Santa Sofía de Benevento es una iglesia relacionada con el dominio de los longobardos, que señorearon sobre las instituciones durante 200 años (entre 568 y 774), hasta que fueron derrotados por Carlomagno. Según las fuentes, la iglesia fue construida hacia el año 760, al parecer, con pretensiones de imitar la capilla palatina de Liutprnado de Pavía, mediante un planteamiento arquitectónico que algunos relacionan con las tradiciones bizantinas. Benevento participó de los fenómenos históricos mencionados al tratar de San Nicolás de Bari
También aquí, durante el siglo XII fueron modificados algunos elementos de la fachada y de las instalaciones anexas: la iglesia pasó a formar parte de un monasterio femenino que, muy probablemente, impuso nuevas necesidades arquitectónicas, diferentes a las generadas como iglesia de entidad palatina; fruto de esas necesidades se articuló un complejo arquitectónico próximo a lo que hoy subsiste, fruto de una restauración concebida, precisamente, con ese fin.
La zona, de fuerte actividad sísmica, sufrió varios terremostos, entre los que destacaron el del siglo X y, sobre todo, el de 1688, que arrasó la región de Benevento y produjo solo en esta población más de 2.000 víctimas. Fruto de ello se hundió la bóveda y fue destrozado el pórtico añadido durante el siglo XII.
Fue restaurada durante el siglo XVIII mediante una intervención parcialmente eliminada en la remodelación de 1957, con criterios no reconocidos por todo el mundo. En todo caso, lo que hoy vemos seguramente "se parece" a la iglesia original del siglo VIII, con excepción de la fachada, única concesión a las aportaciones barrocas.
En la actualidad, tanto la iglesia como el claustro están integrados en el Museo del Sannio, cuya historia se remonta al siglo XIX y que experimentó una ampliación importante al terminar la Segunda Guerra Mundial, "gracias" a la acumulación de restos ocasionados por los bombardeos. Fue remodelado con criterios "actuales", según un proyecto de Ezio De Felice, Eirene Sbriziolo y Roberto Fedele, finalizado en 1999, que no pasará a la historia entre los mejores de su especie. En la actualidad, el museo integra las edificaciones medievales, un anexo moderno y una instalación separada del conjunto, poco accesible al turista, donde se exhiben, en condiciones excesivamente teatralizadas, unas cuantas piezas de escultura romana de cierta entidad.
Tiene planta peculiar, a modo de estrella exagonal irregular con frente de tres ábsides ciegos, que genera varios espacios recubiertos por bóvedas yuxtapuestas, que unas veces descansan sobre columnas y otras sobre pilastras, para crear un volumen de transición eficaz pero muy fragmentado y de apariencia anómala porque los arcos de ladrillo sustentantes no arrancan de cimacios sino directamente del ábaco de capiteles reutilizados.
La cúpula descansa sobre muros enlucidos para facilitar la acción de la luz, que penetra mediante cuatro ventanales de concepción asimismo "extraña". El resultado final, el que podemos contemplar en la actualidad, es estéticamente aceptable, pero bastante artificioso y notablemente oscuro. Es de suponer que, en origen, el ambiente fuera aún más obscuro: las paredes enlucidas estarían pintadas mediante motivos afines a los que aún subsisten, especialmente interesantes para acercarse a la cultura italiana bajo dominio longobardo.
Para quien no esté familiarizado con la cultura lombarda, es importante tener en cuenta que existen dos edificios que determinan lo más relevante de la producción arquitectónica de aquellos 200 años y que ocupan puntos "diametralmente extremos" en la península Italiana: Santa Sofía de Benevento y el templo de Cividale del Friuli. Ese alejamento determina una "irregularidad" desconcertante para quien se empeñe en estudiar la historia de la cultura desde el prisma institucional. Para quienes lo contemplamos de otro modo, las diferencias deben derivar, obviamente, de las diferencias culturales de las distintas áreas regionales.
Con forceps, se relaciona esta iglesia que con Santa Sofía de Constantinopla... Aunque presenta una planta casi centralizada y recursos tectónicos "comparables" a los empleados en las iglesias de esa tradición, la articulación espacial no responde estrictamente a las fórmulas bizantinas, más regulares y más inclinadas a combinar cúpulas yuxtapuestas de escaso diámetro. Por no hablar del dactor escalar, del tamaño, que eleva la valoración de la iglesia de Estambul. Con los mismos argumentos, teniendo en cuenta que la fórmula está a medio camino entre las bóvedas tóricas y las soluciones irregulares de San Stefano Rotondo (siglo V), se la podría relacionar con tradiciones anteriores documentadas, al menos, en Roma: el Panteón y el Mausoleo de Santa Constanza, construido durante el siglo IV, por lo que se refiere a la planta; y con las tradiciones romanas de los siglos I y II si atendemos a las cualidades constructivas de las bóvedas.
