Hace unos días, The New YorkTimes publicaba un comentario de Zachary Woolfe sobre el futuro de la gestión cultural española (centrado en Cataluña) y una de las conclusiones ofrecidas era descorazonadora: los gestores europeos están obligados a asumir los modelos de financiación norteamericanos.
In the coming years arts institutions in Spain and throughout Europe will have to turn, for better and worse, toward an arts financing system more like America's privatized model
Me estoy imaginando a nuestro polivalente ministro de educación, cultura y Deporte, señor Wert, satisfecho ante un juicio tan parejo a su voluntad política... Y no sé si imaginará los factores negativos ("for better and worse") asociados al camino emprendido.Creo que ya lo he mencionado en otras ocasiones... pero a lo mejor es necesario enfatizarlo: ese modelo es incompatible con las posibilidades de un consumo decreciente y también con las instituciones de escasa capacidad de atracción (por ejemplo, los museos provinciales "de segunda división").
Aunque a la vista de lo que ya está sucediendo, a lo mejor esos inconvenientes ya se han asumido "con naturalidad". Durante las fiestas navideñas dimos un paseo por Andalucía y encontramos varios museos cerrados "por reformas": el Museo Arqueológico de Granada, el de Málaga, los baños árabes de Jaén... El de Córdoba está abierto, pero sólo se puede visitar una "instalación provisional" hasta que se completen las obras de ampliación y remodelación del palacio de los Páez de Castillejo.En Castilla-León la situación parece más desahogada, aunque no demasiado: los de Ávila, Burgos y Valladolid sobreviven a duras penas. Hace unos días la directora del Museo de Burgos ofrecía una titular kafkiano: "A los burgaleses no les interesa este museo porque tienen que pensar"; por fortuna, la entrevista dibujaba una situación más compleja que el juicio descalificador tan frecuente es los ambientes museístico: si la gente no acude a los museos en porque es estúpida, porque no le interesa pensar, porque no tiene "sensibilidad"...
Los de Extremadura, nunca boyantes, atraviesan por dificultades que se pueden observar en el anacrónico Museo de Arte Visigodo de Mérida y en el avejentado de Cáceres. En Castilla-La Mancha, algo parecido... Me pregunto cuándo se inaugurará el Museo Arqueológico Nacional; dicen que en 2013... Ni Cataluña, cuya gestión cultural está en "otro nivel", se libra de pecados afines (sobre todo, en Tarragona).
Escasez de recursos, torpeza estratégica, desinterés de la ciudadanía (en términos genéricos) indolencia de la clase política... Los comentarios irónicos vertidos en este blog durante los años pasados se han trocado en profecías: la infraestructura cultural de escaso interés social tiene un futuro tan negro como el alma de los banqueros españoles, que sólo harán penitencia por sus pecados nefandos en las entidades culturales de gran proyección social, las que tienen potencialidad publicitara e implican influencia social. ¿Cómo va a ser un criminal quien, además de cumplir la ley, emplea parte de sus beneficios en proteger el arte?
Insisto. En un país cuya industria más poderosa es el turismo, el abandono de la protección del patrimonio histórico-artístico "menor" es un suicidio estúpido.
In the coming years arts institutions in Spain and throughout Europe will have to turn, for better and worse, toward an arts financing system more like America's privatized model
Me estoy imaginando a nuestro polivalente ministro de educación, cultura y Deporte, señor Wert, satisfecho ante un juicio tan parejo a su voluntad política... Y no sé si imaginará los factores negativos ("for better and worse") asociados al camino emprendido.Creo que ya lo he mencionado en otras ocasiones... pero a lo mejor es necesario enfatizarlo: ese modelo es incompatible con las posibilidades de un consumo decreciente y también con las instituciones de escasa capacidad de atracción (por ejemplo, los museos provinciales "de segunda división").
Museo Arqueológico de Granada ¿Obras de conservación? |
Los de Extremadura, nunca boyantes, atraviesan por dificultades que se pueden observar en el anacrónico Museo de Arte Visigodo de Mérida y en el avejentado de Cáceres. En Castilla-La Mancha, algo parecido... Me pregunto cuándo se inaugurará el Museo Arqueológico Nacional; dicen que en 2013... Ni Cataluña, cuya gestión cultural está en "otro nivel", se libra de pecados afines (sobre todo, en Tarragona).
Escasez de recursos, torpeza estratégica, desinterés de la ciudadanía (en términos genéricos) indolencia de la clase política... Los comentarios irónicos vertidos en este blog durante los años pasados se han trocado en profecías: la infraestructura cultural de escaso interés social tiene un futuro tan negro como el alma de los banqueros españoles, que sólo harán penitencia por sus pecados nefandos en las entidades culturales de gran proyección social, las que tienen potencialidad publicitara e implican influencia social. ¿Cómo va a ser un criminal quien, además de cumplir la ley, emplea parte de sus beneficios en proteger el arte?
Insisto. En un país cuya industria más poderosa es el turismo, el abandono de la protección del patrimonio histórico-artístico "menor" es un suicidio estúpido.
Dijo Miquel Barceló en 2003 cuando recibió el Príncipe de Asturias que "[...] nos encontramos el arte convertido en espectáculo, en entertainment casi generalizado, con museos que se parecen cada vez más los unos a los otros en continente y en contenido, como Eurodisney y Disneylandia, como en esas absurdas cadenas en las que uno come lo mismo en el mismo decorado en Minessotta, en Varsovia o en Lyon[...]"
ResponderEliminarEs preocupante que permanezcamos indiferentes al incremento del dominio que las mismas estructuras que dominan el mundo occidental llevan a cabo en el ámbito de la cultura. Esto que comentas en la entrada está bastante extendido ya, y tiene difícil vuelta atrás. Sobre todo mientras la sociedad no sea consciente de la influencia que ejerce en sus vidas el arte y de qué manera su manipulación perversa contribuye a extender hábitos y conductas definidas para perpetuarse (ellos) en el poder.