domingo, 31 de diciembre de 2017

Unos capiteles de la ermita de Nuestra Señora del Valle del monasterio de Rodilla

Poco queda del monasterio de Rodilla y del emplazamiento militar que lo protegía. Se dice que el castillo fue construido a finales del siglo IX para integrar una línea defensiva definida además por Pancorbo y Úrbel. También está documentado a mediados del siglo XI, cuando fue anexionado al de Oña. Los estudios arqueológicos acreditan que la zona tuvo una ocupación continua, cuando menos, desde la Primera Edad del Hierro, con una fase expansiva en época romana, seguramente relacionada con la ubicación estratégica en la vía que unía Astorga con Burdeos.


La ermita de Nuestra Señora del Valle es un edificio de una sola nave, construido en la segunda mitad del siglo XII y decorado mediante fórmulas que hacen pensar en otros más señeros de la misma época. En ella apenas destacan algunos detalles ornamentales, en los canecillos exteriores como una figura mutilada en su atrevimiento itifálico y otra femenina, de rasgos sexuales muy acentuados. Estos elementos, entre los que no faltan alusiones explícitas al acto sexual, son relativamente frecuentes entre lo medieval cristiano y muy particularmente en la meseta castellana. Desde que I. Ruiz Montejo se ocupara de ellos en un artículo publicado en la revista Goya, se han relacionado con el pecado, con la fecundidad, con tradiciones profanas de carácter difuso... 




Al margen de estos detalles, siempre espectaculares e interesantes, si contemplamos el edificio con detenimiento, observaremos que conviven en él dos concepciones ornamentales diferentes y perfectamente individualizadas. La primera, responde a fórmulas homologables entre las conocidas en las áreas próximas. El juego de roleos, flores, discos, lazos entrelazados, animales fantásticos, etc. no aporta grandes novedades a lo habitual en la ornamentación románica de toda la Meseta: en Palencia, Burgos, Segovia, León, etc. son frecuentes elementos similares.

Fig. 1. Ornato del siglo XII

Fig. 2. Ornato del siglo XII

Fig, 3, Capitel del siglo XII
Sin embargo, la relativa pobreza de recursos técnicos —si los comparamos con el monasterio de Silos o con la catedral de Jaca— documentada en las imágenes adjuntas (fig. 1, 2 y 3), encajan mal con las cualidades de un conjunto de capiteles repartidos entre el interior y el exterior de la ermita, que informan de una mayor pérdida de calidad técnica, que se han explicado mediante la intervención de artífices locales. No obstante, teniendo en cuenta que en aquellos lejanos años era común reutilizar piezas ornamentales procedentes de edificios anteriores, no sería descabellado pensar que aquí sucediera otro tanto, es decir, que se emplearan  en la iglesia capiteles de una edificación construida con anterioridad al fenómeno románico.
Los capiteles probablemente reutilizados conforman tres grupos de cierta homogeneidad:
1. Los dos exteriores, para pilastra y de ornato geométrico cuadriculado; están asociados a "cimacios" ajedrezados ( o "taqueados"). Son los que costaría menos entender en un contexto estético del siglo XII, aunque tampoco desentonarían entre fórmulas tardorromanas. 

BMR01

BMRD02
2. Dos interiores, también de pilastra, con ornato irregular, que recuerda fórmulas altomedievales de otras regiones europeas (Italia, Francia). También aparecen en compañía de "cimacios" ajedrezados o "taqueados". Como en el grupo anterior, se han perdido en ellos las referencias al orden corintio, del que derivan las tipologías heterodoxas más evolucionadas.

BMRD03


BMRD04
3, Dos en mal estado de conservación (BMRD05 y BMRD06), tal vez, porque, como es relativamente frecuente, fueran mutilados para ajustar el retablo que se añadiera en tiempos barrocos o porque ya estaban en malas condiciones cuando fueron integrados en la iglesia románica. Ambos están vinculados a "cimacios" muy deteriorados que, sin embargo, permiten apreciar una concepción formal similar, de ubicación cultural similar a la mencionada en el primer grupo (BMRD01 y BMRD02). Aunque es difícil imaginar el estado inicial, ofrecen brácteas que hacen pensar en las pencas propias de la ornamentación asturiana tardía.

BMRD05

BMRD06
Aunque es posible que estos ornamentos fueran realizados cuando se construyó el templo románico, tampoco debería descartarse, en principio, la hipótesis de que fueran piezas reutilizadas, incluso aunque por la inexistencia de elementos relacionados con "lo califal", indujeran algún espanto a quienes aún consideran "lo mozárabe", según el criterio de Gómez-Moreno, como la corriente cultural más relevante del siglo X en la mitad septentrional de la Península. 
Avalarían la hipótesis de la reutilización las siguientes circunstancias:
1. Armonizan mal con el resto de la ornamentación de la iglesia románica y, sin embargo, no "desentonan" con los que, con bastante seguridad, fueron realizados en otras zonas de la mitad norte de la Península cuando se comenzó a recuperar el culto cristiano a partir del siglo X. Constan de grueso bocel inferior a modo de collarino y ábaco rectangular o cuadrado, y apenas quedan vestigios del orden.
2. No tiene mucho sentido que los menos depurados (BMRD05 y BMRD06) estén colocados en la zona del ábside. Si eran restos de una iglesia más antigua, se entendería perfectamente, de acuerdo con las posibilidades simbólicas que se suelen adjudicar a los restos procedentes de templos antiguos, por lo común, vinculados a personajes o reliquias más o menos mitificados.
En consecuencia, se podría situar la realización de estas piezas coincidiendo con la recuperación del culto cristiano, es decir, en los alrededores del siglo X, sin descartar por completo la opción —en este caso, a mi juicio, menos probable— de que incluso fueran de época anterior.

Sea como fuere, sólo es posible explicar tal concepción ornamental a partir de elementos culturales autóctonos; y desde esta consideración, incluso negando la hipótesis aquí planteada, es decir, contando con que fueran tallados al mismo tiempo que el resto de los capiteles, llegaríamos a conclusiones semejantes: las piezas aquí recogidas serían un testimonio relevante para imaginar las cualidades de la arquitectura prerrománica local.

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