A finales del siglo XVII el "científico" irlandés William Molyneux, amigo de John Locke, planteó públicamente un problema perceptivo: Un ciego de nacimiento, que hubiera conocido mediante el tacto la naturaleza de un cubo o una esfera, ¿sería capaz de reconocer esas formas, a primera vista, una vez recuperada la vista? La persona que adquiriera la vista en edad adulta, ¿reconocería con la mirada lo conocido mediante el tacto?
Un equipo de investigación del MIT (proyecto Prakash), formado por Richard Lugar, Yuri Ostrovski, Beatriz deGelder, Tapan Gandhi, Suma de Ganesh, Umang Mathur y Pawan Sinha, concluye que las experiencias realizadas con ciegos de nacimiento en India ha puesto de manifiesto la, en principio, inexistencia de habilidad innata para conectar automáticamente la información proporcionada por los diferentes conductos sensoriales. Las personas sometidas a la experiencia no fueron capaces de reconocer lo que habían conocido mediante el tacto. (Fuente para la edición en castellano: ABC Cultural)
"Los investigadores (... trabajaron ) con cinco pacientes con edades comprendidas entre los 8 y los 17 años. Todos eran ciegos de nacimiento (cuatro por cataratas congénitas y uno por una opacidad de la córnea).
Cada menor fue puesto a prueba en un plazo de 48 horas después de la cirugía, poco después de que su vendajes fueran retirados. En la primera prueba, a los niños se les mostró un objeto novedoso hecho a partir de piezas de plástico. Luego se les mostraron dos objetos y se les pidió que identificaran el original. Esa prueba establece que los niños pueden ver lo suficiente como para identificar las propiedades relevantes del objeto y que entienden la tarea. Los pacientes realizaron esta prueba con una precisión de más del 90 por ciento. Los pacientes también fueron muy habilidosos para identificar, solamente con el tacto, un objeto que ya habían tocado antes.
Por último, se pidió a los pacientes identificar visualmente un objeto que ya habían tocado antes. En esos casos, sus respuestas no tuvieron mucho más éxito que si lo hubieran dicho al azar. Sus ojos no sabían qué estaban viendo. Sin embargo, cuando los investigadores evaluaron a los pacientes de nuevo, tan sólo una semana más tarde, mostraron una sensible mejora. Habían aprendido a identificar los objetos. Para Yuri Ostrovski, uno de los investigadores que participó en el estudio, esta evolución significa que algunas tareas visuales, tales como la percepción de una cara, pueden tardar de seis a 12 meses en ser aprendidas después de recobrar la vista."
Quienes interpreten estas experiencias en términos contrarios a la concepción integral que hoy tenemos del fenómeno perceptivo (los redactores de ABC parecen inclinarse en esa dirección), debería tener en cuenta que estos resultados podrían estar condicionados por la necesaria reestructuración de los protocolos o estrategias de conocimiento utilizados por las personas nacidas ciegas.
La interpretación que hacen los propios investigadores es más prudente:
"The newly sighted subjects did not exhibit an immediate transfer of their tactile shape knowledge to the visual domain".
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