En muchas ocasiones me he lamentado públicamente del daño que podían hacer las ideas de Ken Robinson sobre la creatividad de los niños si las recibía un profesor con pocas luces, que por desgracia no sería persona anómala en esa delicada actividad profesional. Interpretar que todos los procesos educativos, en el sentido latino del termino, matan la creatividad es tan estúpido como confundir las generalizaciones con enunciados "de absolutos". El educador ha de tener cuidado para favorecer las posibilidades creativas de los niños, pero si observa a un infante intentando meter un palo por el ojo de un compañero, no puede limitarse a permanecer pasivo intuyendo que tal vez la intención del niño tiene por objeto aplicar su incipiente voluntad literaria para convertir a su amigo en un Polifemo. Por supuesto, el problema del educador pasa por la dificultad de establecer las fronteras entre lo admisible y lo inadmisible, cuando no median situaciones tan claras. Imaginemos, por ejemplo, el caso de un niño o niña líder que, en el ejercicio de su libertad creativa, decide quiénes forman parte de "su grupo" y quienes están fuera de él... Me pregunto si en este caso es conveniente que el educador permanezca al margen por no coartar la creatividad del "niño líder".
Desde que Manuela Carmena llegó al frente del Ayuntamiento de Madrid vengo mordiéndome la lengua por no entrar en juegos promovidos por quienes, de un modo u otro, han gestionado la capital de las Españas desde los tiempos de los muy nobles Reyes Católicos. Pero están comenzando a suceder cosas que me han hecho cambiar la actitud.
Mi desconcierto comenzó pronto, cuando se percibieron las líneas de un política cultural "creativa", pero también errática y surrealista... Serán cosas de la adaptación, del entusiasmo ciego de los novatos, imaginé. Ha pasado un año y aún no sé si será inadaptación, entusiasmo ciego u otra cosa...
Pero mi ánimo experimentó un tsunami cuando aparecieron por las calles carteles con textos "creativos" para persuadir a los ciudadanos de que no arrojemos al suelo chicles ni consintamos que los alivios de los canes abonen las baldosas de cemento o granito, según la nobleza del barrio. Y me pregunté si la campaña no habría sido diseñada por algún infiltrado "de la casta". En el preámbulo de la página que anunciaba la medida podíamos leer:
Con la voluntad expresa de recuperar el estilo de Enrique Tierno Galván, la alcaldesa había puesto en marcha una ambiciosa y "creativa" campaña de concienciación ciudadana, que parecía tener por objeto resolver uno de los mayores problemas de la ciudad del oso y el madroño...
Obviamente, la intención es elogiable; los reparos surgen cuando observamos la manera de hacerlo con eslóganes modelados mediante figuras retóricas que, a mi juicio, podrían pasar a la historia de las ideas publicitarias más estériles, infantiles y vacuas. Y desde esa valoración preliminar brota una pregunta... casi retórica: ¿Es posible imaginar que los contribuyentes puedan convertirse en ciudadanos limpios mediante una campaña publicitaria? Aunque, según la señora Maestre, "la empresa contratada de forma legal ya ha trabajado con el Ayuntamiento de Madrid desde antes del Gobierno de Ahora Madrid y también con el Ministerio de Agricultura y con los ayuntamientos de Segovia y de Las Rozas", me pregunto cuál será el nivel profesional de quienes han diseñado esta campaña y, sobre todo, de quienes la han sugerido, matizado y aceptado. Si la conducta antisocial pudiera resolverse de ese modo, las escuelas estarían de sobra y, sobre todo, la vertiente educativa de la actividad docente . Mucho me temo que problemas como ese requieren soluciones más creativas, complejas y, sobre todo, eficaces. En todo caso, plantear la solución, aunque sea parcial, de un asunto educativo mediante una campaña publicitaria informa muy negativamente de quienes la promueven. ¿Podemos imaginar que alguien, al contemplar los carteles, rectificará sus pautas de conducta? Naturalmente. Pero... ¿en número significativo como para que se modifique substancialmente el problema de la suciedad en las calles?
Foto Ayuntamiento de Madrid |
Mi desconcierto comenzó pronto, cuando se percibieron las líneas de un política cultural "creativa", pero también errática y surrealista... Serán cosas de la adaptación, del entusiasmo ciego de los novatos, imaginé. Ha pasado un año y aún no sé si será inadaptación, entusiasmo ciego u otra cosa...
