Alejandro Blanco, responsable primero de la aventura, dijo que no existían razones “lógicas” para explicar el fracaso de la candidatura madrileña para organizar las olimpiadas
del año 2020… Es lo malo de hablar sólo para la propia clientela.
Olvidadas las circunstancias preliminares, el desarrollo de los acontecimientos recientes en España ha dibujado un panorama de cara al exterior, que para el objetivo perseguido contiene muchas razones lógicas para explicar el fracaso y que se pueden articular en una fundamental y varias de gran capacidad justificadora:
1. La razón fundamental: el escaso peso del Estado español —comparado con el de Japón, por ejemplo— en el concierto de las relaciones internacionales.
2. Una estrategia que pudo ofrecer argumentos a quienes necesitaran justificar una decisión concreta: el objetivo prioritario era económico, no deportivo. El objetivo de las Olimpiadas no es crear puestos de trabajo ni generar comisiones, sino organizar un evento deportivo de rango planetario.No se puede encargar algo tan delicado a quienes, cegados por la voluntad "privatizadora" y por le preeminencia de la legalidad sobre la legitimidad, parecen haber olvidado los fundamentos básicos del orden social.
3. Una situación general que, a su vez, pudo incidir en la misma dirección: el panorama de corrupción estructural. Es difícil fiarse de una sociedad incapaz de resolver rápidamente un lastre como ese.
4. Unas expectativas aún más precarias, teniendo en cuenta las consecuencias previsibles, dadas las apuestas catalana y vasca por romper la actual articulación territorial del Estado español. Es imposible imaginar cómo estará España dentro de siete años.
5. Una situación económica que aún hoy no puede contemplarse con optimismo, sin provocar la hilaridad general. Presentar como un éxito la creación de 31 nuevos puestos de trabajos en contexto de muchos millones de parados, es patético.
6. Una política deportiva que lleva muchos años dejando en la marginalidad al deporte escolar y que, aún hoy. padece mayores penurias a causa de los recortes en Educación, no es la más adecuada para armonizar con el espíritu olímpico.
7. Una política anti-doping demasiado relajada, substanciada en la bochornosa resolución de la “Operación Puerto”. Los "responsables políticos" intentaron compensarlo mediante una legislación "muy dura"... en un país donde las sentencias pueden tardar en producirse tras diez o quince años de elucubraciones jurídicas.
8. Como corolario de todo lo anterior y para materializar las consecuencias de una gestión política surrealista, que antepone el clientelismo a la capacidad personal y profesional, que expulsa a los jóvenes "bien preparados" y que utiliza al sistema educativo para que ganen dinero los grupos sociales (o societarios) afines, apareció la señora Botella y puso la guinda. Sólo faltó alguna genialidad "culta" del señor Wert…
Hubiera sido milagroso un desenlace diferente cuando parecemos empeñados en regresar a la Autarquía…
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