestro propio presente."
El segundo manifiesta las pretensiones con el estilo literario característico de este centro:
"La exposición plantea que la producción artística de esta época —que estuvo marcada tanto por un creciente clima de violencia política como por la aparición de importantes innovaciones tecnológicas, especialmente en el ámbito de la comunicación y de los transportes— no sólo debe concebirse como una extensión inercial de las vanguardias de las dos décadas anteriores y/o en su relación, especialmente conflictiva, con las narrativas propagandísticas, sino también como un momento en el que se cuestiona y reformula la modernidad en el que comenzaron a generarse ideas y objetos que desafiaban los límites entre disciplinas, medios y naciones".
¿Se cuestiona y reformula la modernidad? ¡Qué alarde de síntesis!
El texto continúa... tal vez haciendo un guiño a las obras de Karen Fiss (Grand Illusion: The Third Reich, the Paris Exposition, and the Cultural Seduction of France) y de Romy Golan (Modernity and Nostalgia: Art and Politics in France Between the Wars):
"Abordando la noción de encuentro desde una óptica temática, la exposición analiza el papel que en la creación artística de los años treinta desempeñaron los desplazamientos simbólicos y geográficos que, de forma voluntaria o forzada, realizaron los artistas de la época. Tratando de mostrar cómo a partir de dichos desplazamientos se empezaron a repensar los postulados estéticos heredados de las vanguardias y a desarrollar estrategias discursivas y narrativas que han perdurado hasta la actualidad. A su vez, la muestra propone una reflexión crítica en torno al uso que estos artistas hicieron de los medios de comunicación de masas y explora las tensiones y relaciones que mantuvieron con los contextos -políticos, culturales, institucionales- en los que trabajaron.
Encuentros con los años 30 se ha estructurado en seis secciones: realismos; abstracción; exposiciones internacionales; surrealismo; fotografía, cine y carteles; España: Segunda República, Guerra Civil y exilio. Y sin dejar de abordar la influencia de la coyuntura política ni eludir las rivalidades que se plantearon entre (y dentro de) los principales "ismos" artísticos de la época, se da prioridad a las conexiones entre artistas y a los momentos de fractura y eclecticismo estilístico, poniendo de relieve la diversidad, audacia y complejidad del arte que se hizo en aquella década."
Antonio Berni, New Chicago Athletic Club, 1937 (MOMA) |
Cada sala cuenta con textos "explicativos" que colocan al visitante donde es debido. Por supuesto, siguen disponiendo las cartelas en lugares muy "posmodernos y decorativos" pero poco prácticos; sigue sin haber asientos para descansar y contemplar las obras con calma —salvo en las galerías— y, al parecer, han dado instrucciones a los vigilantes para que sean más estrictos en impedir a los visitantes la realización de fotografías en las salas del conjunto "206" (el ala donde está El Guernica).
—Son normas del museo —dijo quien me llamó la atención al ver la cámara preparada, entre sonrisa amable y guiños cómplices.
En las iglesias de pueblo, si desaparece el vino de consagrar, el cabreo del párroco lo pagan los monaguillos y, por supuesto, los fieles. Se diría que en los museos sucede algo parecido: cuando el gobierno reduce los presupuestos, la mala hostia de los directores la pagan los fieles... y, por supuesto, los vigilantes, a quienes se incrementa el trabajo.
Asumiendo las pretensiones expresadas en el texto de Internet, me han llamado la atención tres ausencias clamorosas y una presencia sorprendente para el "tono global" de la muestra. No vi muchas obras del "realismo socialista", que definió referencia estética de la "izquierda" desde 1932 (decreto de Stalin "sobre la reconstrucción de las organizaciones literarias y el arte") hasta la segunda mitad del siglo XX. Tampoco vi muchas obras del "academicismo alemán", que asimismo definió otra importante referencia durante los años treinta. Y entre lo español, tal y como es habitual en el Reina Sofía, las tradiciones académicas han sido eliminadas de la historia, como si al hacerlo desaparecieran también sus derivaciones y consecuencias. ¿Dónde habré leído que quien olvida su historia está condenado a repetirla?
La presencia sorprendente: la dedicación de una sala a la Exposició Logicofobista, inaugurada el 4 de mayo de 1936 en las Galeries d'Art Catalònia de Barcelona, a la que asistieron creadores poco relevantes para el proceso global, pero muy importantes para el desarrollo de las ideas estéticas catalanas...
En las proximidades del Reina Sofía se enarbolaban banderas republicanas... ¿Déjà vu?
Antes de ayer fui a ver la exposición, y efectivamente, lo primero que pensé nada más pasar a la parte del 2º piso era que si todo estaba igual o era mi impresión, luego ya vi que no, que efectivamente había más cosas y el resto estaba reorganizado.
ResponderEliminarSobre el resto no puedo opinar mucho, pues no estoy puesto, pero cuando vuelva(que será dentro de poco), me fijaré bien en las ausencias que comentas.
Suertudos nosotros, los visitantes, que no nos hace falta poner a funcionar el cerebro; ya nos cuentan ellos cómo pasó.
ResponderEliminarEl Reina Sofía tan cómodo como siempre.
Creo que tienen el síndrome de "don Claudio", que tenía mucha más categoría personal que el "caudillo". Me refiero a don Claudio Sánchez Albornoz, que desde su aura intelectual y aparentemente progresista, se pasó la vida enfrentado personalmente con Franco, pero defendiendo ideas parecidas. Se pasan la vida despreciando las tradiciones académicas para crear un anti-academicismo profundamente académico, sin entender que el progreso estético, como cualquier otro progreso, se construye fomentando la visión crítica de todo, no descalificando lo que no nos gusta. En ciertos ambientes de nuestro mundillo no está clara la diferencia entre "descalificar" y "criticar". Lo primero no requiere "conocimiento": basta aplicar las fórmulas prefabricadas que aprendes de los "expertos" (nuevos académicos). Lo segundo requiere, en primer lugar, conocer o, en su defecto, asumir los riesgos de equivocarte, de hacer el ridículo... Y ya sabes lo que normalmente sucede. Lo del carácter dialéctico del conocimiento es duro... muy duro.
ResponderEliminarGracias por esta lectura tan precisa y tan valiente, tan ajena a la letanía del club de gacetilleros de la prensa nacional y tan crítica con el predicado oficial. Tu blog es necesario. Saludos
ResponderEliminarGracias ;-) ¡Felicidades por el vuestro!
ResponderEliminar¿Lo de sustituir la esvástica que luce en la chaqueta el nazi burgués por la actual bandera de Alemania es otra "reformulación y cuestionamiento de nuestra modernidad" obra de la propia exposición? ¿O "la estrategia dircursiva" corre por tu cuenta?
ResponderEliminarTienes derecho a no contestarme.
Ja, ja, ja. Pensé que no lo advertiría nadie. ¡Que fino hilas!
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