martes, 10 de noviembre de 2009

El síndrome de Transnistria en la Sala Alcalá 31

En el dorso de la entrada que entregan a la puerta de la Sala Alcalá 31, se lee:
POR RAZONES DE CONSERVACIÓN Y SEGURIDAD, ROGAMOS RESPETEN LAS SIGUIENTES NORMAS:
1. No se permite fotografiar ni grabar con cámara de vídeo, cámara digital, móvil o mediante cualquier equipo de filmación, excepto a medios de comunicación con autorización expresa de la Comunidad de Madrid.
(...)

Alguien debería explicar en detalle las razones de esta prohibición, porque ignoro en qué modo hacer una fotografía o realizar una filmación puede comprometer la seguridad y la conservación de las obras de arte.
Se me ocurren dos posibilidades para "justificar" la prohibición: (seguramente hay más, pero no las vislumbro):
1. Proteger los derechos de reproducción de las obras expuestas. Quien desee imágenes de la exposición, que compre el catálogo. El razonamiento puede ser oportuno en las salas de fundaciones privadas, pero...
2. Las cámaras roban el espíritu de las obras... y si las obras pierden su espíritu, mueren.


En ambos casos, parece obvia la preeminencia de los intereses particulares sobre los generales y desde esa constatación, cabe plantearse cuál es la función real de estas instituciones. ¿Infraestructura para la "industria cultural"? ¿Decorados para que la presidenta proporcione cinco minutos de presencia pro-cultural para Tele-Madrid?
En todo caso, convendría modificar la redacción de las entradas para no ofrecer una imagen incompatible con lo exigible a una institución cultural de la Comunidad de Madrid... incluso, aunque la presida doña Esperanza Aguirre. Mi propuesta: colocar los carteles habituales en las catedrales españolas.

6 comentarios:

  1. Prohibido hacer fotos... Humm....

    Creo que vi un cartel parecido en cierto hospital madrileño hace unas semanas pero ¿por qué querrían evitar las fotos allí...?

    Quien sabe, quizá en Alcalá 31 escondan artistas detrás de algún biombo y por eso prohiban las maquinas de hacer retratauras...

    Salud

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  2. ¿Que tiene esto que ver con los flashes? Más bien poco o nada. Los flashes más comunes (Kryptón, argón, neón y xenón) apenas emiten en la banda ultravioleta; como mucho pueden tener una alta emisión en la franja infrarroja (sobretodo el kryptón), pero el tiempo de emisión es tan bajo que el calor no puede llegar a afectar a la obra.

    Cabría preguntarse qué ocurre con las lámparas que se utilizan en el propio museo para iluminar las obras. Por normativa, dependiendo del estado de conservación de la obra y los materiales con los que haya sido realizada, no se debe superar cierta cantidad de lux en el plano util del cuadro (normativa que fundaciones como Caja Madrid y La Caixa se pasan por donde quieren, apuntando los seis proyectores que iluminan un cuadro al mismo sitio y concentrando ahí toda la intensidad lumínica, olvidándose de la uniformidad y el factor de deslumbramiento que se tiene tan presente al iluminar un kroma o un estadio de fútbol). El problema de la cantidad de luz no es el único. Para asegurar un correcto visionado de las obras, han de emplearse lámparas con un alto índice de reproducción cromática (IRC superior al 90 %). Estas lámparas tienen la ventaja de que mantienen la misma percepción de color que tendríamos con luz natural, pero para poder hacerlo han de reunir todas la longitudes de onda del espectro de luz visible, y para conseguirlo suelen contener restos de radiaciones ultravioletas e infrarrojas. Las nuevas lamparas fluorescentes para reproducción cromática han reducido considerablemente las emisiones ultravioletas, pero estas lámparas no sueles ser adecuadas para museos por cuestiones de formato (tubo), quedando relegadas al ámbito de las copisterias. Así que se vienen empleando lámparas de halogenuros metálicos y halógenas, que no sólo desperdician gran parte de energía en forma de calor, sino que tienen radiaciones ultravioletas bastante elevadas. Si a esto le sumamos el mal apuntamiento de los proyectores, que concentra toda la intensidad lumínica, todas las radiaciones UV, y todo el calor en el mismo punto; podemos asegurar que el destrozo lumínico que hace el museo es mucho mayor que si pusiéramos a veinte japoneses delante del cuadro haciendo fotos a todas horas

    Asi que nos queda la otra opción, la de los derechos de reproducción. Y nos olvidamos del derecho de copia privada, de salvaguardar la libertad de información y facilitar el acceso a la cultura; con tal de vender un catálogo a unos pocos privilegiados que son lo bastante ricos, o lo bastante tontos como para comprarlo. Si vamos al Vaticano, la cosa es mucho más sangrante, ya que también se atropella el derecho a cita (se ha puesto copyright a los discursos del Papa y no se pueden reproducir, total o parcialmente, sin pagar por una autorización), y si haces una parodia del Papa corres el riesgo de ser arrestado, como pudo comprobar cierta cómica italiana. Eso sin meterse en los privilegios legales de los que gozan Ratzinger y compañía, que son de escándalo... . En nombre del beneficio económico, se inmola a la libertad de expresión e información. Quienes no quieran buscar tan lejos, que miren hacia esa sociedad sin ánimo de lucro llamada SGAE

