Daniel me envía un enlace al artículo que publicaba el otro día lamarea sobre la estrategia de Pedro Sánchez al emplear los programas “generalistas” de las cadenas de televisión para intentar compensar la erosión gradual en expectativa de votos del PSOE. El artículo se remitía a Sartori que, hace ya algún tiempo, se había dado cuenta de que, en términos sociológicos, la televisión tiene la virtud de enfatizar la relevancia de las personas sobre los discursos. Y el artículo culminaba:
“La estrategia del PSOE de continuar la táctica de Podemos con los medios es muy arriesgada y puede tener efectos perniciosos tanto para su posición en el panorama español como para el conjunto, porque continúa la deriva de superficialidad del discurso político que se da cuando la televisión encauza el mensaje. Pero si lo maneja con habilidad puede darle grandes réditos, porque el fuerte de Pedro Sánchez es la imagen, y si cuida el discurso, puede dar un golpe sobre la mesa y recuperar mucho del espacio perdido. Otra cuestión es lo que ganen con ello los ciudadanos.”
Más allá de consideraciones teóricas difíciles de contrastar, parece obvio que el PSOE necesita cambiar la imagen pública para no sufrir un descalabro monumental en las próximas elecciones. Y también parece obvio que no concita las mismas simpatías un hombre barbado, esencialmente feo y a punto de la jubilación que un tipo alto, de facciones agradables, sonrisa fácil y gesto campechano… Lo que algunos, sin ánimo de enmendar la plana al señor Sartori ni a ciertos “expertos” del análisis sociológico, llamamos la estrategia fenicia. A saber: si deseas vender algo que ha de comprar un hombre, es mejor que lo ofrezca una persona de las cualidades de cualquier mujer joven, de esas que el común cataloga como “hermosas”; y si ha de adquirirlo una mujer, un varón de cualidades comparables. Y si es para ambos sexos, ambiente agradable, sonrisas, simpatía... lo que conoce cualquier buen comerciante.
Desde tan obvias consideraciones, cabría preguntarse, en las circunstancias actuales, qué porcentaje de la población española tomaría una decisión de voto, exclusivamente, por motivaciones relacionadas con esta importante circunstancia que opera, sobre todo, en territorios de “baja consciencia”. Y aún más, qué porcentaje de los potenciales votantes “de izquierda”, que ya padecieron una situación similar con el señor Zapatero, el del “talante-tatrás”, volverían a tropezar en la misma piedra.
Al parecer, la persona responsable de una iniciativa que intenta competir con la genialidad del señor Arriola, es Verónica Fumanal, que pasa por ser experta en marketing… Si es cierto, debo reconocer que sugerir al señor Sánchez intervenir en un programa “del corazón” (con audiencia de un grupo sociológico de cualidades nítidas) y en otro de entretenimiento de perfil “más joven” (audiencia joven), sobre el papel, puede proyectar un cambio importante en la imagen del nuevo líder del PSOE.
Desde ello me pregunto si lo que está intentando el señor Sánchez no es otra cosa que jugar la baza populista, tal y como está definida en la Wikipedia en sus acepciones más negativas, precisamente, la que, al parecer, él mismo emplea cuando habla de Podemos:
“El populismo con una significación peyorativa, que es la principalmente usada, es el uso de "medidas de gobierno populares", destinadas a ganar la simpatía de la población, particularmente si ésta posee derecho a voto, aún a costa de tomar medidas contrarias al estado democrático. Sin embargo, a pesar de las características anti-institucionales que pueda tener, su objetivo primordial no es transformar profundamente las estructuras y relaciones sociales, económicas y políticas (en muchos casos los movimientos populistas planean evitarlo) sino el preservar el poder y la hegemonía política a través de la popularidad entre las masas.”
“La estrategia del PSOE de continuar la táctica de Podemos con los medios es muy arriesgada y puede tener efectos perniciosos tanto para su posición en el panorama español como para el conjunto, porque continúa la deriva de superficialidad del discurso político que se da cuando la televisión encauza el mensaje. Pero si lo maneja con habilidad puede darle grandes réditos, porque el fuerte de Pedro Sánchez es la imagen, y si cuida el discurso, puede dar un golpe sobre la mesa y recuperar mucho del espacio perdido. Otra cuestión es lo que ganen con ello los ciudadanos.”
Más allá de consideraciones teóricas difíciles de contrastar, parece obvio que el PSOE necesita cambiar la imagen pública para no sufrir un descalabro monumental en las próximas elecciones. Y también parece obvio que no concita las mismas simpatías un hombre barbado, esencialmente feo y a punto de la jubilación que un tipo alto, de facciones agradables, sonrisa fácil y gesto campechano… Lo que algunos, sin ánimo de enmendar la plana al señor Sartori ni a ciertos “expertos” del análisis sociológico, llamamos la estrategia fenicia. A saber: si deseas vender algo que ha de comprar un hombre, es mejor que lo ofrezca una persona de las cualidades de cualquier mujer joven, de esas que el común cataloga como “hermosas”; y si ha de adquirirlo una mujer, un varón de cualidades comparables. Y si es para ambos sexos, ambiente agradable, sonrisas, simpatía... lo que conoce cualquier buen comerciante.
Foto tomada de El futuro socialista |
Al parecer, la persona responsable de una iniciativa que intenta competir con la genialidad del señor Arriola, es Verónica Fumanal, que pasa por ser experta en marketing… Si es cierto, debo reconocer que sugerir al señor Sánchez intervenir en un programa “del corazón” (con audiencia de un grupo sociológico de cualidades nítidas) y en otro de entretenimiento de perfil “más joven” (audiencia joven), sobre el papel, puede proyectar un cambio importante en la imagen del nuevo líder del PSOE.
Desde ello me pregunto si lo que está intentando el señor Sánchez no es otra cosa que jugar la baza populista, tal y como está definida en la Wikipedia en sus acepciones más negativas, precisamente, la que, al parecer, él mismo emplea cuando habla de Podemos:
“El populismo con una significación peyorativa, que es la principalmente usada, es el uso de "medidas de gobierno populares", destinadas a ganar la simpatía de la población, particularmente si ésta posee derecho a voto, aún a costa de tomar medidas contrarias al estado democrático. Sin embargo, a pesar de las características anti-institucionales que pueda tener, su objetivo primordial no es transformar profundamente las estructuras y relaciones sociales, económicas y políticas (en muchos casos los movimientos populistas planean evitarlo) sino el preservar el poder y la hegemonía política a través de la popularidad entre las masas.”
Quizás hoy debiéramos matizar este párrafo aludiendo al concepto de "mayoría silenciosa", es decir a las personas que tienen escasa actividad sociopolítica pero que tienen derecho a votar... Pero mucho me temo que si su estrategia política pasa por enmascarar la escasa diferencia que hay entre la praxis política del PSOE y la del PP, tras un cortina de populismo barato, se está metiendo en un callejón sin salida, porque aunque le estén vendiendo esta fórmula como bálsamo de fierabrás para compensar el "efecto Podemos", creo que los procesos de transformación política tienen un fundamento mucho menos populista, infinitamente más racionales.
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