Por Dem
En el horizonte una embarcación, nacionalidad española, aguas del arte contemporáneo, con mar de fondo… En cubierta un diverso grupo de tripulantes observa, reflexiona, opina… Tras ellos una sociedad de gestión cultural, YGB Art, un museo, MNCARS, y un banco que patrocina: adivinen. Marineros reclutados entre artistas, escritores, investigadores, profesores, comisarios, ensayistas, catedráticos, críticos, galeristas, historiadores, coleccionistas, empresarios … también de más allá de nuestras fronteras, la globalidad se impone. Desde Cine Sin Autor a Fondazione Sandretto Rebaudengo.
Mirando atrás dicen ver un gran hueco negro, vacío, en el que el arte español abandonó sus relatos y, a continuación, … una actividad frenética: hay que ponerse al día. Políticas erráticas, de urgencia, primando el objetivo cuantitativo sobre el cualitativo: la construcción de infraestructuras y fuertes inversiones en actividades expositivas: lo especulativo, lo espectacular , ¿arte como herramienta propagandística?; instituciones poco transparentes y participativas, paso de la cultura como derecho a la cultura como negocio, derroche de energías en “volantazos” del sistema educativo que conllevan una formación caótica… Como consecuencia: desequilibrio importación/exportación, fragilidad del sistema por falta de credibilidad de agencias e instituciones, desconfianza y alejamiento de la ciudadanía que percibe el sector como elitista. No hay estructuras estables de creación, producción y difusión del arte contemporáneo y sigue siendo en gran medida el “incomprendido”. Pero a pesar de todas estas carencias, limitaciones y descoordinaciones, que la crisis económica ha puesto en evidencia, se ha conseguido visibilizar, normalizar en cierta medida la presencia de este arte en nuestro país. El panorama ya no es negro, simplemente gris… oscuro.
Parece claro que el gran relato son los “pequeños relatos”, la suma de los contextos locales, heterogéneo y complejo y, desde proa, se avistan una serie de retos en el paisaje marítimo: un artista eminentemente investigador pero también gestor de su propia carrera que aprovecha el alcance de las nuevas tecnologías (aunque hay dudas de que no sea en detrimento de la creación e investigación); galerías y museos dinámicos, trabajo en red de universidades e instituciones públicas y privadas, refuerzo del arte como servicio público, vías de sensibilización con la ciudadanía, incorporación de las artes visuales en todas las etapas de la formación educativa, legislación en temas como el Mecenazgo, la estabilidad laboral del artista o el crowdfunding, IVA cultural reducido y unitario…
¿Se puede? Necesitamos que se pueda. Prueba de ello es la buena acogida de intervenciones, “realistas” pero optimistas, como la del galerista e historiador Nacho Ruiz. Hablando del mercado del arte, ponía de manifiesto el descalabro del sector en los últimos 5 o 6 años en que han cerrado cerca de la mitad de galerías españolas, dejando una geografía brutalmente asimétrica con el 90% de ellas aglutinadas en la mitad norte del país. A pesar de ello no se rinde y se atrevió a decir que sí, que ¡“se puede”!. Repensando el espacio de la galería para recuperar el espíritu activo de los 80 (hibridación con otras prácticas artísticas como música o danza, intervención de los artistas explicando su obra…) , ampliando las líneas del negocio (proyectos de exposiciones que muevan sus fondos y presten un servicio cultural),… siempre sobre la base de una buena programación (la calidad importa).
“Cada uno desde su metro cuadrado”, desde la ética, la honestidad, el compromiso y el rigor, apuntaban por otro lado. ¿Quién necesita a quien, las instituciones a la ciudadanía o viceversa? Planteaba alguien. No creo que sea la pregunta. Como señalaron desde “abajo”, hay que aprender a dialogar en este país, como articularnos y respetarnos porque todos somos parte: ciudadanía, instituciones, galerías, coleccionistas … Tan respetable es el “suicido autorial” practicado en foros como “Cine sin Autor”, que renuncia a la posición de poder generada por el estatus de autor, como la aspiración de un artista a que le compren su obra y proyectarse internacionalmente. En la cadena de valor del sector cultural todos aportan. Lo importante es la unión frente a los Ministerios estatales o incluso Europa, crear el tejido que permita formar, apoyar y promocionar a los artistas y acercar el arte contemporáneo a un público cada vez más amplio. Alguien se quejó de ser “la cascarilla”…, a lo que respondieron “todos somos un poco de cascarilla”. Más o menos cascarilla, lo interesante es construir el “cascarón” capaz de sortear las tempestades y llegar, todos juntos, a buen puerto.