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  3. Me llama la atención una paradoja que se presenta en el Prado. Al parecer antes únicamente no dejaban hacer fotos con flash, con trípode o de exposiciones temporales, y ahora ya sólo se pueden comprar las fotos oficiales (no entiendo el cambio de normativa). Sin embargo, es irónico,como anécdota,que se dejara exponer a Thomas Struth como indica en esta noticia que se ha hecho: http://www.lukor.com/literatura/noticias/portada/07020627.htm

    Me parece claramente cosa de sacar pasta. Y por supuesto, si los que visitan el museo son los reyes, Sarkozy y su amiga los fotografos pueden pasar, hacer millones de fotos, con flashes y con lo que haga falta. También es sospechoso que cuando te pillen haciendo fotos, te vengan a pedirte amablemente que la borres, aunque es cierto que no lo he corroborado en primera persona, pero de ser cierto, me parece absurdo. Si fuera por los daños al cuadro, el daño ya estaría hecho, no creo que el cuadro mejore si se lleva a cabo su venganza y el visitante no se lleva una foto de él. ¿Y que sentido tiene en algunos lugares dejar fotografiar sólo si pagas? Siempre me ha parecido ridículo, y más si son obras que están ya sin derechos de autor, y por tanto, seguiré haciendo fotos sin flash a hurtadillas, que me va a dar más gusto que comprar el catálogo.

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  4. Leyendo los comentarios de mis compañeros, no puedo sino ratificar la sospechosa idea que ocultan estas absurdas normas cuyo cumplimiento exigen los museos con las que no buscan sino "sacar la pasta" al visitante que compra los catálogos o postales aunque éste lo haga de forma voluntaria.
    El comentario técnico con el que nos ha obsequiado Abend despeja toda duda acerca de "lo peligroso" de los flashes, al margen de que son los mismos museos los que transgreden SUS normas cuando les interesa hacerlo por intereses económicos o de imagen.
    Así que:" a otro perro con ese hueso" porque yo me saltaré SUS normas en la medida que pueda.

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  5. Hay que puntualizar que no siempre la culpa es del museo, o de la instalación. Los museos pueden invertir en buenos equipos y proyectos, y a pesar de que las lámparas (lo que vendría a ser la bombilla) emita radiaciones UV, existen luminarias (el resto del aparato) que incorporan filtros para detener esta longitud de onda. El problema de estos equipos es que son de importación y bastante caros, no hay demasiadas empresas de iluminación españolas que trabajen con ellos, y ninguna que los fabrique; pero no creo que las fundaciones de las que hablo no puedan permitírselos. Puedo sospechar que no se molestan demasiado en buscarlos, pero tampoco he tenido la oportunidad de examinar los modelos que utilizan, así que no puedo asegurar nada en este ámbito.

    El problema no creo que sea un mal equipo, ni un mal proyecto luminotécnico. Es que este proyecto sólo servirá durante un tiempo, y en cuanto cambie la configuración de la sala, se modificara la iluminación atendiendo como bien dices a cualidades estéticas. Ocurre que el lugar idóneo para iluminar una obra, no siempre es el sitio donde se puede colocar o donde queda bien, y ocurre que los focos los mueven operarios y técnicos que tienen que conseguir un resultado agradable moviendo los focos a lo largo de un carril, que tampoco permite demasiada autonomía. A la hora de realizar el proyecto inicial, tristemente suele importar más que la instalación sea discreta a que sea eficaz, y a la hora de iluminar una exposición suele importar más que se vea "perfectamente" a que lleve una iluminación más baja como exigiría la normativa. Hay que tener en cuenta que el daño que produce la luz es acumulativo, igual sufre una obra con 100 lux durante 10 horas, que una iluminada con 50 durante 20 horas; lo que permite cierto margen para aumentar la luminancia media, si la obra va a estar iluminada poco tiempo. Lo que ya no entiendo es que se coloquen todos los equipos orientados en perfecta fila, con la misma inclinación, pienso que deberían intentar repartir la luz a lo largo de la obra, sobretodo en el caso de cuadros de gran formato. Pero es la magia del cálculo, que dice que si en la mitad superior del cuadro la iluminación es de 200 lux, y en la inferior es de 0, la media son 100 lux, como exige el cuadro. Y se quedan tan anchos

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  6. Como anécdota personal, y para añadir a la lista de las muchas que se conozcan, comentar que hace poco, yendo a visitar la susodicha exposición de "Las lágrimas de Eros", me saqué la cámara. Pude hacer dos fotos; enseguida se presentó la señorita de turno diciéndome que allí no se podía hacer fotos.Lo curioso fue al preguntarle por qué, puesto que la peripuesta señorita se quedó estupefacta: "Pues porque no" (vamos, para haberle contestado: "Pues ya no te "ajunto" y ponerte a patalear en medio de la sala).Le insistimos un poco más, y la mujer, intentando salir por alguna parte, nos mencionó que "en los grandes mudeos se prohíbe hacer fotos"; comentario a lo que una compañera contestó: "¿Entonces el Reina Sofía?" Otra vez cara de tonta de la señorita. Y fin de la conversación.
    Al menos podrían enseñarles excusas a los empleados.

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