Durante este fin de semana dimos un paseo por el Museo de Cuenca; desde hace tiempo tenía ganas de fotografiar unas cuantas piezas que me parecía interesantes y, algunas de ellas, incluso, particularmente interesantes….
Encontramos un museo en situación manifiestamente mejorable; da la sensación de que no se han tocado sus instalaciones desde cuando fue inaugurado en 1974, aunque me consta que algunas cosas no son tan antiguas. Se echan en falta cartelas de información específica más completas y, seguramente, no le vendrían mal vitrinas de diseño más actual, aunque las actuales cumplen su función mejor que otras de museos de inauguración reciente. Seguramente sería conveniente cambiar las cartelas de "rústicas" madera... Según, la
Francamente va siendo hora... aunque si las autoridades políticas prefieren hacerse fotos inaugurando instituciones como el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, la dirección lo tiene crudo.
Como suele ser frecuente en otros museos españoles, apenas está recogidos los años de cultura islámica, aunque es notorio que Cuenca fue un lugar de gran relevancia, al menos, en eboraria. De hecho, el museo conserva un capitel califal que no es posible ver porque está en
"las salas de reserva del museo". Por fortuna, está recogido en el grupo de "piezas esenciales" de la
web y aunque la página no facilita copiar la imagen, no es difícil conseguirla... Me pregunto por qué razón algunos gestores se empeñan en ofrecer una imagen tan mojigata y pobre. No me parece buena estrategia para que la gente se interese por lo que tiene el museo y acuda a visitarlo...
Lo más enfatizado de la actual instalación museográfica es la zona dedicada a la cultura romana...
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Museo de Cuenca (procede de Segóbriga) |
De las salas romanas, destaca muy especialmente, la dedicada a Segóbriga, uno de los yacimientos más espectaculares de Castilla-La Mancha, y en ella, me interesa destacar un capitel, que acaso sea uno de los más curiosos proporcionados por la arqueología romana en la península Ibérica. Cuenta con la estructura tradicional del orden corintio. En el cesto existen dos coronas de hojas de acanto de foliolos anchos y cortos, que determinan huecos triangulares comunes de las piezas de la segunda mitad del siglo II. El cuerpo superior ofrece los elementos que le hacen excepcional: los "escultores" apenas han dejado espacio libre de talla fina y minuciosa. La voluntad tapizante está a punto de romper la estructura "orgánica" derivada del mito de Calímaco; han tallado la parte superior del cesto, que normalmente suele aparecer lisa; incluso el borde superior está trabajado mediante trépanos de diámetro muy fino, que proporciona sensación de trabajo de brocado. Hasta el frente del ábaco responde a la misma voluntad tapizante. Interesa especialmente que este capitel, junto con algunos otros de zonas más norteñas (Clunia, por ejemplo) ofrecen cálices bajo las volutas de gran desarrollo, que cubren gran parte de éstas. La misma voluntad virtuosa y tapizante se presenta en la flor de cuatro pétalos dispuesta bajo la unión de las volutas interiores y que ocupa el espacio que debería corresponder al tallo del florón del ábaco (en esta pieza se han perdido los cuatro florones); es curioso que, a pesar de esa anomalía, existen las hojillas que, en piezas más convencionales y definiendo una V, acompañan el arranque de dicho tallo. Esta circunstancia parece ser rasgo común en Segóbriba, puesto que existe otro en el propio museo, más sencillo, que también carece del tallo del florón y presenta anómalo y diminuto elemento floral sobre las volutas interiores y bajo la flor del ábaco. En todo caso, en la evolución de la ornamentación arquitectónica romana, la mencionada voluntad de virtuosismo conllevó un progresivo abandono de las referencias rígidas de los años anteriores.
A partir de finales del siglo II en todas las áreas romanizadas aparecerán multitud de variedades "degeneradas" o "creativas" (según deseemos valorar los cambios). Esas corrientes innovadoras se manifestaron también en la península Ibérica. En ese sentido, el capitel de Segóbriga ilustra bien la creatividad ornamental del Pleno Imperio que desbordó ampliamente los paradigmas vitruvianos. Al mismo tiempo, es un documento inestimable para relacionar ciertos prototipos "dudosos" de la Bética en tiempos relativamente "antiguos" (desde el siglo II). Desde esa cualidad y aunque parezca sorprendente, este capitel nos ayuda a entender el capitel califal que existe en el mismo museo, que mencionaré enseguida.
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Museo de Cuenca; procede de Ercávica |
También es interesante un capitel clasificado como "mozárabe", procedente de Ercávica. No tiene elemento alguno que permita relacionarlo con la cultura andalusí y, en consecuencia, parece forzada dicha clasificación. Algún autor lo sitúa en la órbita visigoda, supongo que siguiendo la costumbre: si es "anómalo", ha de ser "visigodo". Pero lo cierto es que no es tan anómalo y, en todo caso, está en las antípodas de los modelos califales: éstos poseen el cesto cilíndrico; el de Ercávica es netamente toncocónico. Posee una corona de hojas muy esbeltas y lisas pero con incisiones a modo de venas; tiene caulículos, cáliz liso y volutas sumarias; también presenta ábaco de escaso espesor, pero de diseño cóncavo muy acusado, como es frecuente en los capiteles de época imperial. En el Alcázar de Sevilla hay uno parecido pero cuyas hojas están decoradas con estrías paralelas. En Toledo existe uno relativamente comparable (Museo de los Concilios), pero bastante más sumario en el ornato y evolucionado en la articulación del ábaco.
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Capitel del Museo de los Concilios (Toledo) |
Creo que debería retrasarse considerablemente la catalogación de la pieza de Ercávica que, en todo caso, fue tallada para una zona marginal dentro de la inmensidad territorial del Imperio Romano. Y no creo que el de Toledo sea muy posterior. En la provincia de Soria también han aparecido capiteles muy evolucionados, con ornamentación sumaria, en contesto arqueológico tardorromano.
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Imagen del Museo de Cuenca |
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Capitel del Alcázar de Sevilla; probablemente sea romano del siglo II |
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Capitel del Alcázar de Sevilla; probablemente sea del siglo II |
El capitel califal apareció en las excavaciones de la alcazaba (Plaza de Mangana), probablemente sería importado desde Córdoba y responde a una modalidad muy común "de volutas vegetales", a mdio camino entre los corintios y los corintizantes. Posiblemente fue realizado durante la primera mitad del siglo X, cuando el juego de claro-oscuro aún se vencía hacia la valoración de la superficie marmórea; años después, predominará el valor de los huecos, del "fondo". Esta modalidad de capitel, que escapa de las taxonomías clásicas, muy probablemente derive de modelos romanos "emparentados" con el ejemplar de Segóbriga antes mencionado; al menos, eso es lo que parece indicar la "intrusión" de elementos vegetales en las partes que, tradicionalmente, se ofrecían en su valor netamente geométrico.
En varias ocasiones he mencionado el problema de los tallistas cordobeses del siglo IX... Muy probablemente, muchos de los capiteles que Gómez-Moreno incluyó en ese grupo fueron tallados en el contexto de la corriente virtuosista del siglo II; el conjunto más significativo los definen los cuatro que permanecen en el actual mihrab de la mezquita mayor de Córdoba. Ese es también el caso de los dos capiteles aún conservados en el Alcázar de Sevilla, reproducidos en las imágenes adjuntas, que seguramente fueron trasladados desde Córdoba, como el resto de los que fueron reutilizados allí y en la Giralda. Ahora interesan únicamente los dos que documentan la modalidad empleada por los tallistas cordobeses para realizar piezas como la aparecida en las excavaciones de la alcazaba conquense.
Los originales romanos y las "copias" califales se distinguen por pequeños detalles, casi de matiz: el tipo de talla es más profunda y esquemática en los califales; el tratamiento de los motivos vegetales es más "naturalista" en los hispanoromanos; éstos suelen ser más esbeltos... Los promotores califales se propusieron recuperar los modelos grecorromanos con tanto énfasis que, con frecuencia, es difícil distinguir los originales de las copias; y en esa circunstancia, acaso esté una de las cualidades más relevantes del arte califal cordobés en su conjunto, sobre todo en los tiempos de Abdelrahmán III.
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