La señora Botella quiso cerrar su mandato al frente del Ayuntamiento de Madrid con la inauguración de la tumba de Cervantes… Una lápida ofrece un texto de la última novela de don Miguel, al parecer, elegido por la Real Academia Española:
Tres monjas trinitarias, sirias y envaradas, transportaron solemnemente otros tantos sarcófagos donde estaban los restos de don Miguel de Cervantes Saavedra..
En el acto solemne estaban presentes autoridades religiosas, civiles —entre ellas el director de la Real Academia Española—. Todo estaba en su sitio… según los criterios estéticos de los sectores ultracentristas, que juzgaron muy adecuado, incluso, ambientar el evento con música militar.
Bueno, no todo, porque las letras, que en ocasiones tienen vida propia, jugaron una mala pasada a quienes, como de costumbre, deseaban emplear “el apoyo a la cultura” para modelar la imagen conveniente para sus intereses políticos. Y en la lápida conmemorativa se deslizó una “errata”: “Segismunda” por Sigismunda. Obviamente, estas cosas le pasan a cualquiera. ¿Quién puede presumir de no haber metido la pata en situaciones comparables? Las “iniciativas” de los programas de tratamiento de textos nos hacen asumir errores casi en tantas ocasiones como las engendradas por nuestra ignorancia. Pero si lo que más nos interesa de Cervantes son las posibilidades de negocio abiertas por su recuerdo, en lugar de por las cualidades de sus obras, las posibilidades de que emerjan incongruencias crecen.
Ciertos sectores se han rasgado las vestiduras y han ridiculizado “la incultura” de la señora Botella y sus asesores… Pero entiendo que en un país como éste, donde prácticamente nadie ha leído El Quijote y apenas un puñado de personas, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, habría sido milagros que las cosas fluyeran de otro modo. Lo más probable es que la “errata” fuera efecto de una acción bienintencionada:
—¿Sigismunda? Se han equivocado: pon Segismunda…
La cita elegida
La cita elegida no pertenece propiamente a Los trabajos de Persiles y Sigismund, sino a la dedicatoria untuosa —según costumbres de la época— que Miguel de Cervantes dedicó a “don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, de Andrade, de Villalba; marqués de Sarriá, gentilhombre de la Cámara de su Majestad, presidente del Consejo Supremo de Italia, comendador de la Encomienda de la Zarza, de la Orden de Alcántara”:
"Aquellas coplas antiguas, que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan:
quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras la puedo comenzar, diciendo:
Ayer me dieron la Estremaunción y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a Vuesa Excelencia; que podría ser fuese tanto el contento de ver a Vuesa Excelencia bueno en España, que me volviese a dar la vida. Pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos, y por lo menos sepa Vuesa Excelencia este mi deseo, y sepa que tuvo en mí un tan aficionado criado de servirle que quiso pasar aun más allá de la muerte, mostrando su intención. Con todo esto, como en profecía me alegro de la llegada de Vuesa Excelencia, regocíjome de verle señalar con el dedo, y realégrome de que salieron verdaderas mis esperanzas, dilatadas en la fama de las bondades de Vuesa Excelencia. Todavía me quedan en el alma ciertas reliquias y asomos de Las semanas del jardín, y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena ventura mía, que ya no sería ventura, sino milagro, me diese el cielo vida, las verá, y con ellas fin de La Galatea, de quien sé está aficionado Vuesa Excelencia. Y, con estas obras, continuando mi deseo, guarde Dios a Vuesa Excelencia como puede. De Madrid, a diez y nueve de abril de mil y seiscientos y diez y seis años.
Con tantos textos de cualidades literarias ejemplares redactados por Cervantes, ¿por qué eligieron los señores académicos una cita "tan peculiar"? Obviamente las palabras de la lápida son su propio epitafio, pero remiten a un contexto que no sé si encaja bien con la trascendencia universal de su obra y con las circunstancias de su recuerdo ejemplar. ¿Convenía recordar que Cervantes besaba los pies del conde de Lemos? ¿No hubiera sido más oportuno recoger algo más celebrado? Y en cuento a elegir, precisamente, Los trabajos de Persiles y Sigismunda... ¿Por qué enfatizar una obra de planteamiento literario e ideológico conservador? Queden las preguntas en el aire por si alguien se anima a polemizar, porque si las piedras hablan, la epigrafía canta...
Los políticos y la Cultura
Para hacer un “monumento funerario a Cervantes", se impone, obviamente, recurrir al asesoramiento de "los expertos", de personas bien documentadas. Y así lo hicieron quienes gestionaron el asunto. Pero los juicios de "los expertos" han de aplicarlos personas de "formación cultural media" y en España "la formación cultural media" es... "peculiar". Si obviamos esta anomalía y forzamos el orden de prioridades que sintonice mejor con nuestros recursos ideológicos, cabe la posibilidad de componer un cóctel explosivo. En este caso, se forzó la relevancia de los factores religioso y militar, y el asunto literario quedó relegado a ¿un segundo plano? Son las consecuencias de entender la Cultura como elemento instrumental, como opción útil para quienes, ante todo, pretenden ganar dinero.
