Hemos aprovechado el día de San Jordi, efemérides gloriosa de la letras, para dar un paseo por el CentroCentro. Como de costumbre, es necesario pasar por un control de seguridad similar a los de los aeropuertos... Pero por desgracia, a continuación no está la sala de embarque.
Al pie de la escalinata que conduce a la planta principal, dos jóvenes con petos e indicadores que anuncian su disponibilidad para ser preguntados, saludabann amablemente al visitante.
—Estamos para informar —nos dijeron.
Tras echar un vistazo a la "obra" que ocupa la zona central de la planta, firmada por María Zahle (UpUpUpUp), que supuestamente debe hacernos pensar sobre nuestro cuerpo en el espacio, sobre cómo nos movemos y lo que vemos, nos dirigimos a los ascensores...
Sin ser conscientes de nuestros cuerpos, nos acercamos a la planta más alta, donde proponen una exposición comisariada por Margarita Aizpuru y vinculada al programa de la Bienal Miradas de Mujeres 2016. El visitante puede echar un vistazo a unas cuantas obras bien integradas entre lo que las galerías de cierto nivel entienden por "arte". No sabría decir si corresponde al Ayuntamiento respaldar estas actividades, pero estoy seguro de que estos eventos dan perfecta continuidad a los del Ayuntamiento anterior. Dicho de otro modo: no aprecio propuesta estética alejada de lo estéticamente oportuno en el ambiente liberal y globalizador dominante.
En el espacio "Lanzadera" se pueden ver fotografías de Rut Panuse con un texto que me he recordado propuestas poéticas tan manidas como los juegos formales de sus imágenes. Sorprende que las imágenes se ofrezcan sin títulos, como si debieran justificarse por sus estrictas circunstancias formales. No sé si Rut ha tenido en cuenta que ese planteamiento conduce directa e inexorablemente a los pantanos de lo decorativo... Acaso no le importe en absoluto.
La sección dedicada al cómic sigue la línea ya consolidada durante los años anteriores, con similares inconvenientes. La colocación favorece la "lectura" de las obras situadas a la altura de los ojos pero dificulta considerablemente a las dispuestas en la parte alta: es difícil valorar los dibujos y leer los textos. Es buena idea que el Ayuntamiento de Madrid ofrezca un foro de apoyo al cómic, pero no sería mala idea hacerlo en mejores condiciones.
En "la Caita Azul" y con un montaje demasiado simple, se ofrece al visitante un recorrido fotográfico por varios "monumentos" arquitectónicos del pasado reciente: el Instituto del Patrimonio Histórico Español, de Fernando Higueras y Antonio Miró; la Estación de Atocha, de Rafael Moneo; las viviendas sociales de la M-30 de Sáenz de Oiza; el Ministerio de Sanidad y Consumo de Francisco, de Asís Cabrero; la Casa de las Flores, de Secundino de Zuanzo Hugalde y la estación de Servicios de Petróleos porto-Pi, de Casto Fernández Shaw y Carlos Mendoza. Obviamente, no suscribo la selección que se inclina en una dirección muy concreta de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX. Me ha hecho gracia leer el texto elegido para "ilustrar" el proyecto de las viviendas sociales de la M-30, teniendo en cuenta las circunstancias sociales y sobre todo, las polémicas, que rodearon su uso... Recuerdo al señor Sáenz de Oiza defendiéndose de las críticas de los ocupantes de sus viviendas, porque era difícil colocar las camas en las habitaciones, diciendo por televisión que si los beneficiados no estaban a gusto que se compraran una casa en Puerta de Hierro (o algo parecido).
Pero al margen del desacuerdo en la selección, no creo que el formato elegido para "la Casita Azul", sea el más adecuado para una exposición de arquitectura: mostrar unas cuantas fotografías colocadas con chinchetas junto a textos brevíaimos, sería más propio de un evento de colegio mayor.
Photovoice Villaverde me ha desconcertado. Es "un estudio participativo sobre la alimentación a través de la fotografía", asociado al proyecto europeo Heart Healthy Hoods, que apunta objetivos demasiado ambiciosos para lo ofrecido en la exposición. Creo que es un evento cargado de buena voluntad pero más propio de un IES (o de muchos centros de enseñanza) que del centro cultural más importante de Madrid.