Pero mi ánimo experimentó un tsunami cuando aparecieron por las calles carteles con textos "creativos" para persuadir a los ciudadanos de que no arrojemos al suelo chicles ni consintamos que los alivios de los canes abonen las baldosas de cemento o granito, según la nobleza del barrio. Y me pregunté si la campaña no habría sido diseñada por algún infiltrado "de la casta". En el preámbulo de la página que anunciaba la medida podíamos leer:
"La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha dictado el primer bando de su legislatura para recordar a la ciudadanía que "una ciudad limpia no es la que más se limpia, sino la que menos se ensucia" y animar a los madrileños a colaborar para conseguir el reto de "que nos convirtamos en unos ciudadanos limpios y que así, gracias a este logro, podamos estar orgullosos de nuestra ciudad".
Foto Ayuntamiento de Madrid |
Quienes pagan estas campañas con dinero público deberían tener en cuenta que una campaña publicitaria puede considerarse muy exitosa si consigue movilizar la voluntad de un 10 o un 15 % de los consumidores. Por desgracia con esos porcentajes de eficacia social el problema de la limpieza en Madrid no se resolvería en absoluto. De momento, si queremos una ciudad limpia tendremos que seguir pagando a personas para que la limpien, aunque a medio y largo plazo sea una magnífica idea que en la actividad escolar los educadores se preocupen de estos asuntos, si es que ya no lo hacen... con éxito irregular.
Imagen tomada de The Huffingtonpost |
Al parecer, los gestores municipales se sienten satisfechos con la iniciativa y, durante estos días, han ampliado la campaña con una propuesta nueva y complementaria. Ahora toca infundir en el ánimo de los fumadores la necesidad de no tirar las colillas al suelo mediante una "ingeniosa y creativa" ocurrencia relacionada con el antagonismo existente entre los seguidores del Real Madrid y los del Atlético de Madrid. Los fumadores deben depositar las colillas en el mueble urbano de la imagen adjunta eligiendo el recipiente de uno u otro equipo. Se supone que los madrileños nos precipitaremos sobre ellos para conseguir que un equipo destaque sobre el otro...
Según recogen los medios:
Según recogen los medios:
"Las papeleras «no cuestan nada al Ayuntamiento» al ser un proyecto piloto en el que participa la concesionaria del contrato de colocación y conservación de papeleras, Plastic Omnium, han informado fuentes municipales. Si los resultados son buenos, el Ayuntamiento estudiaría dotar de presupuesto al proyecto y extenderlo. El hueco que queda en la papelera es sólo para las collilas y el frontal es transparente, de modo que se pueda ver por qué opción se decantan los madrileños fumadores. Desde el Ayuntamiento recuerdan que las más de 60.000 papeleras de todo Madrid cuentan con ceniceros."
Dejando a un lado las "ocurrencias" tendenciosas, también sumamente "creativas", que ya han proliferado en ciertos medios y que dan medida de hasta dónde llega la profesionalidad de algunos "periodistas", que se presentan como guardianes de la moralidad pública, me pregunto también en este caso si alguien con un mínimo de profesionalidad se habrá planteado la eficacia de fórmulas como ésta; sobre todo, si tenemos en cuenta, en primer lugar, que muchos fumadores no se interesan por el fútbol y que la eficacia táctica de la campaña culmina en unos días, cuando se enfrente ambos equipos en la final de Milán.
¿De qué se trata: de encontrar una fórmula que permita ahorrar en limpieza contando con la receptividad de los ciudadanos ante campañas de este tipo? Con cierta ironía, me pregunto si el próximo paso será hacer otro tanto para que los amigos de lo ajeno cambien de profesión.
Foto Ayuntamiento de Madrid |
Algún ingenuo acaso deduzca que estas campañas ponen de manifiesto la maravillosa creatividad de los nuevos gestores... Hace poco Ferran Adrià ofrecía una exposición en la que recogía unas cuantas definiciones de creatividad, algunas sumamente peculiares y discutibles. No creo que exista anuencia general sobre la definición de creatividad, entre otras razones, porque para muchas personas se han perdido las fronteras que separan al pensamiento creativo de la estupidez: el universo relacionado con el arte contemporáneo es sumamente explícito en ese sentido y son numerosas las instituciones especializadas que presentan como genialidades lo que otros valoramos como simples chorradas.
