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Las tentaciones de San Antonio (ha 1540), Pieter Coecke van Aelst |
¿Ley mordaza? ¡Qué tontería! Nada valen apocalípticos, relatores de la ONU ni editorialistas de New York Times si frente a la complejidad de las sagradas tradiciones asociadas a nuestra médula cultural, nuestra peculiar idiosincrasia, se impone la voluntad de emular las vidas ejemplares de quienes nos precedieron en oficio de santidad. El ministro Jorge Fernández Díaz, como San Antonio, hubo de soportar las tentaciones del Maligno en forma de mujer desnuda. Por fortuna, ahí estaban los serafines, querubines y demás adalides del orden divino que, con actitudes decididas, enérgicas y apropiadas a las prevenciones de las santas tradiciones, se abalanzaron sobre la personificación de la nueva Medea para colocar la rodilla vengadora sobre su cabeza.
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Foto Elconfidencial |
Puede que algunos juzguen desproporcionada la acción, pero... ¿quien no ha oído hablar sobre el poder nefando de los pechos albos y generosos? La nueva Ley de Seguridad Ciudadana no es una "ley mordaza" sino "una sabía medida para preservar nuestras esencias patrias" ante situaciones como esa... Situaciones como esa ponen de manifiesto la "necesidad" de contar con "mecanismos" que nos aseguren, protejan y, al mismo tiempo, nos dejen a cubierto de toda perversión. Ahora que algunos diseñan leyes que parecen destinadas a recuperar la esclavitud —¿es mejor ser esclavo que estar en paro?—, no desentonaría apostar por la utilidad de la Santa Inquisición: los autoproclamados "ciudadanos de bien", profetas histriónicos del orden feudal, se sentirían mucho más libres y seguros.
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