Antonio López y el cuadro interminable

Por Mivilla

El pasado martes, ABC publicó una entrevista a Antonio López, pintor que todos conocemos. El motivo fue que por fin ha terminado el cuadro de la Familia de Juan Carlos I, después de 20 años. Sí, veinte. Se expone en una muestra que comprende los retratos de las familias reales desde el siglo XV hasta nuestros días. A propósito de esto, he echado un vistazo a la web de patrimonio para esta exposición y la verdad es que deja bastante que desear. Sólo diré que a obra de escultura la llaman 360º. Claro que se puede admirar desde todos los ángulos y perspectivas posibles, pero ¿no sería más fácil y comprensible llamarlo esculturas? Lógicamente para ellos no.
Finalizado este pequeño paréntesis, Antonio López ha contestado a unas preguntas un tanto curiosas, por no decir otra cosa. Algunas de esas preguntas me parecen ridículas, como: “¿Está firmado? ¿Y fechado?”. Es un artista de renombre y cuando tienes cierto prestigio necesitas de esa firma para saber que es tuyo. Aunque no ponga tu nombre y apellidos, al menos tiene que tener una marca concreta, una especie de copyright, en un lugar escondido si la intención del autor es que no se vea. Y eso a mí ya me parece una firma. Obviamente para evitar temas legales tiene que llevar la firma o marca personal. Creo que esa pregunta tiene una respuesta totalmente obvia. Previamente a ésta, ha tenido que contestar a cuestiones con un montón de tópicos de artista, como si ha sido su mayor desafío o si ha llegado a romper alguna obra. La primera pregunta se puede llegar a comprender por el tiempo que ha tardado en terminarlo; pero la segunda no se puede calificar. No todos los artistas son impulsivos y arrasan con lo que no les convence o no les sale. Creo que cuando tienes cierto prestigio tienes que tener otras variables a tener en cuenta antes de hacer algo tan drástico, como romper o quemar un cuadro sabiendo el esfuerzo físico y sobre todo económico que supone construirlo. Según avanza la entrevista, va evolucionando hacia la familia Real en sí, no la del cuadro. Quizá soy algo rara pero la verdad es que no me interesa que piensa Antonio López sobre la monarquía o si piensa si les va a gustar el cuadro. Me interesa muchísimo más los aspectos técnicos o si acaso el interrogante que aparece más delante de la simbología. Lo malo es que la entrevistadora no profundiza en ello, si no que le plantea esto y acto seguido cierra el tema con que si está firmado. Para algo de lo que puede sacar partido va y lo remata con esa soberana estupidez.
Algo muy curioso es que le compara con Velázquez y con Goya. Le expone: “¿Le ha pesado continuar una tradición pictórica española de retratos reales con ejemplos tan espléndidos como «Las Meninas», de Velázquez, o «La Familia de Carlos IV» de Goya?”, para, acto seguido,comentarlela osadía que sería ver a otro artista ayudándole con el cuadro. ¿Hace falta comentar que le esté llamando genio cuando ponerle a la altura de dos de los más grandes pintores de la historia puede ser bastante discutible? Creo que no.

Foto El Mundo, Alberto di Lolli

Para finalizar la entrevista, le pregunta sobre la situación actual en España. ¿En serio? “Bueno, como ya hemos hablado mucho (por encima) de este tema, cuénteme: ¿qué opina de Podemos, Cataluña y la corrupción?”. Totalmente absurdo. ¿A alguien le importa lo que opine este señor sobre política? Tampoco es que sus opiniones sean nada fuera de lo común pero parece que la entrevistadora intenta que simpatice con las ideas de su periódico, si no todas, algunas de ellas.
A mi parecer, no es una entrevista profunda, sólo plantea tópicos y opiniones personales del artista en temas alejados de la pintura. Claro que le pregunta cuestiones técnicas pero da la impresión que es por cumplir con el tema de la entrega de la obra. Le da mucha más importancia al aspecto personal del artista que al cuadro.Por supuesto es importante el autor, ya que ha sido quien lo ha pintado, pero se aleja de la obra para centrarse en el sensacionalismo que provoca que un artista haya tardado tanto tiempo en terminar el encargo.