Manuel Benedito y Vives (1875-1963) fue uno de esos pintores que fueron barridos por el tsunami de la modernización estética española derivada de la "reorientación" política de Franco impuesta por el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Fue discípulo de Sorolla y acaso en ello estuviera el germen de su mala prensa, que se hizo notar muy pronto. Cuando solicitó ser votado para la Medalla de Honor en 1915, José Francés, a la sazón crítico reputadísimo, se manifestó con una hostilidad sorprendente en La Esfera (Lago, S. : "Exposición Nacional de Bellas Artes", La Esfera, 72, 1915, p. 24):
"Por úllimo, Manuel Benedito -cuya sala es la mejor de luz y de situación— nos causa una estupefacción, donde entra por mucho la tristeza.
Benedito es un gran técnico. Sabe como muy pocos todos los secretos de su arte. Hay lienzos del maestro valenciano que sólo él podría firmar. Pero Manuel Benedito falsea esas condiciones, se abandona a la fácil conquista del dinero, se mercantiliza de tal modo que no podemos ni debemos callar nuestra protesta. Nadie puede alabar sin grave peligro de injusticia este nuevo aspecto del Sr. Benedito. Nadie. Ni él mismo.
Al lado de los lienzos de la última época, donde vemos al vigoroso maestro de aquella inolvidable exposición de tipos holandeses y bretones, celebrada en Blanco y Negro, transformado en un lamentabilísimo 'pasticheur', encontramos cuadros de otras épocas que Benedito ha colocado como escudo contra los ataques.
Lealmente creemos que Benedito se ha equivocado. Podrá su última manera proporcionarle mucho dinero entre las gente que prefiere las cosas que creen "bonitas" a las que son realmente bellas; pero una vez elegido este camino deberá despedirse del otro: de las verdaderas victorias estéticas".
No obstante, frente al sentir de José Francés, fue "heredando" los cargos de su maestro para convertirse en uno de los personajes más poderosos del universo académico español hasta su muerte.
Siguió los cauces del momento para dedicarse, sobre todo, a realizar retratos, según fórmulas escasamente innovadoras, casi siempre imitando o copiando "maneras" consagradas por el gusto "popular" (de los clientes). No le interesaron los temas sociales y no se complicó la vida con obras de especial innovación estética ni de gran complejidad compositiva; supongo que por ahí debemos buscar "razones" para comprender el juicio de José Franacés, que pervive en la crítica moderna. Sin embargo...
Hemos regresado al "museo Benedito" —en la actualidad, Fundación Benedito—, años después de la muerte de la sobrina del pintor, doña Vicenta Benedito que, durante algún tiempo, enseñaba las pinturas en ambiente entrañable de cojines a punto de cruz... Está en el corazón del Madrid pijo (Juan Bravo 4) y para visitarlo es preciso acordarlo previamente mediante llamada telefónica o a través de Internet. Lo explican "guías voluntarios" de carisma desigual...
La instalación actual, modernizada pero condicionada por la precariedad, permite al visitante dar un paseo por su obra que no será posible completar con facilidad más que en las bibliotecas y en alguna página de Internet, porque es difícil ver sus pinturas en otras instituciones, donde sufren la pena de invisibilidad que corresponde al delito de soberbia y al atrevimiento, aún más terrible, de retratar al tirano en traje de Nelson.
Sin embargo... entrando en el análisis de su obra desde los ojos de Lafuente Ferrari, aparecen detalles interesantes... El propio Lafuente Ferrari indicaba que el reproche de José Francés era injusto por razones obvias. Desde su origen humilde, era lógico y razonable que Benedito rompiera las normas restrictivas de la Academia Española en Roma admitiendo encargos, porque necesitaba dinero para viajar y completar su formación... Y añadía varias anécdotas que enaltecían la personalidad del pintor valenciano.
Una de ellas aludía a la estrategia comercial aplicada a quienes le encargaban un retrato, para evitar reclamaciones (muy habituales en aquella época). Les advertía que era muy exigente con su propio trabajo y que, por consiguiente, tenía la costumbre de hacer dos retratos: el primero "enteramente al gusto de Benedito", serviría de ensayo y se lo quedaría el propio pintor; a continuación realizaría el segundo para el cliente... Según Lafuente Ferrari, era anómalo que alguien consintiera la realización de la segunda pintura...
También es interesante el incidente de la Exposición Nacional de 1941, cuando, recién finalizada la Guerra Civil, se presentó con una pintura titulada Capra hispánica... Algunos miembros del jurado, seguramente aún deudores por el desaire de 1915, le votaron para la Medalla de Honor que, de nuevo, le fue negada por un voto, gracias a la influencia de José Francés...
