El pasado día de San Isidro, a las siete de la tarde, un grupo de fieles católicos, debidamente uniformados de chulas, chulapos y gorgueras del pleistoceno, encabezados por el arzobispo de Madrid-Alcalá, paseaban las imágenes de San Isidro y Santa María de la Cabeza por los lugares más emblemáticos del Madrid de los Austrias... Cubrían el itinerario miles de personas, entre creyentes, turistas y curiosos de intereses variados; algunos, con cámaras fotográficas.
Los periodistas integrados tardaron poco en "canalizar" la respuesta irritada de los jóvenes levantiscos, mediante los sumideros ortodoxos y hasta inventaron un eufemismo para evitar explicaciones, necesariamente engorrosas, pero sobre todo para desnaturalizar el objetivo inicial de las protestas: hemos pasado de "¡Democracia real ya!" al "movimiento 15-M". Y comienzan a lanzar observaciones de proyección manipuladora: "¿Quién está detrás?", "no están claros sus objetivos", "hay procastristas y anarquistas" etc. ¡Como si las cosas no estuvieran diáfanas!
Continuamos demasiado cerca de Grecia y del norte de África... incluso aunque los medios de comunicación desvirtúen el paralelismo de estas protestas con las de Túnez o Egipto. En España no se puede demandar "democracia real ya", porque somos un país democrático. Si fuera "creyente posmoderno", hablaría de paradoja simétrica o especular. Hace cien años quienes pretendían modernizar España hicieron algo parecido a lo que ahora hacen los medios de "comunicación": enfatizar los factores históricos que nos aproximaban a Europa y desvirtuar los que nos alejaban. Acaso nos movieran unos pasos de la sima descrita por los ilustrados o por Galdós, pero el precio fue penoso: la pérdida de una parte substancial de nuestra memoria histórica y, en consecuencia, de uno de los factores decisivos sobre los que se edifica la cohesión social.
Como en otras muchas ciudades española, cerca de allí y a la misma hora, en la Puerta del Sol, unos cientos de jóvenes, seguramente catalizados por el ambiente electoral, se manifestaban para demandar un sistema democrático renovado, alejado de la actual podredumbre. Un joven enarbolaba una bandera republicana...
Naturalmente, el grupo más numeroso no estaba en la procesión ni en el manifestación de la Puerta del Sol. El colectivo más amplio sesteaba arracimado en las mil terrazas de la zona y en las áreas peatonales, entre "minis" y botellones...
Naturalmente, el grupo más numeroso no estaba en la procesión ni en el manifestación de la Puerta del Sol. El colectivo más amplio sesteaba arracimado en las mil terrazas de la zona y en las áreas peatonales, entre "minis" y botellones...
Foto MJ Rueda |
Continuamos demasiado cerca de Grecia y del norte de África... incluso aunque los medios de comunicación desvirtúen el paralelismo de estas protestas con las de Túnez o Egipto. En España no se puede demandar "democracia real ya", porque somos un país democrático. Si fuera "creyente posmoderno", hablaría de paradoja simétrica o especular. Hace cien años quienes pretendían modernizar España hicieron algo parecido a lo que ahora hacen los medios de "comunicación": enfatizar los factores históricos que nos aproximaban a Europa y desvirtuar los que nos alejaban. Acaso nos movieran unos pasos de la sima descrita por los ilustrados o por Galdós, pero el precio fue penoso: la pérdida de una parte substancial de nuestra memoria histórica y, en consecuencia, de uno de los factores decisivos sobre los que se edifica la cohesión social.
Es imposible la existencia de sociedad democrática desarrollada con un sustrato sociocultural como el ofrecido por las generaciones que hoy ocupan el poder, demasiado sujetas a tradiciones ajenas a los valores del desarrollo europeo.
Pero nuestras circunstancias actuales también nos alejan del norte de África —en España aún hay pocos musulmanes— y, por suerte o por desgracia, aquí la implantación religiosa ha llegado a ser irrelevante entre los jóvenes, los artífices del futuro. En esa situación fáctica, que enmascara la realidad institucional, los recelos de los ilustrados, de Buñuel, de Dawkins, desaparecen como si hubieran recibido el soplo de la varita mágica. La globalización de las comunicaciones ha conducido a una situación sociocultural nueva y maravillosa que,con su empuje de honesta ingenuidad, puede dejar al aire las vergüenzas de la clase política y los pesebreros asociados.
Diez años de Internet pueden disolver el medio siglo de retraso y privilegios anquilosados que nos dejó en herencia el general Franco y aún subsisten bajo apariencias democráticas.
Pero nuestras circunstancias actuales también nos alejan del norte de África —en España aún hay pocos musulmanes— y, por suerte o por desgracia, aquí la implantación religiosa ha llegado a ser irrelevante entre los jóvenes, los artífices del futuro. En esa situación fáctica, que enmascara la realidad institucional, los recelos de los ilustrados, de Buñuel, de Dawkins, desaparecen como si hubieran recibido el soplo de la varita mágica. La globalización de las comunicaciones ha conducido a una situación sociocultural nueva y maravillosa que,con su empuje de honesta ingenuidad, puede dejar al aire las vergüenzas de la clase política y los pesebreros asociados.
Diez años de Internet pueden disolver el medio siglo de retraso y privilegios anquilosados que nos dejó en herencia el general Franco y aún subsisten bajo apariencias democráticas.
Creo que San Isidro y sus chulapos forman parte de esa lacra anquilosada y franquista. Pero esto condiciona más de lo aparente…
ResponderEliminarOtro bombardeo más de “formatos cifra” (15-M) que tan bien quedan en los titulares, y que efectivamente eclipsan el origen de la revuelta a merced de flexibilizar diferentes intereses partidistas.
Ayer veíamos a los políticos consternados, pensativos y preparados con pote y brillantina, corbata y sudores...afirmando que debían ser escuchados los protestantes para calmar la frase motriz “democracia real ya” Un sentido que sin duda aprieta por la oportuna congregación.
El sentimiento de oclusión se llama Franco, (paralelismo con revueltas árabes), problema subyacente en la sociedad que refrena los pasos democráticos. ¿“Democracia real ya”? ¡Matemos a Franco ya! Y uso esta frase como simbolismo social de una España inferior que ora y bosteza…(vieja y tahúr, zaragatera y triste…)
Ayer el flujo de información sobre economía se rifaba en función del periódico que lo imprimiese…realmente fue descarado.
Ojalá tenga razón Alp y la revolución internet sea suficiente recurso para poner voz cuando nos callan por otros lados…