Hace unos días publicaban los medios una noticia que no lo es tanto, porque creo que en este mismo blog ya nos hacíamos eco del problema inducido por la falta de correspondencia entre “territorios políticos” y áreas de influencia religiosa; y de la existencia de muchas obras aragonesas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. En este caso, el objetivo del Gobierno de Aragón es recuperar las pinturas del monasterio de Sijena:
"El motivo del litigio en esta ocasión son unas pinturas que también han tenido una vida azarosa con el estallido de la Guerra Civil. Un incendio en agosto de 1936 destruyó gran parte del Monasterio de Santa Maria de Sigena y con él buena parte de las joyas del románico que atesoraba: “Se perdieron gran parte de las pinturas murales que decoraban el recinto y se alteraron para siempre los colores de los fragmentos que sobrevivieron”, detalla el libro El Romànic a les col•leccions del MNAC. Lo que quedó fue rescatado en una “operación de salvamento” que organizó Josep Gudiol, historiador del arte y arquitecto y en aquel momento oficial de la república. Acompañado de un equipo de especialistas arrancaron las pinturas de los arcos y llegaron a Barcelona: “las pinturas se trasladaron con mucho cuidado a la casa Amatller donde se había improvisado un taller de restauración”, explica el propio Gudiol en sus memorias que recogen su activa labor de salvamento de patrimonio artístico dañado durante la guerra civil."
Supongo que con la nueva situación política, que parece declinar hacia la independencia de Cataluña, el panorama se presenta especialmente turbio para resolver un asunto que, tal vez, debiera haberse planteado hace muchos años.
"El motivo del litigio en esta ocasión son unas pinturas que también han tenido una vida azarosa con el estallido de la Guerra Civil. Un incendio en agosto de 1936 destruyó gran parte del Monasterio de Santa Maria de Sigena y con él buena parte de las joyas del románico que atesoraba: “Se perdieron gran parte de las pinturas murales que decoraban el recinto y se alteraron para siempre los colores de los fragmentos que sobrevivieron”, detalla el libro El Romànic a les col•leccions del MNAC. Lo que quedó fue rescatado en una “operación de salvamento” que organizó Josep Gudiol, historiador del arte y arquitecto y en aquel momento oficial de la república. Acompañado de un equipo de especialistas arrancaron las pinturas de los arcos y llegaron a Barcelona: “las pinturas se trasladaron con mucho cuidado a la casa Amatller donde se había improvisado un taller de restauración”, explica el propio Gudiol en sus memorias que recogen su activa labor de salvamento de patrimonio artístico dañado durante la guerra civil."
Supongo que con la nueva situación política, que parece declinar hacia la independencia de Cataluña, el panorama se presenta especialmente turbio para resolver un asunto que, tal vez, debiera haberse planteado hace muchos años.
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