He seleccionado dos de las pinturas que permanecen en la Fundación y, a mi juicio, ofrecen datos relevantes sobre su manera de hacer: el retrato de su modelo Forencia, a quien debió unir una relación muy especial, y el de los hermanos Álvarez Quintero, cuando ya había fallecido uno de ellos. Ambos muestran cómo Benedito entendía el "arte de la pintura" y, muy probablemente, como se asumía en amplios sectores de los ambientes académicos españoles de la primera mitad del siglo XX: había que continuar el camino definido por Velázquez y consagrado por los "maestros" (Madrazo... Sorolla, etc.), sin mirar a ningún otro lado y, por supuesto, sin tomar en consideración el otro tsunami, activado por las mentes más inquietas en los países desarrollados.
¿Pintura de calidad o pura "artesanía académica"?
Cualquiera que sea el juicio que nos merezca la obra de Benedito, sabiendo que fue personaje clave de aquellos tiempos (fue Director de la Escuela Central de Bellas Artes), es mucho más productivo recordarle y conocer su obra, reconociendo sus virtudes y defectos, que condenarlo al limbo de "lo que nunca existió"; aunque sólo sea por aquello de que quien olvida su historia está condenado, irremediablemente, a repetirla.
Tengo la impresión de que, en la actualidad, con tanta voluntad de homologación cultural exagerada, estamos viviendo un "déejà vu"... no sólo en asuntos políticos.
Muy interesante poder conocer las estrategias comerciales de los pintores más trabajadores, ya que son más reales y funcionales que los ciclos de conferencias que hay en la facultad de Bellas artes, llamados jornadas de profesionalización en arte.
ResponderEliminarCreo que es muy difícil de explicar cómo en un sistema liberal o capitalista te puedes volver profesional o experto, sobre todo para esos que son profesionales o expertos en estos sistemas.
Sobre la precariedad del Museo, ¿no tendrá nada que ver con el cambio estético que se generó con el grupo El paso, y por lo tanto, con el riego sanguíneo de Papa estado?
Para terminar quería pedir una aclaración frente a lo que propones como "tsunami activado por las mentes más inquietas en los países desarrollados; te refieres a los valores estéticos que hoy se han impuesto en terrenos pictóricos, o a lo que se considera Arte hoy en día por estos países tan avanzados culturalmente.
Sobre la precariedad del museo... Mantener un museo en condiciones ortodoxas es muy costoso. Además, para que sea "rentable" en sus actividades cara al público tienen que concurrir varios factores, que no cumple éste.
ResponderEliminarLo de "las mentes inquietas". Interprétalo como gustes. :))Los museos de arte contemporáneo lo explican bastante bien.
Es una lástima que los cuadros de Benedito queden relegados a lugares como la antesala de la biblioteca de la facultad, que estén como medio escondidos para el resto de las personas que no son ni estudiantes ni profesores... ni curiosos. El Reina Sofía hace tiempo que dejó ya su política de exhibición de este tipo de obras (las últimas exposiciones que vi en este sentido fueron las de Solana o Vázquez Díaz. El Prado parece también haber olvidado a la hora de realizar exposiciones temporales a este tipo de autores. Todo se ha vuelto más internacional, y me parece bien, pero no se deben olvidar a los propios artistas nacionales. Creo que no es justo, que le hacemos a nuestra propia cultura un flaco favor.
ResponderEliminarBuenas noches, soy Carlos Benedito, sobrino bisnieto del pintor. José Francés se equivocó en decir lo que usted pone, mi tío fue un gran pintor muy querido y admirado, y en ningún momento falseo con el dinero como bien pone. Tras su muerte si que es verdad que se produjo un progresivo olvido, pero que como ya decían algunos escritores de arte, el éxito de los discípulos de Sorolla y la carrera de éxitos y reconocimientos les dejaron al margen de la modernidad, en un país en el que las corrientes de vanguardias del arte europeo tardaron en llegar...
ResponderEliminarTambién decir que en 1899 gana las oposiciones a la plaza de pensionado en la Academia de Bellas Artes de España en Roma..
Recalcar que la clientela de mi tío era Aristocrática.
De Manuel Benedito siempre se hablará, para ello existe la Fundación gracias a mi tía Vicenta. Y además yo me encargare de que a Manuel Benedito se le siga conociendo.
Carlos Ramos Benedito
Supongo que más tarde o más temprano cambiará la apreciación de ciertos "especialistas" sobre las corrientes académicas de principios del siglo XX, cuando menos.
ResponderEliminarLas equivocaciones de J. Francés... Imagino que mediaría algún "problema" personal; seguro que usted lo sabe mejor que yo. Pero lo cierto es que los juicios de J. Francés no siempre fueron atinados; para comprobarlo, basta ver cómo interpretó lo que estaba sucediendo con las corrientes de vanguardia.
En eso tiene usted toda la razón, en lo último que ha dicho de los juicios que hizo José Francés.
ResponderEliminarUn abrazo.
Carlos R.Benedito