Por RoF
Este es el título de la nueva exposición inaugurada en el Prado, cuyo principal reclamo es su declarada intención de acercar el arte y, especialmente la pintura, a las personas ciegas o con algún grado de minusvalía visual. Esta iniciativa, parte de la colaboración entre la O.N.C.E. (lógicamente), la fundación Axa y el propio museo. En principio la muestra constará de seis obras, véase “La fragua de Vulcano” de Velázquez, “El Quitasol” de Goya, “Noli me tangere” de Correggio, “El caballero de la mano en el pecho” del Greco, “La Gioconda” del taller de Da Vinci y “Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio” de Van der Hamen, estando las tres últimas reproducidas a tamaño real y las otras tres a escala. Para la realización de los cuadros se ha empleado la técnica didú de los Estudios Durero, consistente en ir poniendo los diferentes planos de profundidad en distintos relieves hasta un máximo de seis milímetros.
Bien, vistos los detalles generales y aún a riesgo de parecer políticamente incorrecto, esta exposición me parece una chorrada, perdón, quería decir incongruencia. ¿Acaso tiene sentido pretender acercar el mundo del arte a las personas ciegas precisamente mediante la pintura, un tipo de arte puramente visual? Realmente este acercamiento a la pintura no es tal, puesto que lo que se hace es realzar el relieve de las figuras y objetos representados en el cuadro para que se puedan reconocer las formas mediante el tacto. No obstante, ¿dónde queda el tratamiento de la luz, dónde la gestualidad de la pincelada? Parece ser que eso no es importante, o al menos no tanto como saber que en “La fragua de Vulcano” hay unas vasijas al fondo o que “La Gioconda” está sonriendo. No conformes con eso, la experiencia se completa con unas audioguías especiales que le dicen al usuario, cómo deben tocar el cuadro, por qué zona deben empezar, cual es el siguiente fragmento que deben palpar, convirtiendo la experiencia en algo más artificial y dirigido todavía, si cabe. De esta manera se le roba al público la experiencia personal de acercarse a una obra, sepa mucho de arte o no, e interpretarla de una manera íntima y personal, de acercarse al arte de una manera subjetiva, sorprendiéndose e interpretándolo. La percepción de la obra está totalmente manipulada, desde las texturas añadidas a los cuadros simulando piel o tela, las audioguías dirigiendo el movimiento de la mano y hasta el tamaño de las obras, tres de las cuales han sido reducidas a escala, con lo que ni si quiera se puede apreciar los tamaños reales con los que trabajaban los artistas.
No quiero que parezca que estoy en contra de iniciativas que acerquen el ocio y el arte a personas que sufran de diferentes minusvalías, pero me da la impresión que muchas veces estas iniciativas tienen más como finalidad el que la institución y la fundación privada de turno se coloquen una medallita y se hagan la foto, que una verdadera reflexión acerca de qué se le puede ofrecer a estas personas y cómo se les puede ofrecer para que lo disfruten de la mejor manera posible. Por ejemplo en la exposición “Hoy toca el Prado”, se intenta acercar a las personas con discapacidad visual a la pintura, pero intentando, si no casi obligando, a que la perciban como lo haría alguien con una capacidad visual completa. En esta sociedad que cada vez se ve más abotargada por las normas sociales de lo políticamente correcto, llegamos a un punto en el que parece que todos tenemos que ser iguales, comportarnos igual y pensar igual, y cualquier opinión contraria a esto se ve rápidamente reprimida a base de reproches y corrección social. Ahora bien, es cierto que hombres y mujeres somos iguales en cuanto a derechos y obligaciones, pero también es cierto que no lo somos a nivel biológico por ejemplo. De la misma manera aquellas personas con discapacidades físicas han de disfrutar de las ventajas que nos ofrece la sociedad a todos, en este caso a nivel de ocio y cultura, pero no se puede pretender que sean ellos los que se adapten a la forma de percibir que tenemos nosotros. Ellos tienen su propia forma de percibir el mundo que les rodea y de registrar las sensaciones, y es ahí donde deben dirigirse este tipo de iniciativas, adaptándose a las peculiaridades perceptivas de estos colectivos y no intentando que ellos emulen las nuestras.
En resumen, es cierto que hay que avanzar pasos para que cualquier persona con discapacidades físicas tenga acceso al mundo del arte y la cultura, pero no vale con dar esos pasos en cualquier dirección y quedarse satisfecho, no hagamos exposiciones de cuadros para ciegos ni conciertos para sordos. Seamos coherentes, pensemos en cómo esas personas perciben el mundo y en cómo podemos aprovechar sus circunstancias especiales para ofrecerles una experiencia realmente enriquecedora. Sólo de esta manera se conseguirá una verdadera integración social.