En el horizonte una embarcación, nacionalidad española, aguas del arte contemporáneo, con mar de fondo… En cubierta un diverso grupo de tripulantes observa, reflexiona, opina… Tras ellos una sociedad de gestión cultural, YGB Art, un museo, MNCARS, y un banco que patrocina: adivinen. Marineros reclutados entre artistas, escritores, investigadores, profesores, comisarios, ensayistas, catedráticos, críticos, galeristas, historiadores, coleccionistas, empresarios … también de más allá de nuestras fronteras, la globalidad se impone. Desde Cine Sin Autor a Fondazione Sandretto Rebaudengo.
Mirando atrás dicen ver un gran hueco negro, vacío, en el que el arte español abandonó sus relatos y, a continuación, … una actividad frenética: hay que ponerse al día. Políticas erráticas, de urgencia, primando el objetivo cuantitativo sobre el cualitativo: la construcción de infraestructuras y fuertes inversiones en actividades expositivas: lo especulativo, lo espectacular , ¿arte como herramienta propagandística?; instituciones poco transparentes y participativas, paso de la cultura como derecho a la cultura como negocio, derroche de energías en “volantazos” del sistema educativo que conllevan una formación caótica… Como consecuencia: desequilibrio importación/exportación, fragilidad del sistema por falta de credibilidad de agencias e instituciones, desconfianza y alejamiento de la ciudadanía que percibe el sector como elitista. No hay estructuras estables de creación, producción y difusión del arte contemporáneo y sigue siendo en gran medida el “incomprendido”. Pero a pesar de todas estas carencias, limitaciones y descoordinaciones, que la crisis económica ha puesto en evidencia, se ha conseguido visibilizar, normalizar en cierta medida la presencia de este arte en nuestro país. El panorama ya no es negro, simplemente gris… oscuro.
Parece claro que el gran relato son los “pequeños relatos”, la suma de los contextos locales, heterogéneo y complejo y, desde proa, se avistan una serie de retos en el paisaje marítimo: un artista eminentemente investigador pero también gestor de su propia carrera que aprovecha el alcance de las nuevas tecnologías (aunque hay dudas de que no sea en detrimento de la creación e investigación); galerías y museos dinámicos, trabajo en red de universidades e instituciones públicas y privadas, refuerzo del arte como servicio público, vías de sensibilización con la ciudadanía, incorporación de las artes visuales en todas las etapas de la formación educativa, legislación en temas como el Mecenazgo, la estabilidad laboral del artista o el crowdfunding, IVA cultural reducido y unitario…
¿Se puede? Necesitamos que se pueda. Prueba de ello es la buena acogida de intervenciones, “realistas” pero optimistas, como la del galerista e historiador Nacho Ruiz. Hablando del mercado del arte, ponía de manifiesto el descalabro del sector en los últimos 5 o 6 años en que han cerrado cerca de la mitad de galerías españolas, dejando una geografía brutalmente asimétrica con el 90% de ellas aglutinadas en la mitad norte del país. A pesar de ello no se rinde y se atrevió a decir que sí, que ¡“se puede”!. Repensando el espacio de la galería para recuperar el espíritu activo de los 80 (hibridación con otras prácticas artísticas como música o danza, intervención de los artistas explicando su obra…) , ampliando las líneas del negocio (proyectos de exposiciones que muevan sus fondos y presten un servicio cultural),… siempre sobre la base de una buena programación (la calidad importa).
“Cada uno desde su metro cuadrado”, desde la ética, la honestidad, el compromiso y el rigor, apuntaban por otro lado. ¿Quién necesita a quien, las instituciones a la ciudadanía o viceversa? Planteaba alguien. No creo que sea la pregunta. Como señalaron desde “abajo”, hay que aprender a dialogar en este país, como articularnos y respetarnos porque todos somos parte: ciudadanía, instituciones, galerías, coleccionistas … Tan respetable es el “suicido autorial” practicado en foros como “Cine sin Autor”, que renuncia a la posición de poder generada por el estatus de autor, como la aspiración de un artista a que le compren su obra y proyectarse internacionalmente. En la cadena de valor del sector cultural todos aportan. Lo importante es la unión frente a los Ministerios estatales o incluso Europa, crear el tejido que permita formar, apoyar y promocionar a los artistas y acercar el arte contemporáneo a un público cada vez más amplio. Alguien se quejó de ser “la cascarilla”…, a lo que respondieron “todos somos un poco de cascarilla”. Más o menos cascarilla, lo interesante es construir el “cascarón” capaz de sortear las tempestades y llegar, todos juntos, a buen puerto.
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