miércoles, 31 de octubre de 2012

Vollis Simpson

Por Edward Jobs Andrews Gerda

El pasado mes de julio visité a mi hermana, que vive en Charleston, Carolina del Sur. Me habló de un artista cuya obra quería conocer. Se trataba de Vollis Simpson, uno de los artistas más reconocidos como Outsider o del Visionary Art, según el New York Times. Simpson se ha hecho un hueco en el mundo del arte y ha originado tesis, exposiciones y una considerable  cantidad de dinero, según el mismo artículo. El éxito le llegó a mediados de los años noventa cuando Rebecca Alban Hoffberger, una asesora de sociedades sin ánimo de lucro y encargada del arranque del American Visionary Art Museum en Baltimore, decidió que una obra de Simpson representaría apropiadamente al museo.
Partimos una cálida mañana ilusionados con el viaje de seis horas en coche. A mitad del camino acordamos desviarnos de la autopista para recorrer las carreteras secundarias. La autopista nos resultó somnífera. Sentimos la necesidad de empaparnos de la quaintness o gracia anticuada y oscura que poseen los pueblos del Bible Belt de los estados sureños. Bible Belt significa Cinturón de la Biblia, donde abundan los mensajes evangelizadores adornando todo tipo de fachadas, desde casas particulares hasta armerías, y los meth labs escondidos en graneros y camiones abandonados.


Dormimos en casa de mi prima en Raleigh, Carolina del Norte, por su cercanía al pueblo donde se encuentra la obra de Simpson. A la mañana siguiente nos metimos por carreteras secundarias, pero a pesar de seguir un mapa y las instrucciones de mi prima, nos perdimos entre secaderos de tabaco, granjas y casas abandonadas. A punto estábamos de desanimarnos cuando de repente, después de tomar una curva, se nos echaron encima los colosales molinos de aire que componen la obra de Simpson. Las enormes esculturas metálicas, algo oxidadas, salpican un prado que rodea un lago de tamaño similar al del estanque del Retiro. Se sitúa a las afueras de Lucama, Carolina del Norte. Esta pueblo fue fundado en 1889 y las primeras dos letras de tres nombres de chica, Lucy, Carrie y Mary, forman su nombre.
Aparcamos el coche cerca de lo que parecía una especie de granero, para investigar y contemplar las windmills o molinos de aire, como los llama el artista. Por los alrededores se los conocen como whirligigs. Miden entre diez y veinte metros de alto y algunos ocupan un diámetro de quince metros. Las mulas, figuras humanas, sombreros, perros, cohetes y otros objetos bailaban y giraban con la brisa. Solo se escuchaba como el metal chirría al contonearse.




Se apreciaba una complicada combinación de ingeniería, ingenio, maña y perseverancia en cada pieza. En esta imagen se distinguen los reflectores que Simpson coloca en todas sus esculturas. Mi prima nos había informado, entre risas, que los universitarios de la zona se acercan al prado en altas horas de la madrugada para tumbarse debajo de las Whirligigs, después de haber ingerido un trippy, a la espera de que pase un coche para poder disfrutar del espectáculo de luces originado por los reflectores y el movimiento de las aspas. ¡La diversión está asegurada! Me imaginé a la fotógrafa holandesa, Rineke Dijstra, aislando a los jóvenes colocando grandes pantallas blancas a sus espaldas, como realizó en su vídeo The Buzz Club/Mystery World del año 97, captando su evidente estado de espejismo, sacándolos del contexto posiblemente para poder considerar su latente estado de vulnerabilidad.
Desgraciadamente en este vídeo, los únicos que encontré, no se aprecia sutilezas como las uñas rotas y sucias, las mandíbulas desencajadas, las pupilas dilatadas y las miradas reflejando la retirada a un mundo misterioso o Mystery World como indica su título.



Imagen de los whirligigs de noche (wilsonwhirligigpark)

Al volver al coche, oímos un ruido proveniente del granero. Asomé la cabeza y me encontré a Mr. Simpson, luciendo sus 94 años con cierto orgullo, sentado en una silla agachado sobre una rueda de bicicleta. Nos alegramos por la oportunidad de conocerlo y conversar con él. Parecía dispuesto a pasar un rato con nosotros.


