Tampoco el museo de Beja es un ejemplo a imitar; se aprecia demasiado la precariedad de medios. Cuando lo visitamos estaban realizando obras que dificultaban el acceso a algunas piezas... Comprende dos edificios separados a tiro de piedra: el convento de la Concepción, reconvertido en 1927, y la iglesia de San Amaro, donde estuvo una de las iglesias cristianas más antiguas de Portugal.
En el Convento de la Concepción existe una colección de capiteles romanos que es posible agrupar según las cuatro tipologías más frecuentes durante el pleno imperio: corintios, corintizantes, compuestos y jónicos
Los cinco corintios están en muy estropeados: han perdido las volutas angulares (sólo uno rompe le regla); dos de ellos fueron retallados hasta perder los ábacos; a otros dos les falta la parte inferior del cesto. Teniendo en cuenta el tipo de acanto que aún documenta uno de ellos y la naturaleza del arranque del florón, muy esbelto, podrían ser piezas realizadas entre los siglos I y II.
Los cuatro capiteles compuestos responden a la misma sub-tipología, aunque uno de ellos está muy erosionado. Se caracterizan por una talla bastante carnosa y por los motivos florales dispuestos en la parte superior del cuerpo inferior, debajo del contario. Existen paralelos en casi todos los puntos del Imperio donde la implantación fue relevante: en Mérida han aparecido varios comparables (Barrera, 104 y ss); también en Sevilla y, por supuesto, en la mezquita aljama de Córdoba.
Los de Beja, por el tipo de acanto y el carácter de la ornamentación, están muy alejados de los hipotéticos prototipos reutilizados en el mausoleo de Santa Constanza y muy próximos a los aparecidos en las termas de Caracalla; en consecuencia, debieron ser realizados entre finales del siglo II y comienzos del III.
Esta modalidad, frecuente en la Bética, fue empleada como referencia para el capitel compuesto califal, de cualidades similares, si exceptuamos el distinto tratamiento del relieve y la modulación de los diferentes elementos del conjunto ornamental.
Los dos corintizantes, concebidos ambos para coronar pilares de sección cuadrada, y seguramente pertenecientes al mismo edificio, responden a la variedad "liriforme", con muchos paralelos documentados también en todos los puntos del Imperio Romano; por el carácter de sus elementos ornamentales, deberíamos situarlos durante la primera mitad del siglo II.
Los jónicos, también en mal estado de conservación, pudieron ser realizados entre los siglos II y III, aunque debo advertir al lector que este tipo de capiteles me crea muchos problemas de clasificación. Rconozco estar marcado por el origen de mi interés hacia la Alta Edad Media, y porque la modalidad jónica prácticamente desaparece con la disolución de la Antigüedad, pero el lector también debe tener en cuenta que los estudios sobre estos elementos, publicados por los diferentes especialistas, suelen estar condicionados por la escasez de piezas de cada fase.
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