En todo caso, desde esos parentescos más o menos forzados, se entiende que también aquí, como en buena parte de las realizadas antes de la expansión del Románico, se recurriera a material ornamental de acarreo, por las razones mencionadas: bien porque no tenían capacidad técnológica y/o artesanal; bien porque existían muchos restos antiguos que podían facilitar los trabajos; bien porque empleando esos restos se ofrecía un testimonio de continuidad cultural más o menos legitimizador; bien porque también tenía cierto potencial simbólico poner "al servicio de Dios" la riqueza de los paganos...
El resultado final es un nuevo caso de iglesia relacionada con las iniciativas de los magnates de los pueblos "bárbaros", de pretensiones "monumentales", pero resuelta mediante las posibilidades de la época y materiales de acarreo, que hacen pensar en San Juan de Baños.
Los capiteles de la portada
Por fortuna, en la iglesia de Santa Sofía, sería imposible adjudicar sus capiteles a un taller "maravillosamente capacitado" para imitar las fórmulas del Pleno Imperio... como se acostumbra entre "nosotros". En la portada hay dos capiteles romanos, uno de los cuales aún conserva restos de ornato animado en la zona del florón; probablemente, se trata de un águila, según fórmula iconográfica frecuente entre la ornamentación escultórica del Pleno Imperio. Destaca el carácter de la flor con enormes pétalos que ocupa uno de los frentes del ábaco, cuyo desarrollo por la parte inferior ocupa el lugar de las volutas interiores, del mismo modo que sucede con las alas del águila. Es tentador relacionar esta manera de interpretar el florón con algunos de los capiteles más degenerados del claustro: acaso fuera empleado este capitel junto con otros similares como modelo.
Por lo que resta, superficialmente erosionado, cabe deducir que contaba con sutiles volutas exteriores, habituales en los capiteles corintios asiáticos.Cuenta con kalathos perfectamente definido, incluso en el detalle del labio y con ábaco de escasa concavidad, moldurado con caña, listel y bocel.
Aunque la erosión superficial enmascara el carácter de los acantos, la estructura general, el abocelamiento del borde inferior del cesto y la relación con el 336 de Ostia (el de Ostia contiene máscara en lugar de flor), obligan a situarlo también en los alrededores del segundo cuarto del siglo III.
Capitel BSSI01 |
Ostia, Pensabene 336 |
Los acantos no son muy afilados aunque destacan en esa dirección frente a los del anterior, contiene el conjunto del segundo cuerpo completo y el florón tiene continuidad hasta la yema colocada sobre la hoja de la segunda corona.
Aunque ha perdido partes substanciales del ornato, aún se aprecian rasgos que permiten situarlo durante la segunda mitad del siglo III, momento de especial actividad constructiva en esta zona de Italia, tal y como atestiguan los abundantes capiteles de este tipo conservados en el museo del Sannio y repartidos por la propia ciudad,
Capitel BSSI02 |
En el interior de la iglesia se distribuyen varios capiteles en función tectónica diversa: en dos casos soportan cimacios de corte bizantino; en el resto, los arcos de ladrillo arrancan desde el ábaco sin ningún elemento de intermediación para ofrecer una composición anómala, de escasa integración orgánica. El de la imagen adjunta, BSSI05 debió ser realizado en los alrededores del año 140 d.C.
BSSI05 |
A la misma época corresponden el BSSI07, EL BSSI08, EL BSSI11 Y EL BSSI12, todos ellos de cualidades similares y aceptable estado de conservación
BSSI07 |
BSSI08 |
BSSI11 |
BSSI12 |
BSSI06 |
BSSI10 |
BSSI13 |
El capitel BSSI03, reutilizado como pila de agua bendita, pertenece a la misma línea tipológica, aunque presenta una talla torpe ("evolucionada") que armoniza con el tratamiento estructural, sin kalathos ni abocelamiento inferior y con un diseño de acanto de hojas "asiáticas" pero de talla sumaria. Contiene dobles volutas y ello nos obliga a situarlo antes del gran influjo bizantino. El ábaco de molduración tosca y escasa concavidad, completa un cuadro que nos aconseja situarlo en los alrededores del año 400 o a relacionarlo con un taller escasamente dotado algo más antiguo.
Capitel BSSI03 |
BSSI09 |
Capitel del arco de Septimo Severo, Roma (202-203), RASS03 |
El tipo de acanto, aún ajeno a las fórmulas orientales, y sus relaciones con la estructura de piezas orientales relativamente tempranas, como las de Éfeso recogidas en las imágenes adjuntas, sitúa su realización en los años centrales del siglo II.
BSII14 Y BSII15 |
EFD059, Éfeso, capitel de la zona de la tumba de Androclus, siglo II |
EFBC07, Capitel de la bilbioteca de Celso, Éfeso, principios del siglo II |
Desde nis limitados conocimientos,con pocos datos sobre las líneas locales, es difícil otorgar una cronología clara a este capitel tan "creativo", aunque parece razonable situarlo en momento tardío, posterior al siglo VIII, incluso, muy posterior. Supongo que en las proximidades de Benevento habrán aparecido piezas comparables contextualizadas y desconocidas para este humilde diletante...
BSSI04 |
Me ha tropezado por casualidad con esta entrada de tu blog y puedo decirte que de paridas, nada. Chapeau!
ResponderEliminarRicardo
Gracias :-)
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