Su deje me resulto difícil de entender, lo que le obligó a mi hermana ejercer de intérprete. Le acribillamos a preguntas. Nos explicó que trabajaba arreglando todo tipo de maquinaria y gracias a eso, comenzó a construir sus windmills. Se hizo con una grúa permitiéndolo aumentar el tamaño de las piezas. –Lo hago simplemente porque me gusta- nos aseguró. No lo llama arte. -Son mis windmills- recalcó. Ronda por los desguaces, las madereras y las chatarrerías aceptando todo lo descartado. Nos comentó que llevaba casi cuarenta años erigiendo los whirligigs. -Antes ocupaban todo el "prao", pero se los llevaron a una nave en Wlison, un pueblo cercano, a restaurarlos "pa" un museo al aire libre-explicó. Le pregunté si la daba pena que se los llevaran. Sacudió los hombros y nos invitó a entrar en su taller.


Esta imagen muestra lo abarrotado que estaba cuando lo visitamos. Su avanzada edad solo le permite trabajar en piezas pequeñas. Encontré una escultura de tamaño reducido de un perro, realizado en hierro, pintado en blanco con motas negras que lucía una gran erección y le pregunté a Vollis que significaba aquello. Se limitó a reírse y solo respondió que le gustaban los animales. Mi hermana se encaprichó de una especie pájaro rojo que daba vueltas. Resultó ser una representación del ave oficial de Carolina del Norte, The Red Cardinal. Lo compró por el módico precio de 125 dólares.
Nos despedimos y nos acercamos a Wilson a probar la cocina de la zona. El destino nos brindó la oportunidad de conocer a la directora de la recaudación de fondos para el proyecto de conservación y restauración de la obra de Mr. Simpson. Nos invitó amablemente a visitar la nave donde perpetran las operaciones de reconstrucción. Nos recibió un paisano de Wilson, amigo de Mr. Simpson y enlace entre el proyecto, el artista, el público y los voluntarios que ayudan en los trabajos de restauración. Nos comentó que el proyecto creó dieciséis puestos de trabajo por el periodo de tres años. La mayor parte de los financiadores, una asociación de entidades públicos y privados, incluyen: ARTPLACE, una colaboración de agencias federales y seis entidades bancarias de relevancia como Deutsch Bank, Bank of América y Morgan Stanley entre otras, The Kresge Foundation, creada por el mismo emprendedor que fundó KMart, unos grandes almacenes en E.E.U.U., The National Endowmwnt for the Arts, Educational Foudation of América y varios empresas locales. Esperan atraer cientos de miles de visitantes al año y a inversores dispuestos a crear riqueza para la zona. En la nave, todo parecía funcionar como un reloj. Un maquinista ajustaba los mecanismos de los molinos de aire mientras un maestro del color, traído de una universidad local, dirigía a un grupo de voluntarios con la aplicación de pintura. Todos estaban preparados para explicar su función en el proyecto con gran amabilidad. Tanto, que salimos con ganas de formar parte del proyecto.
Aparentemente estas asociaciones, una combinación de entidades públicas y privadas, desempeñan una labor eficiente y válida en estos asuntos. Mi hermana me habló del caso de dos alumnos, al obtener la licenciatura en BBAA del College of Charleston, donde mi hermana trabaja como profesora de español, abrieron una galería de arte contemporáneo en el año 2002. Redux, así se llama, dedica parte de su espacio a albergar estudios para artistas. En el año 2010 recibieron una donación de la Fundación Andy Warhol, y destinaron ese regalo a aumentar el número de estudios y ofrecerlos a precios ridículos. Incluyen también un cuarto oscuro y una sala asignada al grabado. ¿Existe este tipo de iniciativas en España? Quizá me equivoque, pero desgraciadamente el mecenazgo de este país se reduce a concursos y a premios respaldados por algún banco o comercio.

La lluvia nos acompañó todo el camino a casa. Nada más salir de Wilson, llovía con tanta energía que nos vimos obligados a parar.


Fotografié este secadero de tabaco desde dentro del coche. Refleja fielmente el diluvio que nos vapuleó.

1 comentario:

  1. Es muy interesante tu experiencia, y me ha resultado especialmente curioso el principio y el final y como chocan ambas cosas.

    Mientras que en el principio nos explicas el ambiente que se respira, con esa religiosidad y ese patriotismo, que a a la inmensa mayoría nos producirá rechazo hacia EEUU y su gente, al final nos cuentas como se respaldan ciertas iniciativas culturales, cosa impensable en España.

    En otro orden de cosas, también es interesante lo que cuentas sobre este hombre y lo que hace, ¡qué bien se conserva para tener esa edad!

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