Cuando han transcurrido 25 días desde aquel lejano 15 de mayo, proliferan los análisis y hasta quienes se presentan como ideólogos o instigadores de una "movida" que se difundido por toda España como epidemia venturosa. Unos y otros parecen empeñados en sacar tajada de un acontecimiento que acaso esté en fase preliminar.
El otro día un amigo me preguntaba cómo veía la "situación actual", que él juzgaba muy degradada por la aparición de marginales y otros miembros de las tribus urbanas menos recomendables; también le habían comentado que podrían estar manipulados por intereses ultraconservadores... Supongo que poco a poco van calando las campañas de manipulación (descalificación) de los sectores conservadores, que llevan 25 días lanzando anatemas e hipótesis peregrinas sobre "quién está detrás": ETA, Fidel Castro, al-Qaida, Hugo Chávez... Ahora resulta que los manifestantes huelen mal, atacan a las mujeres, están llenos de piojos, espantan a los turistas y ahuyentan a los clientes de los comercios próximos. Hoy mismo (9 de junio), una asociación de "representantes de los comerciantes" ha presentado una reclamación ante el Ministerio del Interior para que se les paguen los 30 millones de euros que, según sus cuentas, cubren las perdidas inducidas por una gestión política indolente. Cualquier situación es buena para conseguir un pelotazo.
Y sin embargo, desde mi punto de vista, las cosas están clarísimas:
1. Primer factor: un sistema democrático deslegitimado por el peso de la corrupción y la incapacidad de sus gobernantes, que fueron retratados con frialdad implacable por el embajador norteamericano, según recogieron los documentos de Wikileaks. Según Eduardo Aguirre, José Luis Rodríguez Zapatero es un político "cortoplacista", que "supedita los intereses comunes al cálculo electoral". Podría haber dicho lo mismo del señor Aznar, del señor González y, por supuesto, de la actual estrategia del señor Rajoy.
Necesitamos un golpe de timón que reoriente la acción con políticos honestos y capaces, supeditados al interés general, que, frente a los problemas actuales, definan objetivos razonables a medio y largo plazo.
2. España está padeciendo una situación política centrada en ofrecer "buena imagen" ante los sectores sociales más permeables a las maniobras "goebbelianas" que caracterizan la gestión informativa de los medios, siempre supeditados a los grupos de poder. Dicho con más claridad —aunque duela—: los políticos españoles aplican sus estrategias cortoplacistas para sintonizar con los seguidores de Belén Esteban, olvidando por completo al resto de los ciudadanos, progresivamente alejados del proceso electoral y de la integración social. En España es mucho más rentable ser un "personaje" de Tele 5 que conseguir un Premio Extraordinario en los estudios universitarios, porque a ningún político con poder se le ha ocurrido fórmula alguna de integración que no pase por la conveniencia de las empresas.
Necesitamos que el sistema encierre en la cárcel a los delincuentes e integre a todos los ciudadanos y, muy especialmente, a quienes ahora mismo no tienen otras expectativas que el paro o la emigración.
3. La crisis económica se ha encelado con la sociedad española con especial dureza a consecuencia de una "estructura productiva" excesivamente condicionada por el afán especulativo y la economía sumergida, y el poder político ha juzgado esta fórmula ideal para favorecer la inversiones externas, sin tener en cuenta los daños colaterales. En esas condiciones es imposible aplicar una política de redistribución razonable, sencillamente, porque, gracias a una legislación vergonzante (SICAV), quienes más tienen encuentran mil fórmulas para escapar de la "esencia" social del invento de un emperador romano (Diocleciano), que según la Iglesia, fue paradigma de maldad.
Necesitamos acabar con el parasitismo y reforzar un sistema de redistribución fiscal homologable a los de nuestro entorno.
4. El bloqueo de los créditos, además de colapsar la actividad de muchas pequeñas empresas, ha puesto en marcha un mecanismo diabólico que está arruinando a muchas personas y, a medio plazo, no garantiza la solvencia de las entidades financieras. En la actualidad, han caído radicalmente las ventas de pisos pero los bancos no están dispuestos a rebajar el precio de los que están en sus manos para no reconocer una descapitalización que, de todas formas, acabará asfixiándolos. Y el Estado, que asume con naturalidad un 25 % de paro, la miseria de los ancianos y la marginalidad de los jóvenes con trabajo, respalda a las entidades financieras porque no se les ocurre otra forma de calmar a los mercados... ¡Pero nadie invierte en un país que está a punto de estallar! Además, si cae el consumo, el hundimiento puede ser catastrófico.
Necesitamos políticos con compañones para poner firmes a quienes dirigen la estructura financiera y políticos imaginativos que ofrezcan alternativas a una estructura productiva fracasada.
5. Tenemos un Estado cuya estructura de gasto repugna al sentido común, desde el corazón legislativo, donde la clase política, que ha acreditado incapacidad para dictar leyes útiles en muchos aspectos de la vida social, se ha garantizado privilegios insultantes para un sistema que se titula "democrático". Reducen los salarios de los funcionarios, congelan las pensiones, degradan la Sanidad y la Educación y, sin embargo, la Administración Pública está llena de políticos privilegiados, maestres del pelotazo, servicios duplicados, entidades inoperantes, fundaciones de dudosa entidad social, consejeros endogámicos, parásitos enquistados, departamentos surrealistas, gestores enloquecidos... Todos los días aparecen en la prensa noticias que ilustran la endemia. El otro día fue el escándalo de la Academia de la Historia. En este blog he recogido mil destellos surrealistas de un ministerio de cultura (pro-taurino, pro-SGAE), que tiene vocación industrial, y ha dejado claro su desinterés por los sectores más dinámicos de la sociedad española. En La Puerta del Sol se han hecho propuestas muy sensatas que, en este sentido, apuntado, con claridad, al Senado, cuya inoperancia es obvia, a otras instituciones de naturaleza afín, a los gastos bélicos ¿Qué estamos haciendo en Afganistán y en Libia, dando lecciones de democracia?... Se me ocurren mil recortes que no supondrían merma de funcionalidad institucional alguna.
Necesitamos una reforma del Estado que establezca un orden de prioridades de acuerdo con las necesidades sociales, comenzando por las más inmediatas.
Y además, modificar la Ley Electoral para facilitar que los resultados de las elecciones encajen mejor con el perfil social, y expulsar de los cargos públicos a los diputados imputados en casos de corrupción.
Es posible que la "movida" de la Puerta del Sol, acabe desvirtuada, pero desde mi situación como observador, entiendo que son muy poderosas las razones para que su espíritu perviva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario