No me extraña que, contemplada desde el exterior, la situación política española parezca sumamente confusa; sin embargo, desde el interior, acaso por previsible, es relativamente fácil de entender: aquí sólo hay un problema real: qué hacer para que no se note demasiado que es "muy importante" cauterizar la herida creada por los votos entregados por la ciudadanía a Podemos. Las propuestas de sus líderes, por otra parte, bastante razonables, han disparado todas las "alarmas", convenientemente enfatizadas por los grandes medios de comunicación. Hasta los barones del PSOE y del PP se han sumado a las letanías pergeñadas por el genio del emuladores de Goebbels: Venezuela, Irán, chavismo, ETA, Venezuela, Irán chavismo, ETA, etc. El mantra, que pudiera parecer insulto a la inteligencia de los ciudadanos medianamente informados, seguramente tiene por objeto bloquear la pérdida de votos "pasivos", es decir. de las personas menos informadas. Convertida la letanía en lugar común, hasta los niños la repiten con actitud de saber cosas importantes. El otro día, un amigo preguntó a un niño de 11 años en mi presencia qué le parecía Pablo Iglesias. Y el niño respondió saturado de sabiduría:
"—Ese es un gilipollas."
Por encima de las incertidumbres ofrecidas por los medios de comunicación convencionales, el punto de arranque está claro y el desenlace también: pase lo que pase, suceda lo que suceda, incluso aunque se caiga el cielo sobre nuestras cabezas, aunque nos inunden mil tsunamis, aunque se muevan las tierras y caigan hasta las torres de la iglesias modestas, Podemos se quedará al margen del gobierno. Así lo acreditan indirectamente todos los días, con machaconería de Vulcano enloquecido, los medios de comunicación, en lo que despunta como el fenómeno de manipulación informativa más imponente que jamás haya conocido la reciente Historia de España; ni en tiempos de Franco sucedió nada similar (obviamente, pasados los años comprendidos entre el fin de la Guerra Civil y el desenlace de la II Guerra Mundial).
Desde ese axioma, quedarían dos posibilidades: un gobierno del PP, personalizado en el señor Rajoy o en otro personaje, apoyado tácitamente por PSOE y Ciudadanos, o uno del PSOE, con el respaldo asimismo tácito de las otras dos fuerzas. En el primer caso, nos encontraríamos ante un nuevo gobierno escasamente dotado para superar el desbordamiento de la corrupción; los votantes del PP acaso permanecieran inquebrantables al desaliento, pero... ¿qué sucedería con los del PSOE? Y en el segundo caso, los resultados serían aún más incómodos, porque tanto los votantes del PP como los del PSOE acabarían especialmente irritados. Si unimos a ello la segura llegada de un nuevo ajuste, que activará nuevas olas de protesta social, comprenderemos las razones por las que Mariano Rajoy y Pedro Sánchez compiten por cederse el paso; como en el chiste, "pasa tú, que a mí me da mucha risa".
¿He dicho que sólo caben dos posibilidades? ¿Y convocar elecciones? Sabiendo que muy probablemente se acabarían uniendo Podemos e IU, la situación podría "empeorar" aún más. Olvidada, pues, esa opción, sabiendo que "los populistas" no pueden entrar en el Gobierno, teniendo en cuenta las limitaciones del PSOE, amenazado por la pérdida de votos, y los condicionantes del PP, agarrotado por una corrupción estructural que podría desbordarse en Europa, aparece una tercera vía, acaso la única vía: que el rey proponga una solución audaz y "de centro", y encargue al señor Rivera la formación de un gobierno para materializar el gran Pacto de Estado preconizado por "todos". De ese modo, se podría ofrecer a los medios predispuestos a la lisonja, la posibilidad de enfatizar la relevancia del monarca que, con su iniciativa, habría justificado su función resolviendo un enredo peligroso para el interés general. Asimismo, la fórmula serviría para "superar" la corrupción y el PSOE podría presentarse en situación airosa, con voluntad de sacrificarse por el "bien de España", en tono de gracejo andaluz... Ya se encargarían los medios de enfatizar las bondades de la fórmula que, incluso, podría substanciarse en torno a un pacto con las vaguedades habituales; y hasta con una reforma constitucional, por supuesto, atada y bien atada.
Treinta años después —en España, los problemas se resuelven con tiempo—, por fin, con los de Podemos amontonados en el gallinero, la "Operación Roca" culminaría satisfactoriamente... con un catalán guapo, elegante y de verbo fácil, al frente del gobierno español. ¿Cabe solución más brillante?
Ojalá me equivoque, pero...
"—Ese es un gilipollas."
Por encima de las incertidumbres ofrecidas por los medios de comunicación convencionales, el punto de arranque está claro y el desenlace también: pase lo que pase, suceda lo que suceda, incluso aunque se caiga el cielo sobre nuestras cabezas, aunque nos inunden mil tsunamis, aunque se muevan las tierras y caigan hasta las torres de la iglesias modestas, Podemos se quedará al margen del gobierno. Así lo acreditan indirectamente todos los días, con machaconería de Vulcano enloquecido, los medios de comunicación, en lo que despunta como el fenómeno de manipulación informativa más imponente que jamás haya conocido la reciente Historia de España; ni en tiempos de Franco sucedió nada similar (obviamente, pasados los años comprendidos entre el fin de la Guerra Civil y el desenlace de la II Guerra Mundial).
Desde ese axioma, quedarían dos posibilidades: un gobierno del PP, personalizado en el señor Rajoy o en otro personaje, apoyado tácitamente por PSOE y Ciudadanos, o uno del PSOE, con el respaldo asimismo tácito de las otras dos fuerzas. En el primer caso, nos encontraríamos ante un nuevo gobierno escasamente dotado para superar el desbordamiento de la corrupción; los votantes del PP acaso permanecieran inquebrantables al desaliento, pero... ¿qué sucedería con los del PSOE? Y en el segundo caso, los resultados serían aún más incómodos, porque tanto los votantes del PP como los del PSOE acabarían especialmente irritados. Si unimos a ello la segura llegada de un nuevo ajuste, que activará nuevas olas de protesta social, comprenderemos las razones por las que Mariano Rajoy y Pedro Sánchez compiten por cederse el paso; como en el chiste, "pasa tú, que a mí me da mucha risa".
Imagen procedente de youtube |
Treinta años después —en España, los problemas se resuelven con tiempo—, por fin, con los de Podemos amontonados en el gallinero, la "Operación Roca" culminaría satisfactoriamente... con un catalán guapo, elegante y de verbo fácil, al frente del gobierno español. ¿Cabe solución más brillante?
Ojalá me equivoque, pero...
Posiblemente sería la mejor solución, pero cabría igualmente la posibilidad que Podemos se quedara solo en la oposición y adquirirían más poder. Se están filtrando partidos que obedecen a intereses extranjeros,es la forma como comienza una invasión, junto al "divide y vencerás"
ResponderEliminar«Invasiones y partidos que obedecen a intereses extranjeros» ... ¿? Por favor, esto es un blog serio. Para dejarse manipular y hablar sin estar informado ya están los bares.
EliminarTal vez sea David Salvador el que no esté bien informado.
EliminarMarcelo estas hecho un Maquiavelo!
ResponderEliminar