Más allá de alguna otra apuesta de entidad menor (juguetes 3D), completa la programación, la muestra "Aliadas. Mujeres que cambiamos el mundo", promovida por la ONG Alianza por la Solidaridad, que lleva 30 años promoviendo una manera de entender las relaciones entre hombre y mujeres según nuestros actuales criterios culturales. Aunque podría poner algunos reparos a este tipo de eventos, reconozco que, si no se tiene consciencia de las implicaciones discutibles, tiene sentido en un foro como el definido por el antiguo Palacio de Correos.
Al salir nos sugirieron visitar la Sala de Plenos, donde se celebraban unas "jornadas de puertas abiertas"...
Nos recibieron varios concejales dispuestos a responder preguntas de los visitantes:
—Pero sólo unas pocas, porque no hay mucho tiempo. Sólo contamos con tres minutos —dijo el guía.
Una señora de un barrio del suroeste les preguntó por qué no dedican los mismos esfuerzos que aplican a luchar contra las cacas de los perros para acabar con los graffitis...
Respondió Esther González Morante, concejala de los distritos de Carabanchel y Latina... Y sentí una pena enorme porque lo hizo como lo habría hecho alguien del PP unos años antes: si se les pilla con las manos en la masa se les castiga según la normativa vigente, no se puede poner un policía junto a cada bloque de viviendas, se han activado iniciativas para reconducir la actividad de los graffiteros en otra dirección, etc.
¡Con los fácil que sería acabar con ese tipo de vandalismo!
No entiendo quién puede tener interés en que Madrid siga siendo un descomunal museo de "pintura urbana", realizada por adolescentes que, a causa de un entorno social y de un sistema educativo inoperante ante ciertos problemas, no entienden lo que significa el respeto a los demás. No insistiré en un asunto de implicaciones culturales tan significativas...
Para finalizar
Las comparaciones son odiosas... Acaso esté equivocado, pero teniendo en cuenta los precedentes conocidos por todos, los datos que me llegan por diferentes vías y lo contemplado directamente, tengo la sensación de que, en asuntos culturales, el actual Ayuntamiento de Madrid apenas ha cambiado la línea de sus antecesores en detalles y circunstancias menores; es como si creyeran que "la cosa cultural" se gestiona fácilmente, sin grandes gastos, mediante las buenas intenciones de unos cuantos colaboradores entusiastas. Exceptuando la exposición comisariada por Margarita Aizpuru, el resto de los eventos de CentroCentro parecen propuestas de alcance limitado, impropios del espacio más importante de la capital de un Estado europeo.
Se diría que lo propuesto en el CentroCentro es, ante todo, barato y desde esa circunstancia, teniendo en cuenta el carácter de la demanda cultural madrileña, pudiera ser razonable emplear el dinero del contribuyente en actividades de mayor repercusión social y política. Dejemos que sean las entidades financieras quienes directa o indirectamente protagonicen la actualidad cultural madrileña...
Al pie de la escalinata que conduce a la planta principal, dos jóvenes con petos e indicadores que anuncian su disponibilidad para ser preguntados, saludabann amablemente al visitante.
—Estamos para informar —nos dijeron.
Tras echar un vistazo a la "obra" que ocupa la zona central de la planta, firmada por María Zahle (UpUpUpUp), que supuestamente debe hacernos pensar sobre nuestro cuerpo en el espacio, sobre cómo nos movemos y lo que vemos, nos dirigimos a los ascensores...
Sin ser conscientes de nuestros cuerpos, nos acercamos a la planta más alta, donde proponen una exposición comisariada por Margarita Aizpuru y vinculada al programa de la Bienal Miradas de Mujeres 2016. El visitante puede echar un vistazo a unas cuantas obras bien integradas entre lo que las galerías de cierto nivel entienden por "arte". No sabría decir si corresponde al Ayuntamiento respaldar estas actividades, pero estoy seguro de que estos eventos dan perfecta continuidad a los del Ayuntamiento anterior. Dicho de otro modo: no aprecio propuesta estética alejada de lo estéticamente oportuno en el ambiente liberal y globalizador dominante.
Zona dedicada a las obras de Teresa Ribuffo |
La sección dedicada al cómic sigue la línea ya consolidada durante los años anteriores, con similares inconvenientes. La colocación favorece la "lectura" de las obras situadas a la altura de los ojos pero dificulta considerablemente a las dispuestas en la parte alta: es difícil valorar los dibujos y leer los textos. Es buena idea que el Ayuntamiento de Madrid ofrezca un foro de apoyo al cómic, pero no sería mala idea hacerlo en mejores condiciones.
