miércoles, 14 de enero de 2015

Museo municipal de escultura Mateo Hernández.

Por Ivago

Mateo Hernández nace en Béjar en el año 1884. Su padre, cantero y maestro de obras, fue quien lo acercó, desde muy pequeño, al trabajo de la talla en piedra, la cual marcará la trayectoria de este amante de la piedra.
En 1906 se traslada a Salamanca; unos meses después, con una pensión de la diputación de Salamanca, se traslada a Madrid a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando; su paso fue breve, debido a que  las enseñanzas que se impartían en aquel momento, orientadas hacia el diseño de la obra y realizadas con la del modelado, no le interesaban. Él quiere profundizar en la escultura en piedra, la talla directa, pero esta técnica era considerada mas de artesanos que de artistas; decepcionado, decide regresar a Salamanca.
En 1911 realiza un primer viaje a París, ciudad que le dejara deslumbrado. En 1913 se instalara definitivamente en la capital. Los primeros años son duros, sin dinero, sin materiales, sin modelos, acude al “ Jardín des Plantes “ a dibujar animales, hasta que consigue su primer bloque de piedra y talla su primera obra, una pequeña cierva.
Contacta con varios artistas de la época y empieza a establecer relaciones, pero siempre manteniéndose al margen, porque se sentía orgulloso de su soledad.
En octubre de 1920 se presenta al XIII Salón de Otoño con ocho piezas, entre la que destaca su pantera de Java. Esta exposición fue su primer éxito de critica y publico. Unos meses mas tarde venderá la famosa pantera que será la que le abrirá las puertas de numerosas ofertas que fueron declinadas.


Desde la década de los años veinte hasta su fallecimiento en París el 25 de noviembre de 1949, Mateo se presenta a numerosas exposiciones en París y recibe varios reconocimientos.
A pesar de las dificultades y el alto coste económico que supone que las obras viajen fuera de Francia también realiza alguna exposición, como las organizadas en Madrid en 1927 por la Sociedad Española de Amigos del Arte o la realizada en la Brummer Gallery de Nueva York en 1935.
A diferencia de otros artistas que trabajaban la piedra, Mateo trabajaba cincel en mano, cada una de sus obras, no contaba con asistentes que le hicieran la obra, y la talla era directa, sin usar el sacado de puntos.
En este sentido el se veía cómo el gran Miguel Ángel, que se enfrentaban directamente a la obra.
Mateo era totalmente contrario al modelado, su pasión era la piedra, y siempre elegía las mas duras que podía encontrar; creía que cuanto mas dura fuera, mas durabilidad tendría.  A pesar de la dureza de las piedras, conseguía unos detalles y unos acabados que denotaban una gran destreza y un conocimiento altísimo del material al cual se enfrentaba, deleitándonos con obras que a simple vista parecen simples, pero que albergan una complejidad asombrosa.

Llevaba tiempo queriendo ver este museo, inaugurado en 1980, cuenta con medio centenar de obras del escultor bejarano, que tras su muerte donó su legado al Estado una cantidad importante de obras, que por su carácter y el apego que tenía a ellas no fueron vendidas y que gracias a eso podemos contemplarlas y disfrutar de ellas.


Sinceramente creo que es una pena que un museo como este se encuentre en una localidad como Béjar, no tengo nada en contra de ella; al contrario, me parece un pueblo con un entorno que para los amantes de la naturaleza resultará encantador.
Bien es cierto que el Museo Reina Sofía, cuenta con obras del escultor, varias esculturas, entre las que destaca una de su obras maestras, La Bañista, y varias pinturas y dibujos, pero creo que si este museo estuviera ubicado en Madrid, por ejemplo, de unas tres mil visitas que tiene en la actualidad anualmente, cambiarían drásticamente esas cifras y acercaría la obra de este genial escultor a un publico mas amplio.
Según me comentaba la chica que estaba cuidando el museo, viene gente desde todas las partes del mundo a ver de cosa echa el museo, un porcentaje pequeño, pero lo hay; a mi me resultaba curioso que un asiático, dentro de sus vacaciones por España, se programara ir a Bejar a ver el museo, y que gente de Madrid que está a dos horas y media de Bejar le resulte pesado perder un día en ir a visitar el museo y ya de paso la localidad; en fin, cuanto menos, me resultó curioso lo que me contaba la responsable del museo.

1 comentario:

  1. Estimado Ivago.
    Me alegro de que te haya gustado el Museo Mateo Hernández de Béjar. La obra de este escultor es muy interesante, y como recoges en el post, donó un buen número de piezas al Estado español, que hace años decidió dejar en depósito la mayoría de esas obras a la ciudad natal del artista, después de que permanecieran durante años en varios sótanos de Madrid (como ocurre con otra de sus obras, la Pantera Kerrigan, que el MET neoyorkino custodia sin exponer).
    Mateo Hernández en Madrid sería una gota de agua en el fondo en una botella de plástico almacenada en un sótano. En Béjar tiene un museo, modesto, pero museo, en el que se puede admirar.
    Un cordial saludo.

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