Si es verdad lo que dicen, que lo han robado para vender el bronce, sería para echarse a llorar y mucho me temo que así sea, que los ladrones hayan emulado a Urbano VIII para ganarse unos euros: "Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini". Y me pregunto cuál será la próxima "obra de arte" que acabe en las chatarrerías o en los abismos de fuego. Hace muchos años pasó a la Historia la época en que se inmortalizaba a las personas excepcionales mediante retratos idealizados; ahora se hacen para decorar plazas sin que ello implique reconocimiento de los méritos acumulados durante una vida de lucha por el bien común. En el mundo globalizado el bien común se ha convertido en paño de mamporrero.
Por un instante pensé que el "ataque" habría sido planificado por un comando posmoderno y machista, cabreado con tanta voluntad ejemplarizante y representativa: el arte debe ser, ante todo, propuesta de reflexión crítica y compleja. Y ya se me explicará qué reflexiones críticas y complejas puede inducir el "retrato 3D" de una señora que se pasó la vida practicando aquello del empoderamiento femenino. Pero no se tienen noticias de que exista un sólo intelectual posmoderno becado por entidad financiera alguna que además del acervo "relacional" sepa utilizar una amoladora. Las artes mecánicas, en el sentido actual del término, están desacreditadas, al menos, desde los tiempos de Fidias.
De todas formas, si realmente la idea hubiera sido pergeñada por un revolucionario iconoclasta vendido al oro cántabro o catalán, hago votos porque la próxima en conducir a la fundición de sueños iconódulos sea la de Felipe III, que, según dicen, pesa más de cinco toneladas y señorea uno de los espacios más populares de la capital, donde sobran los símbolos caducos; sería tremebundo que se acercara al Museo de Escultura al Aire Libre de la Castellana (hoy, Museo Arte Público Madrid) y se llevara una obra de Pablo Palazuelo.
Foto Luis García; escultura de Lucas Alcalde (Wikipedia ) |
De todas formas, si realmente la idea hubiera sido pergeñada por un revolucionario iconoclasta vendido al oro cántabro o catalán, hago votos porque la próxima en conducir a la fundición de sueños iconódulos sea la de Felipe III, que, según dicen, pesa más de cinco toneladas y señorea uno de los espacios más populares de la capital, donde sobran los símbolos caducos; sería tremebundo que se acercara al Museo de Escultura al Aire Libre de la Castellana (hoy, Museo Arte Público Madrid) y se llevara una obra de Pablo Palazuelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario