De foro de poder y paraíso prosaico a reclamo turístico. Otro de los lugares de culto del París carismático y polifacético se encuentra a pocos kilómetros de la isla de Francia. Al año lo visitan tres millones de personas las instalaciones palaciegas y 7 los jardines (el 70 % son extranjeros). Hay que hacer cola serpenteante durante bastantes minutos, suficientes para establecer amistades nuevas de procedencias muy lejanas, porque como sucede en otros lugares de París, menudean los orientales. La sensualidad de la curva favorece la emotividad y, por supuesto, el intercambio de fotos, infinitamente más higiénico que otros intercambios...
El recorrido no es tan tumultuoso como en las zonas más populares del Louvre, pero es imposible disfrutarlo cómodamente. Supongo que ha de ser muy difícil gestionarlo de otro modo, dada la cuantía de quienes tienen curiosidad por contemplar en directo el universo de Boucher.
Al ver el anuncio de "Les grandes eaux musicales" (8,50 €) (hay que pagar 8,50 € de más por acceder a los jardines), me acordé de Haendel y, claro está, del palacio de La Granja y, sobre todo, del diferente modo de explotar los recursos históricos y culturales... Cuando las autoridades están tan empeñadas en forzar la productividad de los funcionarios, me pregunto por qué no existe una fórmula para valorar también la profesionalidad de quienes, con sus decisiones, hipotecan nuestros recursos o, sencillamente, son incapaces de gestionarlos de acuerdo con el interés general...
En el palacio de Versalles son manifiestas las deficiencias infraestructurales, apreciables en los patios interiores y en los edificios de servicios, pero también en las zonas nobles. Jamás imaginé que tuvieran un sistema de climatización tan radicalmente ecológico, documentado en el Hermitage y, por supuesto, en otros palacios mucho más meridionales: cuando hace frío, se cierran las ventanas; cuando hace calor, se abren... "En todas partes cuecen habas", diría el votante bien aleccionado...
El recorrido no es tan tumultuoso como en las zonas más populares del Louvre, pero es imposible disfrutarlo cómodamente. Supongo que ha de ser muy difícil gestionarlo de otro modo, dada la cuantía de quienes tienen curiosidad por contemplar en directo el universo de Boucher.
Al ver el anuncio de "Les grandes eaux musicales" (8,50 €) (hay que pagar 8,50 € de más por acceder a los jardines), me acordé de Haendel y, claro está, del palacio de La Granja y, sobre todo, del diferente modo de explotar los recursos históricos y culturales... Cuando las autoridades están tan empeñadas en forzar la productividad de los funcionarios, me pregunto por qué no existe una fórmula para valorar también la profesionalidad de quienes, con sus decisiones, hipotecan nuestros recursos o, sencillamente, son incapaces de gestionarlos de acuerdo con el interés general...
En el palacio de Versalles son manifiestas las deficiencias infraestructurales, apreciables en los patios interiores y en los edificios de servicios, pero también en las zonas nobles. Jamás imaginé que tuvieran un sistema de climatización tan radicalmente ecológico, documentado en el Hermitage y, por supuesto, en otros palacios mucho más meridionales: cuando hace frío, se cierran las ventanas; cuando hace calor, se abren... "En todas partes cuecen habas", diría el votante bien aleccionado...
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