Por Marp
Este simposio se da a conocer como: “…un espacio plural de reflexión y debate, cuyo objetivo es generar propuestas a partir de un diagnóstico crítico del arte contemporáneo español y su proyección internacional, desde distintos puntos de vista y aglutinado en todas las voces.” Leyendo esto en el panfleto y tras haber presenciado el acto inaugural y la primera conversación, yo me preguntaba; “¿Dónde me he metido? Nos han timado…”. Me explico:
Llegamos al auditorio y todo está dispuesto para que de comienzo el acto inaugural, presidido por Manuel Borja-Villel (Director de Museo Reina Sofía), Borja Baselga Canthal (Director de Fundación Banco Santander) y Rosina Gómez-Baeza (Directora de YGB Art). Todo apunta a una aburrida presentación con algún que otro comentario/chiste rancio, algún guiño entre colegas con sonrisas forzadas y el constante agradecimiento por cualquier absurdez. Pero sin embargo esta vez me equivocaba, además de todo esto hubo un precioso PowerPoint de cuadros románticos acompañado por un discurso metafórico más cursi todavía y un constante recuerdo del anhelado simposio del 2012, y tan constante que apenas se habló de otra cosa que del amado recuerdo de los años pasados. Precioso, maravilloso.
Tras esta encantadora apertura solo podía esperarnos algo mejor, y efectivamente así fue. Primera conversación/debate: El valor social del arte en periodo de crisis. Conversación formada por: Marina Vishmidt (escritora, investigadora y crítica de arte), Rubén Martínez (investigador y profesor, miembro del Observatorio Metropolitano de Barcelona), Yaiza Hernández (profesora en Central Saint Martins School of Art de Londres e investigadora) y Juan Arturo Rubio Aróstegui (profesor, Facultad de Artes y Letras. Universidad Antonio de Nebrija). Moderador: Ignacio Paris (artista y escritor).
Una conversación en la que se habló de todo menos de lo que se suponía que iba a tratar; cada uno de los ponentes soltó su discurso personal entre codazos e indirectas muy directas de algún compañero de mesa, algunos con la ayuda de alguna infumable presentación llena de croquis ilegibles o con la ayuda de algún compañero de país. Tras las exposiciones paralelas de los allí presentes llegó la parte más interesante, el debate; el moderador que parecía dormirse de un momento para otro, la pobre escritora británica con sus auriculares mirando al infinito, y el dos contra uno entre el resto de ponentes. A esto le sumamos la ronda de preguntas donde el tema central desvariaba cada vez más y más y alguna que otra persona se dedicaba a buscarles las cosquillas a algún componente de la mesa, acto que por supuesto sería usado por algún enemigo de la mesa a modo de jactancia.
Por ello cuando salía del auditorio releyendo el panfleto ojiplática (ni siquiera sé si existe esta palabra o no, pero me permito el gusto de usarla) solo podía llegar a la conclusión de que la gente tenía mucho que contar y de que hablar, pero no sobre los supuestos temas a tratar en este simposio.
Este simposio se da a conocer como: “…un espacio plural de reflexión y debate, cuyo objetivo es generar propuestas a partir de un diagnóstico crítico del arte contemporáneo español y su proyección internacional, desde distintos puntos de vista y aglutinado en todas las voces.” Leyendo esto en el panfleto y tras haber presenciado el acto inaugural y la primera conversación, yo me preguntaba; “¿Dónde me he metido? Nos han timado…”. Me explico:
Llegamos al auditorio y todo está dispuesto para que de comienzo el acto inaugural, presidido por Manuel Borja-Villel (Director de Museo Reina Sofía), Borja Baselga Canthal (Director de Fundación Banco Santander) y Rosina Gómez-Baeza (Directora de YGB Art). Todo apunta a una aburrida presentación con algún que otro comentario/chiste rancio, algún guiño entre colegas con sonrisas forzadas y el constante agradecimiento por cualquier absurdez. Pero sin embargo esta vez me equivocaba, además de todo esto hubo un precioso PowerPoint de cuadros románticos acompañado por un discurso metafórico más cursi todavía y un constante recuerdo del anhelado simposio del 2012, y tan constante que apenas se habló de otra cosa que del amado recuerdo de los años pasados. Precioso, maravilloso.
Tras esta encantadora apertura solo podía esperarnos algo mejor, y efectivamente así fue. Primera conversación/debate: El valor social del arte en periodo de crisis. Conversación formada por: Marina Vishmidt (escritora, investigadora y crítica de arte), Rubén Martínez (investigador y profesor, miembro del Observatorio Metropolitano de Barcelona), Yaiza Hernández (profesora en Central Saint Martins School of Art de Londres e investigadora) y Juan Arturo Rubio Aróstegui (profesor, Facultad de Artes y Letras. Universidad Antonio de Nebrija). Moderador: Ignacio Paris (artista y escritor).
Una conversación en la que se habló de todo menos de lo que se suponía que iba a tratar; cada uno de los ponentes soltó su discurso personal entre codazos e indirectas muy directas de algún compañero de mesa, algunos con la ayuda de alguna infumable presentación llena de croquis ilegibles o con la ayuda de algún compañero de país. Tras las exposiciones paralelas de los allí presentes llegó la parte más interesante, el debate; el moderador que parecía dormirse de un momento para otro, la pobre escritora británica con sus auriculares mirando al infinito, y el dos contra uno entre el resto de ponentes. A esto le sumamos la ronda de preguntas donde el tema central desvariaba cada vez más y más y alguna que otra persona se dedicaba a buscarles las cosquillas a algún componente de la mesa, acto que por supuesto sería usado por algún enemigo de la mesa a modo de jactancia.
Por ello cuando salía del auditorio releyendo el panfleto ojiplática (ni siquiera sé si existe esta palabra o no, pero me permito el gusto de usarla) solo podía llegar a la conclusión de que la gente tenía mucho que contar y de que hablar, pero no sobre los supuestos temas a tratar en este simposio.
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