Bien, vistos los detalles generales y aún a riesgo de parecer políticamente incorrecto, esta exposición me parece una chorrada, perdón, quería decir incongruencia. ¿Acaso tiene sentido pretender acercar el mundo del arte a las personas ciegas precisamente mediante la pintura, un tipo de arte puramente visual? Realmente este acercamiento a la pintura no es tal, puesto que lo que se hace es realzar el relieve de las figuras y objetos representados en el cuadro para que se puedan reconocer las formas mediante el tacto. No obstante, ¿dónde queda el tratamiento de la luz, dónde la gestualidad de la pincelada? Parece ser que eso no es importante, o al menos no tanto como saber que en “La fragua de Vulcano” hay unas vasijas al fondo o que “La Gioconda” está sonriendo. No conformes con eso, la experiencia se completa con unas audioguías especiales que le dicen al usuario, cómo deben tocar el cuadro, por qué zona deben empezar, cual es el siguiente fragmento que deben palpar, convirtiendo la experiencia en algo más artificial y dirigido todavía, si cabe. De esta manera se le roba al público la experiencia personal de acercarse a una obra, sepa mucho de arte o no, e interpretarla de una manera íntima y personal, de acercarse al arte de una manera subjetiva, sorprendiéndose e interpretándolo. La percepción de la obra está totalmente manipulada, desde las texturas añadidas a los cuadros simulando piel o tela, las audioguías dirigiendo el movimiento de la mano y hasta el tamaño de las obras, tres de las cuales han sido reducidas a escala, con lo que ni si quiera se puede apreciar los tamaños reales con los que trabajaban los artistas.
No quiero que parezca que estoy en contra de iniciativas que acerquen el ocio y el arte a personas que sufran de diferentes minusvalías, pero me da la impresión que muchas veces estas iniciativas tienen más como finalidad el que la institución y la fundación privada de turno se coloquen una medallita y se hagan la foto, que una verdadera reflexión acerca de qué se le puede ofrecer a estas personas y cómo se les puede ofrecer para que lo disfruten de la mejor manera posible. Por ejemplo en la exposición “Hoy toca el Prado”, se intenta acercar a las personas con discapacidad visual a la pintura, pero intentando, si no casi obligando, a que la perciban como lo haría alguien con una capacidad visual completa. En esta sociedad que cada vez se ve más abotargada por las normas sociales de lo políticamente correcto, llegamos a un punto en el que parece que todos tenemos que ser iguales, comportarnos igual y pensar igual, y cualquier opinión contraria a esto se ve rápidamente reprimida a base de reproches y corrección social. Ahora bien, es cierto que hombres y mujeres somos iguales en cuanto a derechos y obligaciones, pero también es cierto que no lo somos a nivel biológico por ejemplo. De la misma manera aquellas personas con discapacidades físicas han de disfrutar de las ventajas que nos ofrece la sociedad a todos, en este caso a nivel de ocio y cultura, pero no se puede pretender que sean ellos los que se adapten a la forma de percibir que tenemos nosotros. Ellos tienen su propia forma de percibir el mundo que les rodea y de registrar las sensaciones, y es ahí donde deben dirigirse este tipo de iniciativas, adaptándose a las peculiaridades perceptivas de estos colectivos y no intentando que ellos emulen las nuestras.
En resumen, es cierto que hay que avanzar pasos para que cualquier persona con discapacidades físicas tenga acceso al mundo del arte y la cultura, pero no vale con dar esos pasos en cualquier dirección y quedarse satisfecho, no hagamos exposiciones de cuadros para ciegos ni conciertos para sordos. Seamos coherentes, pensemos en cómo esas personas perciben el mundo y en cómo podemos aprovechar sus circunstancias especiales para ofrecerles una experiencia realmente enriquecedora. Sólo de esta manera se conseguirá una verdadera integración social.
"Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa por el contrario que lo justo es lo desigual, y así es, pero no para todos, sino para los desiguales" A
ResponderEliminarEstando de acuerdo en este punto sólo quiero apuntar un par de cosas sobre algo que has mencionado.
"es cierto que hombres y mujeres somos iguales en cuanto a derechos y obligaciones, pero también es cierto que no lo somos a nivel biológico por ejemplo"
Creo que el "somos iguales" viene un poco lejos de la realidad; un deberíamos tendría más sentido. Y a nivel biológico tampoco somos iguales ni entre hombres o mujeres; no me parece que sea realmente una diferencia condicionante como lo puede ser la individualidad de cada individuo.