viernes, 20 de mayo de 2011

¿Una sociedad incompatible con la nobleza de espíritu?


El jueves por la tarde me di una vuelta por la Puerta del Sol... Es conveniente conocer directamente los fenómenos importantes.
Al llegar me di de bruces con una discusión acalorada... Un hombre de más de 60 años enarbolaba una garrota ante un joven y le acusaba a voces de mentir; quienes les rodeaban tomaron del brazo al de la garrota y, sin ninguna violencia, le condujeron al exterior de la zona de concentración. En pocos minutos el energúmeno conversaba con un policía...
Me hizo gracia observar el estado del acceso al metro, convertido en Pasquino monumental, empapelado de deseos, denuncias y utopías.


Encontré una plaza de aspecto caótico, casi como de campamento beduino, pero llena de civismo, actividad, voluntarismo, alegría, discusiones civilizadas, ingenuidad, alarde de imaginación, buen rollo, sentido común, creatividad...  Exactamente lo contrario de lo que vemos en los mítines de los partidos mayoritarios, escrupulosamente organizados mediante escenografías coloridas y de aspecto agradable, pero donde uno habla —lanza soflamas o sentencias vacías de todo compromiso real— y los demás aplauden enfervorizados y agitan banderolas, como autómatas chinos.
No siempre los valores éticos tienen correspondencia estética. La vieja máxima —Nulla ethica sine aesthetica— se ha transformado en algo próximo a la relación entre la decoración de los restaurantes y la calidad de su comida, en un recurso para compensar las carencias del cocinero; algo comparable a los sepulcros blanqueados...


Paseando bajo las lonas azuladas recordaba la función primigenia de la plaza, del foro, el ágora. Es el lugar donde se reunían los ciudadanos para hablar, discutir, comerciar. Desde que aparecieron los medios de entretenimiento masivos, esas funciones habían menguado, aunque, cuando el tiempo no lo impide, aún existen plazas que asumen grandes concentraciones humanas: La piazza de España o la Navona, en Roma; la Signoria, la plaza Roja, la del Rocío...
La Junta Electoral Central ha ilegalizado estas concentraciones...   Los órganos se empeñan en acentuar los matices surrealistas que infectan las estructuras de poder. En un ambiente general dominado por políticos corruptos y banqueros sin escrúpulos, me pregunto qué habrá molestado más a los integrantes de la Junta:  si el civismo, la actividad, el voluntarismo, la alegría, las discusiones civilizadas, la ingenuidad, la imaginación, el buen rollo, el sentido común, la creatividad...  ¿Hemos construido una sociedad incompatible con la nobleza de espíritu? Eso parece.


De nuevo, España aparece fracturada en los dos grandes bloques que, implícitamente, define la gestión de todos los gobiernos, ya sean locales, regionales o nacionales: quienes se entretienen con los programas de Tele 5, proporcionan substancia a la demanda comercial  y, cada cuatro años, votan a los partidos mayoritarios; y quienes confortan la parte más activa de la sociedad que, por el momento, no encuentra un lugar en las estructuras definidas desde el poder político y financiero.

2 comentarios:

  1. Lo primero: Muy bonito el artículo

    Los mayores nos suelen acusar de idealistas. Ellos tienen grande la experiencia, y, proporcionalmente tienen pequeña la inocencia. Y los jóvenes al revés.

    Pero no ha de ser necesariamente una desventaja esto, creo que una cosa suple la otra, y ambas son armas para desafiar las dificultades de la vida en diferentes momentos o etapas.

    Lo de sol es una muestra de cómo el idealismo remoto se hace palpable, y quizás pueda atisbar un nuevo planteamiento al margen del capitalismo frívolo que se hace entender como el único existente.

    Un pequeño paso que espero desencadene más en su estilo en el que reivindique la sencillez desde lo ético, obviando la cantidad de prejuicios que dan forma a absurdeces formales.

    Desorganización, caos…pero ante todo buenas intenciones de modo pacifista (No listas cerradas, escaños proporcionales al voto…)

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  2. y ojalá que el esfuerzo de tantas personas conlleve el cambio que tanto se espera, y no quede como un mero relato...

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