Esperaba mucho de "los pilares de Europa" y del patrocinio del British; acaso por ello, y frente a lo que suele ser habitual en el edificio de Herzog y Meuron, la exposición me ha decepcionado. Sin embargo, debo reconocer que el montaje está bien y no me cuesta esfuerzo alguno encomendar su visita e, incluso, garantizar que la visita merece la pena.
Supongo que esperaba encontrarme con un montaje que respondiera a lo recogido en el título, es decir, que se centrara en aquello que substanció "lo europeo" durante los tiempos "de transición" que transcurrieron entre la uniformidad romana y el Renacimiento. Esperaba encontrar un exposición monográfica sobre el feudalismo y, por supuesto, sobre cómo la Iglesia se convirtió en factor de relativa homogeneidad.
Lo que hay en la sede de la Obra Social "la Caixa", al amparo del British Museum y de la colaboración, al parecer, pasiva del Museo Arqueológico Nacional, es una especie de bosquejo a trazo grueso sobre las "culturas medievales", con atención especial a "lo británico" y, en cierto modo, a "lo hispano", que no fueron precisamente demasiado relevantes en la configuración de "lo europeo". tal y como hoy se entiende en los ambientes políticamente correctos; y ni tan siquiera en los heterodoxos. En primera instancia, el desconcierto brota de la lectura del texto de presentación, accesible en la Red:
"Aunque los historiadores emplean los términos medieval y Edad Media con un cierto grado de flexibilidad, en líneas generales designan el período de la historia de Europa comprendido entre los años 400 y 1500 d. C. aproximadamente. Fue una época de grandes desequilibrios sociales, como ponen de relieve los elementos culturales que han sobrevivido hasta hoy. Para la monarquía, la nobleza y el alto clero, fue una era de riqueza y de poder, de creatividad y de aprendizaje, así como de estilos de vida opulentos. La mayoría de la población, en cambio, soportó una desigualdad, una pobreza inmensas y una acusada falta de higiene.
En el pasado, los historiadores han considerado la Edad Media como un desafortunado puente entre dos grandes períodos históricos. Las antiguas civilizaciones de Grecia y Roma eran muy admiradas, mientras que el Renacimiento italiano y la Reforma protestante de los siglos XV y XVI se concebían como épocas de iluminación artística y religiosa. En 1952, el historiador A. R. Myers puso en duda la reputación habitual de la Edad Media cuando escribió que «la Inglaterra tardomedieval todavía se considera una época bárbara y sin brillo, una especie de edad oscura anterior al esplendor matinal de la Inglaterra isabelina». Pese a que el término medieval fue acuñado en el siglo XIX, se consideraba un período falto de brillantez ya desde el siglo XVII. El poeta John Milton, en su Historia de Gran Bretaña, de 1670, se lamentaba de lo que él concebía como la violencia inestable del período medieval más temprano, y describía las numerosas batallas con la imagen de bandadas de pájaros luchando entre cielo y tierra. Hoy en día, el término medieval continúa empleándose para describir algo que es bárbaro o anticuado.
En realidad, este período de más de 1.000 años de historia comportó inmensos cambios políticos, económicos y culturales, así como dio grandes talentos artísticos y progresos intelectuales. Desde las costas occidentales de Portugal hasta las más septentrionales alquerías del norte de Escocia y los palacios de las ciudades-estado italianas, la cotidianidad de los europeos registraba grandes variaciones, y la misma vida europea del año 400 era enormemente distinta de la del 1500. Pero aún hoy pueden encontrarse fragmentos del pasado medieval. Los grandes castillos de piedra y las catedrales dominan el paisaje, han sobrevivido obras de arte y objetos procedentes de habilidosos artesanos e incluso algunas palabras y topónimos que reflejan la vida de los pueblos de la Edad Media."
Comprendo que es difícil redactar un texto de síntesis para una período histórico tan complejo y diverso, pero se diría que quien lo ha escrito estaba pensando casi exclusivamente en el Reino Unido, perdiendo de vista que en aquellos años los polos más dinámicos, los de mayor relevancia cultural, estaban en el Continente. Asimismo, la situación social fue tan diferente como diferentes fueron los modelos políticos y estructurales vigentes durante unos siglos cualificados por la heterogeneidad.
He de confesar que recorrer la exposición me ha producido cierta perplejidad y eso que entre las piezas ofrecidas he encontrado unas cuantas con bruñido de añoranzas, que me han remitido a tiempos pretéritos. Concretamente, una de ellas sirvió para que cierta institución madrileña me financiera un viaje, en tren y barco, con problemas meteorológicos serios en el canal de la Mancha —English Channel— incluidos, a Londres... El viaje culminó en desventura penosa, que prefiero silenciar aunque nunca olvidaré. Eran tiempos en los que la investigación se hacía bajo condicionantes casi tan penosos como los actuales, y además, viajando de mala manera y con fichas de cartulina que aún siguen empleando algunos colegas nostálgicos...
Entre dichas piezas, hay un capitel califal, perteneciente al Museo Arqueológico Nacional (MAN68), adquirido no hace muchos años en el mercado de antigüedades, que han fechado en la segunda mitad del siglo X. Se trata de un capitel "compuesto califal" de ejecución bastante cuidada, en buen estado de conservación (ha perdido dos discos angulares). El cuerpo inferior, de sección perfectamente cilíndrica, está cubierto con dos coronas de hojas que aún permanecen dentro de las tradiciones romanas y que se caracterizan por el uso de folíolos muy alargados, que son frecuentes en los ejemplares del tercer cuarto del siglo X. En este caso cabe enfatizar la existencia de detalles que ya amenazan con romper la idea del "orden", concretamente en la manera de unir mediante tallo acanalado los ojales adyacentes de la segunda corona
El límite del cesto lo establece un contario de hechura convencional. Sobre él aparece un equino con ornato relativamente frecuente durante el siglo X. Las volutas vegetales, de concepción asimismo común, rematan en discos de caras paralelas, en las que los acantos han dejado su lugar a series de ápices que se desarrollan en espiral y culminan en motivos florales. La parte superior del ábaco conserva las trazas de su replanteo, según fórmula común entre lo cordobés.
Lo más probable es que fuera realizado durante los años centrales del siglo X, muy probablemente, para la ciudad palatina de Al-Zahra. Y como es natural, no estoy de acuerdo en lo que se dice sobre él en la cartela, acaso con voluntad excesivamente sintética:
"Este capitel de mármol calado de Córdoba, Andalucía, en el sur de España, está maravillosamente tallado. Creado durante el califato islámico de Córdoba, regido por los miembros de la antaño grandiosa dinastía Omeya, la pieza muestra una fusión de estilos artísticos occidentales e islámicos".
Si hacemos oídos sordos a la reiteración y al menosprecio del brillo político y cultural del Califato cordobés. aún deberíamos enfatizar la conveniencia de expresar de otro modo lo que han interpretado como "fusión de estilos artísticos occidentales e islámicos", porque, en realidad, esa pieza como la placa 1958/45/14, están hablando de un fenómeno que describió perfectamente K. A. C. Creswell hace muchos años. En la vertiente material, la cultura islámica, articulada inicialmente por la dinastía omeya, hizo suyas las tradiciones tardorromanas, substanciadas por entonces en la cultura bizantina. Y en la Córdoba del siglo X sucedió algo comparable, gracias a las buenas relaciones que, perfectamente documentadas, mantuvo Córdoba con Bizancio. El resultado "final" fue una situación excepcional si tenemos en cuenta las corrientes dominantes en Europa, caracterizadas en su desarrollo y evolución. por la rotura de la unidad comercial del Mediterráneo (Pirenne). A causa de ello, en Alándalus apareció un proceso, que algunos autores han definido como "renacimiento", y que se materializó en la pervivencia o recuperación de fórmulas estrechamente relacionadas con aquellas tradiciones. En concreto, este capitel acredita esa situación y aún la ilustra con detalles significativos, porque su aspecto parece ser fusión o confluencia de las fórmulas bizantinas con las hispanorromanas.
Tampoco es afortunado el texto que acompaña al relieve 1958/45/14, que se titula como "Fragmento de friso, 901-1000":
"En el siglo X, cuando se talló este relieve, Toledo era una importante ciudad de al-Ándalus, cuya capital se hallaba en Córdoba. Este período se conoce como el Califato de Córdoba y durante esa época se construyeron edificios impresionantes como, por ejemplo, la Gran Mezquita. Muchas piezas artísticas de este período presentan motivos característicos de enredaderas entrelazadas. En esta talla en piedra podemos observar una versión de este recurrente patrón geométrico floral."
El diletante espera que, al amparo del prestigio emanado desde el British Museum, no se viertan ligerezas como dar a entender que el califato de Córdoba se instauró en el año 900. En el estado actual de los conocimientos, estos relieves nos remiten a las fórmulas ornamentales del califato, en tiempos de Abderramán III, de Alhákam II y, tal vez, de Almanzor; y con más probabilidad, a cuando los dos primeros patrocinaron obras de inclinación aúlica, es decir, entre los años 929 (proclamación del califato, por parte de Abderramán III (عبد الرحمن بن محمد) y 976 (muerte de Alhákam II (الحكم بن عبد الرحمن).
Es poco precisa la manera de describir el ornamento de la placa, que podría interpretarse como acotación tendenciosa en la valoración del origen de sus elementos unitarios. Más que hablar de "enredaderas", sería preferible decir "roleos" y, como mucho, de "tallos entrelazados" que conforman estructuras geometrizadas, tal y como imponen los planteameintos estéticos derivados del Islam, deudores de las jerarquías platónicas. Hacerlo de una manera u otra desvirtúa el análisis antes mencionado, puesto que, en un caso, nos encontraríamos ante un motivo "típicamente medieval" y en el otro, frente a una fórmula "específicamente tardoantigua", tomada del repertorio romano-bizantino. En todo caso, la pieza es un magnífico ejemplo de ornato mediante ataurique, que es el término usual para referirse a este tipo de relieve vegetal de fuerte sentido geométrico.
Me ha hecho reír leer la cantinela que es habitual entre divulgadores cuando se refieren a la iconografía medieval, a propósito de la "Base de la cruz de East Stour, 900-1000":
"En una época en la que poca gente sabía leer, el arte era un medio de comunicación poderoso. El follaje que está tallado en la base de la cruz probablemente transmitía mensajes cristianos comprensibles para aquellos que lo contemplaban. Algunos de estos objeto podrían haber señalado lugares de predicación, mientras que otros posiblemente destacaban las tumbas de las personas importante"
¿Medio de comunicación poderoso? ¿Mensajes cristianos que comprendían quienes lo contemplaban? ¿Todos? Reitero que la cantinela tiene poco fundamento porque su funcionamiento "didáctico" dependía, ante todo, de que quien contemplara estos elementos conociera previamente su significado y ello implicaba un grado de formación incompatible con el analfabetismo. Cabría pensar en la posible relevancia de la transmisión verbal, pero en todo caso, me parece más probable que la interpretación de estos elementos, con frecuencia derivados de las tradiciones romana y celta, quedara a cargo de las pecas personas "cultas" de la época.
Da que pensar la relación que esta pieza tiene con relieves tan alejados en el espacio como los de Quintanilla de la Viñas...
¿Los pilares de Europa? Más parece una exposición "de aliño", organizada deprisa y corriendo, que determina excepción entre lo que suele ser habitual en esa institución y, por supuesto, en el British.
Supongo que esperaba encontrarme con un montaje que respondiera a lo recogido en el título, es decir, que se centrara en aquello que substanció "lo europeo" durante los tiempos "de transición" que transcurrieron entre la uniformidad romana y el Renacimiento. Esperaba encontrar un exposición monográfica sobre el feudalismo y, por supuesto, sobre cómo la Iglesia se convirtió en factor de relativa homogeneidad.
Lo que hay en la sede de la Obra Social "la Caixa", al amparo del British Museum y de la colaboración, al parecer, pasiva del Museo Arqueológico Nacional, es una especie de bosquejo a trazo grueso sobre las "culturas medievales", con atención especial a "lo británico" y, en cierto modo, a "lo hispano", que no fueron precisamente demasiado relevantes en la configuración de "lo europeo". tal y como hoy se entiende en los ambientes políticamente correctos; y ni tan siquiera en los heterodoxos. En primera instancia, el desconcierto brota de la lectura del texto de presentación, accesible en la Red:
Aguamanil alemán, siglo XIV |
"Aunque los historiadores emplean los términos medieval y Edad Media con un cierto grado de flexibilidad, en líneas generales designan el período de la historia de Europa comprendido entre los años 400 y 1500 d. C. aproximadamente. Fue una época de grandes desequilibrios sociales, como ponen de relieve los elementos culturales que han sobrevivido hasta hoy. Para la monarquía, la nobleza y el alto clero, fue una era de riqueza y de poder, de creatividad y de aprendizaje, así como de estilos de vida opulentos. La mayoría de la población, en cambio, soportó una desigualdad, una pobreza inmensas y una acusada falta de higiene.
En el pasado, los historiadores han considerado la Edad Media como un desafortunado puente entre dos grandes períodos históricos. Las antiguas civilizaciones de Grecia y Roma eran muy admiradas, mientras que el Renacimiento italiano y la Reforma protestante de los siglos XV y XVI se concebían como épocas de iluminación artística y religiosa. En 1952, el historiador A. R. Myers puso en duda la reputación habitual de la Edad Media cuando escribió que «la Inglaterra tardomedieval todavía se considera una época bárbara y sin brillo, una especie de edad oscura anterior al esplendor matinal de la Inglaterra isabelina». Pese a que el término medieval fue acuñado en el siglo XIX, se consideraba un período falto de brillantez ya desde el siglo XVII. El poeta John Milton, en su Historia de Gran Bretaña, de 1670, se lamentaba de lo que él concebía como la violencia inestable del período medieval más temprano, y describía las numerosas batallas con la imagen de bandadas de pájaros luchando entre cielo y tierra. Hoy en día, el término medieval continúa empleándose para describir algo que es bárbaro o anticuado.
En realidad, este período de más de 1.000 años de historia comportó inmensos cambios políticos, económicos y culturales, así como dio grandes talentos artísticos y progresos intelectuales. Desde las costas occidentales de Portugal hasta las más septentrionales alquerías del norte de Escocia y los palacios de las ciudades-estado italianas, la cotidianidad de los europeos registraba grandes variaciones, y la misma vida europea del año 400 era enormemente distinta de la del 1500. Pero aún hoy pueden encontrarse fragmentos del pasado medieval. Los grandes castillos de piedra y las catedrales dominan el paisaje, han sobrevivido obras de arte y objetos procedentes de habilidosos artesanos e incluso algunas palabras y topónimos que reflejan la vida de los pueblos de la Edad Media."
Comprendo que es difícil redactar un texto de síntesis para una período histórico tan complejo y diverso, pero se diría que quien lo ha escrito estaba pensando casi exclusivamente en el Reino Unido, perdiendo de vista que en aquellos años los polos más dinámicos, los de mayor relevancia cultural, estaban en el Continente. Asimismo, la situación social fue tan diferente como diferentes fueron los modelos políticos y estructurales vigentes durante unos siglos cualificados por la heterogeneidad.
MAN68 |
Entre dichas piezas, hay un capitel califal, perteneciente al Museo Arqueológico Nacional (MAN68), adquirido no hace muchos años en el mercado de antigüedades, que han fechado en la segunda mitad del siglo X. Se trata de un capitel "compuesto califal" de ejecución bastante cuidada, en buen estado de conservación (ha perdido dos discos angulares). El cuerpo inferior, de sección perfectamente cilíndrica, está cubierto con dos coronas de hojas que aún permanecen dentro de las tradiciones romanas y que se caracterizan por el uso de folíolos muy alargados, que son frecuentes en los ejemplares del tercer cuarto del siglo X. En este caso cabe enfatizar la existencia de detalles que ya amenazan con romper la idea del "orden", concretamente en la manera de unir mediante tallo acanalado los ojales adyacentes de la segunda corona
El límite del cesto lo establece un contario de hechura convencional. Sobre él aparece un equino con ornato relativamente frecuente durante el siglo X. Las volutas vegetales, de concepción asimismo común, rematan en discos de caras paralelas, en las que los acantos han dejado su lugar a series de ápices que se desarrollan en espiral y culminan en motivos florales. La parte superior del ábaco conserva las trazas de su replanteo, según fórmula común entre lo cordobés.
Ábaco del capitel MAN68 |
"Este capitel de mármol calado de Córdoba, Andalucía, en el sur de España, está maravillosamente tallado. Creado durante el califato islámico de Córdoba, regido por los miembros de la antaño grandiosa dinastía Omeya, la pieza muestra una fusión de estilos artísticos occidentales e islámicos".
Si hacemos oídos sordos a la reiteración y al menosprecio del brillo político y cultural del Califato cordobés. aún deberíamos enfatizar la conveniencia de expresar de otro modo lo que han interpretado como "fusión de estilos artísticos occidentales e islámicos", porque, en realidad, esa pieza como la placa 1958/45/14, están hablando de un fenómeno que describió perfectamente K. A. C. Creswell hace muchos años. En la vertiente material, la cultura islámica, articulada inicialmente por la dinastía omeya, hizo suyas las tradiciones tardorromanas, substanciadas por entonces en la cultura bizantina. Y en la Córdoba del siglo X sucedió algo comparable, gracias a las buenas relaciones que, perfectamente documentadas, mantuvo Córdoba con Bizancio. El resultado "final" fue una situación excepcional si tenemos en cuenta las corrientes dominantes en Europa, caracterizadas en su desarrollo y evolución. por la rotura de la unidad comercial del Mediterráneo (Pirenne). A causa de ello, en Alándalus apareció un proceso, que algunos autores han definido como "renacimiento", y que se materializó en la pervivencia o recuperación de fórmulas estrechamente relacionadas con aquellas tradiciones. En concreto, este capitel acredita esa situación y aún la ilustra con detalles significativos, porque su aspecto parece ser fusión o confluencia de las fórmulas bizantinas con las hispanorromanas.
Tampoco es afortunado el texto que acompaña al relieve 1958/45/14, que se titula como "Fragmento de friso, 901-1000":
"En el siglo X, cuando se talló este relieve, Toledo era una importante ciudad de al-Ándalus, cuya capital se hallaba en Córdoba. Este período se conoce como el Califato de Córdoba y durante esa época se construyeron edificios impresionantes como, por ejemplo, la Gran Mezquita. Muchas piezas artísticas de este período presentan motivos característicos de enredaderas entrelazadas. En esta talla en piedra podemos observar una versión de este recurrente patrón geométrico floral."
El diletante espera que, al amparo del prestigio emanado desde el British Museum, no se viertan ligerezas como dar a entender que el califato de Córdoba se instauró en el año 900. En el estado actual de los conocimientos, estos relieves nos remiten a las fórmulas ornamentales del califato, en tiempos de Abderramán III, de Alhákam II y, tal vez, de Almanzor; y con más probabilidad, a cuando los dos primeros patrocinaron obras de inclinación aúlica, es decir, entre los años 929 (proclamación del califato, por parte de Abderramán III (عبد الرحمن بن محمد) y 976 (muerte de Alhákam II (الحكم بن عبد الرحمن).
Es poco precisa la manera de describir el ornamento de la placa, que podría interpretarse como acotación tendenciosa en la valoración del origen de sus elementos unitarios. Más que hablar de "enredaderas", sería preferible decir "roleos" y, como mucho, de "tallos entrelazados" que conforman estructuras geometrizadas, tal y como imponen los planteameintos estéticos derivados del Islam, deudores de las jerarquías platónicas. Hacerlo de una manera u otra desvirtúa el análisis antes mencionado, puesto que, en un caso, nos encontraríamos ante un motivo "típicamente medieval" y en el otro, frente a una fórmula "específicamente tardoantigua", tomada del repertorio romano-bizantino. En todo caso, la pieza es un magnífico ejemplo de ornato mediante ataurique, que es el término usual para referirse a este tipo de relieve vegetal de fuerte sentido geométrico.
Me ha hecho reír leer la cantinela que es habitual entre divulgadores cuando se refieren a la iconografía medieval, a propósito de la "Base de la cruz de East Stour, 900-1000":
"En una época en la que poca gente sabía leer, el arte era un medio de comunicación poderoso. El follaje que está tallado en la base de la cruz probablemente transmitía mensajes cristianos comprensibles para aquellos que lo contemplaban. Algunos de estos objeto podrían haber señalado lugares de predicación, mientras que otros posiblemente destacaban las tumbas de las personas importante"
¿Medio de comunicación poderoso? ¿Mensajes cristianos que comprendían quienes lo contemplaban? ¿Todos? Reitero que la cantinela tiene poco fundamento porque su funcionamiento "didáctico" dependía, ante todo, de que quien contemplara estos elementos conociera previamente su significado y ello implicaba un grado de formación incompatible con el analfabetismo. Cabría pensar en la posible relevancia de la transmisión verbal, pero en todo caso, me parece más probable que la interpretación de estos elementos, con frecuencia derivados de las tradiciones romana y celta, quedara a cargo de las pecas personas "cultas" de la época.
Da que pensar la relación que esta pieza tiene con relieves tan alejados en el espacio como los de Quintanilla de la Viñas...
¿Los pilares de Europa? Más parece una exposición "de aliño", organizada deprisa y corriendo, que determina excepción entre lo que suele ser habitual en esa institución y, por supuesto, en el British.
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