Me pasa Eliana la referencia de un singular edificio, situado en la plaza que aún se dedica a Venus, en la capital romana. Parece una metáfora progresista con mala uva, pero no; sencillamente son las cosas de las acumulaciones de sedientos que impone el paso de los años. Casi por azar, en el Aventino apareció un palacio perfectamente conservado, que se cree la casa privada del emperador Trajano, y al que actualmente se accede a través de un registro del alcantarillado. Confiemos en que pronto se pueda visitar de modo más convencional, aunque conociendo cómo están las cosas en Roma, habrá que tener paciencia: tal vez dentro de tres o cuatro... generaciones.
Son especialmente interesantes las bóvedas de arista y, por supuesto, la ornamentación, con diseños geométricos y de naturaleza variable (animales, plantas, candelabros, máscaras, paisajes bucólicos, etc), dentro de lo que es habitual en los alrededores del año 100. Pero lo que más me ha llamado la atención ha sido la peculiar articulación espacial, que me ha hecho pensar en Santa Lucía del Trampal...
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