Según Europa Press, se acaba de inaugurar en México la nueva sede del Museo Soumaya, financiado por Carlos Slim, una de las personas más ricas del planeta, para albergar las 66.000 obras de su colección.
El Museo Soumaya fue inaugurado en 1994 como parte de la Fundación Carlos Slim, en un emplazamiento especialmente emblemático, porque "perteneció al conquistador Hernán Cortés, fue además un molino durante la era virreinal y más tarde la fábrica de papel más importante de Latinoamérica, Loreto y Peña pobre, que en los años noventa se transformaría en un espacio con centros comerciales y otros destinados a la cultura".
El edificio, obra FREE Fernando Romero, ha costado 47 millones de euros.
"Básicamente la idea de coleccionar esta obra fue tener disponible en México una colección para que muchos mexicanos que no pueden viajar fuera del país tengan acceso a este arte, a disfrutarlo y conocerlo", dijo Slim. La entrada será gratuita.
La justificación nos recuerda que aún hoy se pueden abrir museos sin perder de vista la utilidad social y sin que ello presuponga marginación de otros intereses.
"Museo Soumaya forma parte de un desarrollo urbano de uso mixto ubicado en el borde del distrito de Polanco, una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México. Está situado en una antigua zona industrial que data de 1940 que hoy presenta un potencial comercial muy alto. El museo tiene un papel clave en la reconversión de la zona: como extraordinario programa cultural, actúa como un iniciador en la transformación de la percepción urbana. Por otra parte, su situación institucional activa el espacio público con funcionalidades que van más allá de las comerciales y las subvenciones del nuevo barrio de la intensidad urbana que requiere"
El carácter del edificio hace pensar en las posibilidades turísticas; el planteamiento nos hace pensar en "operaciones inmobiliarias", en asuntos de gestión administrativa y política...
Algo así como el Guggenheim-Bilbao, pero sin enterrar el hecho museístico entre los intereses de los mercachifles.
Por si alguien cree que la llegada de Thomas Krens (¡Bienvenido míster Marshall!) había cambiado irreversiblemente la naturaleza de los museos...
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