En "la Caita Azul" y con un montaje demasiado simple, se ofrece al visitante un recorrido fotográfico por varios "monumentos" arquitectónicos del pasado reciente: el Instituto del Patrimonio Histórico Español, de Fernando Higueras y Antonio Miró; la Estación de Atocha, de Rafael Moneo; las viviendas sociales de la M-30 de Sáenz de Oiza; el Ministerio de Sanidad y Consumo de Francisco, de Asís Cabrero; la Casa de las Flores, de Secundino de Zuanzo Hugalde y la estación de Servicios de Petróleos porto-Pi, de Casto Fernández Shaw y Carlos Mendoza. Obviamente, no suscribo la selección que se inclina en una dirección muy concreta de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX. Me ha hecho gracia leer el texto elegido para "ilustrar" el proyecto de las viviendas sociales de la M-30, teniendo en cuenta las circunstancias sociales y sobre todo, las polémicas, que rodearon su uso... Recuerdo al señor Sáenz de Oiza defendiéndose de las críticas de los ocupantes de sus viviendas, porque era difícil colocar las camas en las habitaciones, diciendo por televisión que si los beneficiados no estaban a gusto que se compraran una casa en Puerta de Hierro (o algo parecido).
Pero al margen del desacuerdo en la selección, no creo que el formato elegido para "la Casita Azul", sea el más adecuado para una exposición de arquitectura: mostrar unas cuantas fotografías colocadas con chinchetas junto a textos brevíaimos, sería más propio de un evento de colegio mayor.
M. Zahle, UpUpUpUpUp |
Más allá de alguna otra apuesta de entidad menor (juguetes 3D), completa la programación, la muestra "Aliadas. Mujeres que cambiamos el mundo", promovida por la ONG Alianza por la Solidaridad, que lleva 30 años promoviendo una manera de entender las relaciones entre hombre y mujeres según nuestros actuales criterios culturales. Aunque podría poner algunos reparos a este tipo de eventos, reconozco que, si no se tiene consciencia de las implicaciones discutibles, tiene sentido en un foro como el definido por el antiguo Palacio de Correos.
Ambra Polidori, Welcome to Sarajevo, 1997 |
Nos recibieron varios concejales dispuestos a responder preguntas de los visitantes:
—Pero sólo unas pocas, porque no hay mucho tiempo. Sólo contamos con tres minutos —dijo el guía.
Una señora de un barrio del suroeste les preguntó por qué no dedican los mismos esfuerzos que aplican a luchar contra las cacas de los perros para acabar con los graffitis...
Respondió Esther González Morante, concejala de los distritos de Carabanchel y Latina... Y sentí una pena enorme porque lo hizo como lo habría hecho alguien del PP unos años antes: si se les pilla con las manos en la masa se les castiga según la normativa vigente, no se puede poner un policía junto a cada bloque de viviendas, se han activado iniciativas para reconducir la actividad de los graffiteros en otra dirección, etc.
¡Con los fácil que sería acabar con ese tipo de vandalismo!
No entiendo quién puede tener interés en que Madrid siga siendo un descomunal museo de "pintura urbana", realizada por adolescentes que, a causa de un entorno social y de un sistema educativo inoperante ante ciertos problemas, no entienden lo que significa el respeto a los demás. No insistiré en un asunto de implicaciones culturales tan significativas...
Para finalizar
Las comparaciones son odiosas... Acaso esté equivocado, pero teniendo en cuenta los precedentes conocidos por todos, los datos que me llegan por diferentes vías y lo contemplado directamente, tengo la sensación de que, en asuntos culturales, el actual Ayuntamiento de Madrid apenas ha cambiado la línea de sus antecesores en detalles y circunstancias menores; es como si creyeran que "la cosa cultural" se gestiona fácilmente, sin grandes gastos, mediante las buenas intenciones de unos cuantos colaboradores entusiastas. Exceptuando la exposición comisariada por Margarita Aizpuru, el resto de los eventos de CentroCentro parecen propuestas de alcance limitado, impropios del espacio más importante de la capital de un Estado europeo.
Se diría que lo propuesto en el CentroCentro es, ante todo, barato y desde esa circunstancia, teniendo en cuenta el carácter de la demanda cultural madrileña, pudiera ser razonable emplear el dinero del contribuyente en actividades de mayor repercusión social y política. Dejemos que sean las entidades financieras quienes directa o indirectamente protagonicen la actualidad cultural madrileña...
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