Por Lobu
La oferta expositiva de los principales museos neoyorquinos para este otoño ha suscitado el debate por destacar en sus actividades principalmente a artistas masculinos, Magritte en el MoMA, Chris Burden en el New Museum, Robert Indiana en el Whitney, entre otros. El arquetipo de artista elegido, barón blanco, ha suscitado el recelo de la critica Deborah Solomon, quién declaró en una entrevista en el WNYC, que "esta es una temporada de arte que podría hacer pensar que el movimiento feminista nunca sucedió". Una llamada de atención a los comisarios de exposiciones neoyorquinos, de quienes se puede entender una postura "represora" de la raza y el género del artista, que Solomon aprovecha para abrir un controvertido debate: "¿Deben los museos de Nueva York dar el mismo tiempo y el mismo espacio para las mujeres artista?"
Esta pregunta que se nos lanza abre una lista de nuevas cuestiones, comenzando por el hecho de que, si se les exige a los museos que incluyan ininterrumpidamente artistas femeninas en su repertorio expositivo, esta petición debería extrapolarse también a artistas raciales.
Con esto también se podría intuir una desvalorización de la calidad artística, pues se sugiere que la personalidad del artista pueda tener supremacía sobre la calidad de su obra. Entiendo que, si llevamos las exigencias feministas a términos artísticos, se reivindica que su arte se valore por su calidad innata y no por el hecho de ser mujer. Por ello si se pretende que se controle el arte según el género del artísta, esto atacaría directamente a sus reivindicaciones de una valoración igualitaria.
Además, teniendo en cuenta que las exposiciones contra las que se arremete están orientadas hacía el panorama artístico en el s. XX, resulta imposible descontextualizarlas e ignorar el hecho de que, durante esa época, había un dominio del artista masculino. Guste o no, es historia, e intentar ocultarla sería la real acometida contra los adelantos feministas que se intentan defender.
Si se deja a parte el aspecto más superficial de este debate, lo que realmente llama la atención es el hecho de que el género del artista suponga esta gran diferenciación de interés periodístico. Si lo que se busca es una mayor integración de artistas femeninas, y raciales, lo que se debería hacer sería promocionar exposiciones como la retrospectiva de Isa Genzken, que próximamente realizará el MoMA, o la oportunidad que brinda el Instituto de Arte de Chicago al exponer obra de Artemisa Gentileschi, entre otras muchas ofertas expositivas, en vez de reaccionar contra Balthus o Magritte.
La oferta expositiva de los principales museos neoyorquinos para este otoño ha suscitado el debate por destacar en sus actividades principalmente a artistas masculinos, Magritte en el MoMA, Chris Burden en el New Museum, Robert Indiana en el Whitney, entre otros. El arquetipo de artista elegido, barón blanco, ha suscitado el recelo de la critica Deborah Solomon, quién declaró en una entrevista en el WNYC, que "esta es una temporada de arte que podría hacer pensar que el movimiento feminista nunca sucedió". Una llamada de atención a los comisarios de exposiciones neoyorquinos, de quienes se puede entender una postura "represora" de la raza y el género del artista, que Solomon aprovecha para abrir un controvertido debate: "¿Deben los museos de Nueva York dar el mismo tiempo y el mismo espacio para las mujeres artista?"
Esta pregunta que se nos lanza abre una lista de nuevas cuestiones, comenzando por el hecho de que, si se les exige a los museos que incluyan ininterrumpidamente artistas femeninas en su repertorio expositivo, esta petición debería extrapolarse también a artistas raciales.
Isa Genzken, Empire / Vampire I , 2003 (ARTnews) |
Además, teniendo en cuenta que las exposiciones contra las que se arremete están orientadas hacía el panorama artístico en el s. XX, resulta imposible descontextualizarlas e ignorar el hecho de que, durante esa época, había un dominio del artista masculino. Guste o no, es historia, e intentar ocultarla sería la real acometida contra los adelantos feministas que se intentan defender.
Si se deja a parte el aspecto más superficial de este debate, lo que realmente llama la atención es el hecho de que el género del artista suponga esta gran diferenciación de interés periodístico. Si lo que se busca es una mayor integración de artistas femeninas, y raciales, lo que se debería hacer sería promocionar exposiciones como la retrospectiva de Isa Genzken, que próximamente realizará el MoMA, o la oportunidad que brinda el Instituto de Arte de Chicago al exponer obra de Artemisa Gentileschi, entre otras muchas ofertas expositivas, en vez de reaccionar contra Balthus o Magritte.
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