Por fortuna, aunque por creatividad se puedan entender muchas cosas, existe anuencia general en vincular ese concepto con la propuesta de "soluciones originales y, sobre todo, valiosas"; desde ahí es fácil establecer los territorios propios de lo creativo y de las chorradas. Obviamente, no intentaré definir la frontera que separa ambos territorios porque ello es objeto de de filósofos escrupulosos y de los voceros de la manipulación; y servidor no tiene voluntad de entrar en receptáculo tan oscuro ni en redil aceitoso. Desde esas cualidades es fácil situar las campañas mencionadas porque no creo que sean "valiosas" ni que resuelvan problema alguno. Puede que reflejen cierta creatividad pero, a mi juicio, prevalece por encima de ella una ingenuidad más propia de calilos y bolonios.
Como me cuesta imaginar que quienes están gestionando el Ayuntamiento de Madrid sean calilos y bolonios o, cuando menos, que en el proceso de aceptación cuantos dieran su opinión lo fueran, me pregunto si habrá alguna circunstancia subyacente... Revisando el disco duro, recuerdo estrategias políticas que parecían olvidadas y que tal vez tenían objetivos afines a los actuales. Sentó cátedra parda la celebérrima campaña del "Póntelo, pónselo", tantas veces alabada y premiada, que acaso tuviera por objetivo explícito luchar contra los embarazos no deseados pero que obtuvo resultados, cuando menos, dudosos. En aquellos lejanos años algunos creían que los objetivos de las campañas publicitarias financiadas por las instituciones públicas, ante todo, tenían por finalidad subyacente hacer creer a los ciudadanos que las instituciones se ocupaban de sus problemas; es decir, las propuestas publicitarias, antes que nada, eran campañas de imagen de las instituciones promotoras. Acaso con cierta ingenuidad, pensé que esos tiempos habían caducado por mor de las "nuevas políticas".
Por desgracia, la situación me conduce a una disyuntiva penosa: o quienes lanzan estas campañas son personas de escaso calado profesional o están "trabajando" en una línea comparable a la desarrollada años atrás por los políticos "de la casta". Lamento que no se me ocurran otras posibilidades, Y en guiño de ingenuidad, teniendo en cuenta asuntos como el del teatro Español y las referencias que me llegan desde ámbitos "próximos", debo reconocer que mi impresión se inclina hacia la confluencia de ambas opciones.
Puede que lo estén haciendo personas muy bien intencionadas pero, como quedó acreditado durante la Revolución Cultural china, para afrontar grandes retos no basta con la "ilusión juvenil". Para resolver problemas complejos se necesitan profesionales competentes y obrar de otro modo conduce a procesos que, inevitablemente, desembocan en el muy transitado pantano de la endogamia, ese marasmo que está en el origen de la corrupción estructural y que nos conduce a la esterilidad política y a la impotencia cultural.
La ingenuidad podría disculparse, pero no la declinación hacia vicios viejos. A mi juicio, antes de nada, por ahí deberían ir los cambios de la "nueva política", porque de otro modo, estaremos asistiendo al nacimiento de una nueva casta de políticos iluminados por las buenas intenciones y esterilizados por una creatividad demasiado infantil.
Para finalizar
Si el objetivo de esta entrada fuera hacer una reflexión crítica y global sobre cómo se he percibido, "a nivel de calle", el cambio al frente del Ayuntamiento de Madrid un año después, debería decir que los autobuses funcionan mejor, que ha mejorado la limpieza de las calles, que se está intentando poner coto a ciertas arbitrariedades y al furor especulativo, que el tono de la señora Carmena es sumamente grato y no nos abochorna con sandeces, incluso, aunque en ocasiones ofrezca fórmulas "creativas", que los sectores ultracentristas enseguida convierten en armas arrojadizas... Más discutibles han sido otros aspectos de la acción municipal como la gestión del patrimonio histórico y la gestión cultural, ambas manifiestamente mejorables...
En términos generales, está claro que, al menos en apariencia, el cambio ha proporcionado resultados positivos y, en algunos aspectos, muy positivos. Sin embargo, algunos esperábamos más...
Cuando estaba revisando este texto se hace pública la noticia de las "maniobras" del PSOE y Ausbanc para torpedear la actividad de la señora Mayer; y he estado a punto de dejar este comentario en "la nevera", pero entiendo que esas actividades vergonzosas no deben condicionar las nuestras.
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