Pero en el caso de la señora Botella no llueve sobre mojado sino sobre inundación, porque seguramente jamás existió alcalde o corregidor tan proclive a tirar coces al español —no sólo a la lengua de Shakespeare—, según las normas definidas desde la Real Academia Española...
Y el “broche de oro” con el que la señora Botella deseaba marcar el fin de su alcaldía culminó en monumental cagada… Así debía ser para dejar claras unas cuantas cosas sobre su mandato, pero también para poner sobre la mesa las consecuencias de una formación cultural tan peculiar como la nuestra.
Según indican los medios, de inmediato, la alcaldesa (hoy, "ex-alcaldesa") dio órdenes para desfacer el entuerto...
Pero insisto en que, en una sociedad donde no se comprende la diferencia entre "cultura creativa" (Cultura) y "cultura popular" (cultura), estas cosas le pueden suceder a cualquiera....
“El tiempo es breve,
Las ansias crecen,
Las esperanzas menguan,
Y, con todo esto,
Llevo la vida sobre el deseo
Que tengo que vivir”
Los trabajos de Persiles y Segismunda
Tres monjas trinitarias, sirias y envaradas, transportaron solemnemente otros tantos sarcófagos donde estaban los restos de don Miguel de Cervantes Saavedra..
En el acto solemne estaban presentes autoridades religiosas, civiles —entre ellas el director de la Real Academia Española—. Todo estaba en su sitio… según los criterios estéticos de los sectores ultracentristas, que juzgaron muy adecuado, incluso, ambientar el evento con música militar.
Bueno, no todo, porque las letras, que en ocasiones tienen vida propia, jugaron una mala pasada a quienes, como de costumbre, deseaban emplear “el apoyo a la cultura” para modelar la imagen conveniente para sus intereses políticos. Y en la lápida conmemorativa se deslizó una “errata”: “Segismunda” por Sigismunda. Obviamente, estas cosas le pasan a cualquiera. ¿Quién puede presumir de no haber metido la pata en situaciones comparables? Las “iniciativas” de los programas de tratamiento de textos nos hacen asumir errores casi en tantas ocasiones como las engendradas por nuestra ignorancia. Pero si lo que más nos interesa de Cervantes son las posibilidades de negocio abiertas por su recuerdo, en lugar de por las cualidades de sus obras, las posibilidades de que emerjan incongruencias crecen.
Ciertos sectores se han rasgado las vestiduras y han ridiculizado “la incultura” de la señora Botella y sus asesores… Pero entiendo que en un país como éste, donde prácticamente nadie ha leído El Quijote y apenas un puñado de personas, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, habría sido milagros que las cosas fluyeran de otro modo. Lo más probable es que la “errata” fuera efecto de una acción bienintencionada:
—¿Sigismunda? Se han equivocado: pon Segismunda…
Imagen tomada de icorso |
La cita elegida no pertenece propiamente a Los trabajos de Persiles y Sigismund, sino a la dedicatoria untuosa —según costumbres de la época— que Miguel de Cervantes dedicó a “don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, de Andrade, de Villalba; marqués de Sarriá, gentilhombre de la Cámara de su Majestad, presidente del Consejo Supremo de Italia, comendador de la Encomienda de la Zarza, de la Orden de Alcántara”:
"Aquellas coplas antiguas, que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan:
Puesto ya el pie en el estribo,
quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras la puedo comenzar, diciendo:
Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, ésta te escribo.
Criado de Vuesa Excelencia,
Miguel de Cervantes."
Los políticos y la Cultura
Para hacer un “monumento funerario a Cervantes", se impone, obviamente, recurrir al asesoramiento de "los expertos", de personas bien documentadas. Y así lo hicieron quienes gestionaron el asunto. Pero los juicios de "los expertos" han de aplicarlos personas de "formación cultural media" y en España "la formación cultural media" es... "peculiar". Si obviamos esta anomalía y forzamos el orden de prioridades que sintonice mejor con nuestros recursos ideológicos, cabe la posibilidad de componer un cóctel explosivo. En este caso, se forzó la relevancia de los factores religioso y militar, y el asunto literario quedó relegado a ¿un segundo plano? Son las consecuencias de entender la Cultura como elemento instrumental, como opción útil para quienes, ante todo, pretenden ganar dinero.
Pero en el caso de la señora Botella no llueve sobre mojado sino sobre inundación, porque seguramente jamás existió alcalde o corregidor tan proclive a tirar coces al español —no sólo a la lengua de Shakespeare—, según las normas definidas desde la Real Academia Española...
Y el “broche de oro” con el que la señora Botella deseaba marcar el fin de su alcaldía culminó en monumental cagada… Así debía ser para dejar claras unas cuantas cosas sobre su mandato, pero también para poner sobre la mesa las consecuencias de una formación cultural tan peculiar como la nuestra.
Según indican los medios, de inmediato, la alcaldesa (hoy, "ex-alcaldesa") dio órdenes para desfacer el entuerto...
Pero insisto en que, en una sociedad donde no se comprende la diferencia entre "cultura creativa" (Cultura) y "cultura popular" (cultura), estas cosas le pueden suceder a cualquiera....
ajajajajja me encanta
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