domingo, 1 de mayo de 2011

La crisis del mundo del arte en España


Nacho Huerta me ha enviado el enlace a un artículo de finales de marzo, aparecido en The Guardian, seguramente, porque el otro día nos detuvimos unos minutos a charlar sobre los mismos asuntos. Adrian Searle repasaba algunas teselas del mosaico estético hispano...  La apertura de múltiples instituciones durante los años de expansión económica no respondía a un cambio substancial de la situación predemocrática; sólo a un cambio cosmético. Lo sucedido con ARCO durante los últimos años deja muy clara la situación.  
Adrian Searle, informado desde las superestructuras, hablaba de montañas mentales... A mountain range of the mind?


Las primeras elevaciones del sistema montañoso: las circunstancias del contexto cultural general
En el contexto global, somos un país muy heterogéneo, con amplias áreas culturalmente retrasadas. Seguimos debatiendo  cuestiones más propias del siglo XVIII o del XIX. Hace años realicé algunas investigaciones cualitativas que reflejaban, invariablemente, el mismo dato: la absoluta marginalidad de los fenómenos estéticos contemporáneos. En los ambientes universitarios madrileños, apenas un 5 % tiene cierta información sobre ellos (lo que recuerdan del curriculum académico); fácil es imaginar la relevancia de los asuntos estéticos para el total de la población; para muchos de nuestros conciudadanos, arte = belleza + habilidad (pintura, fútbol, toros, etc.)
Esta circunstancia coexiste con un interés creciente por los asuntos culturales, según criterios de valoración estética propios del siglo XIX. Porcentajes muy elevados de quienes hacen cola en los museos aún entienden que el arte debe estar inexcusablemente asociado a "lo agradable", a "lo que es agradable a la vista"; es decir aquello que se supedita a lo que en teoría de la percepción llamamos "buena figura" (estímulo visual organizado según criterios de orden, equilibrio, simetría, mímesis...).
La superación de este obstáculo sólo requiere ciertas acotaciones educativas. Aunque tal y como están las cosas...

Otros accidentes geográficos: las circunstancias políticas
La clase política participa de la misma situación que colorea al censo electoral. Saben que proporciona "buena imagen" hacerse la foto inaugurando museos de arte contemporáneo, pero también saben que ese electorado no va a demandar una política más activa en ese sentido, porque la "cuestión cultural" ocupa un lugar secundario en el orden de prioridades de los ciudadanos (véanse los datos proporcionados por las encuestas de consumo cultural publicadas por el Ministerio de Cultura).


En consecuencia, el Ministerio de Cultura y sus entidades afines se preocupan mucho más de las empresas vinculadas al hecho estético que del hecho estético. Los creadores sólo son materia prima de una "importante industria"... hipotética.
Tal y como señala Adrian Searle, en tiempos de crisis, es fácil imaginar el grado de prioridad correspondiente a las promociones estéticas.
La solución: que nos gobiernen desde Londres, Berlín o París.

Las primeras cumbres: las circunstancias educativas genéricas
Nuestro sistema educativo está construido de tal modo, que la cuestión estética apenas pasa las "manualidades"  aún presentes en ciertas instituciones y en la mente de muchos profesionales de la docencia. En ese ambiente, el bachillerato artístico, fase de formación preliminar a la formación universitaria estética, está más condicionado por cuestiones de estrategia política (enmascarar fracaso escolar) que por el objetivo educativo implícito en su denominación.
La solución: modificar el sistema educativo, aunque tal y como están las cosas...

Las cumbres periféricas: las circunstancias educativas específicas
Es lugar común descalificar la operatividad de las facultades de Bellas Artes... La formación universitaria está demasiado condicionada por las expectativas con las que llegan los jóvenes alumnos, mayoritariamente convencidos de que allí van a aprender a dibujar, pintar,  esculpir y, algunos, a diseñar.  La proporción de quienes entienden esos estudios como una liberación de las condiciones de esfuerzo y trabajo propias del bachillerato, asimismo, es elevada. En consecuencia, la tasa de analfabetismo funcional en el colectivo llega a dimensiones vergonzantes. Proceso de realimentación obvio...
En contrapartida, tal y como advirtió Ángel González hace años, la proporción de los jóvenes que llegan a las facultades de Bellas Artes con la pretensión de completar  la formación necesaria para convertirse en "generadores de alta cultura" (no me gusta emplear el término "artista" en estos casos) es mínima.
La solución en este caso es simple: esforzarse en esar a la altura del momento cultural.



Las cumbres centrales: los especialistas en arte
Los especialistas están demasiado condicionados por la obligada asimilación de las referencias definidas desde  los centros integrados en las dinámicas evolutivas que definen el progreso cultural (Nueva York, Londres, París, Berlín). En consecuencia, son escasas las iniciativas destinadas a respaldar la capacidad creativa de los jóvenes talentos. Los especialistas siguen "funcionando" como en la primera mitad del siglo XX: prefieren que los jóvenes talentos se consagren en esos lugares.
Y tampoco ponen demasiado empeño en facilitar la aproximación del público al arte contemporáneo, porque conocen la declinación estética ultraconservadora de quienes hacen cola en las puertas de los museos. El "programa" del Reina Sofía es, en ese sentido, paradigmático.
En consecuencia, los museos especializados en arte contemporáneo ofrecen un mosaico de opciones muy limitado, por lo general, inclinado hacia los diletantes o aficionados mejor informados, mediante argumentos estrafalarios como los que se pueden leer en las declaraciones de intenciones publicadas por todos ellos. En consecuencia, salvo aquellos que cuentan con fondos de potencial espectacular (Guggenheim, Reina Sofía y algún otro), la mayoría se convierte en paraísos para los espíritus.
Y, francamente, creo que resolver el bloqueo que ello implica es difícil.

Los canchales: Las circunstancias comerciales
En los ambientes de grandes posibilidades financieras está demasiado arraigada la tradición especuladora. Son raras las entidades que se arriesgan en aventuras a medio y largo plazo. En consecuencia, los pocos coleccionistas que existen prefieren comprar "productos" críticamente contrastados  fuera de España.
En tiempos de vacas gordas, el mercado del arte español se nutrió en un porcentaje muy elevado de las adquisiciones institucionales.
Para los circuitos comerciales reales, en la actualidad, el mercado español del arte contemporáneo es irrelevante.
Solución: no se me ocurre.


Los glaciares: El respaldo institucional
Las opciones de "aproximación profesional" que ofrecen las administraciones públicas y las instituciones con poder económico son mínimas y de persistencia escasa. Las becas y demás ayudas promocionales sólo sirven para amortiguar la caída al vacío.
La solución: si se cumplen las previsiones electorales...

En esas condiciones, al joven creador con talento, tras muchas cavilaciones, se le presenta un curioso dilema: montar una empresa de servicios estéticos (y/o culturales) o comprar un billete de avión...

3 comentarios:

  1. Me gustaría leer esto mismo aplicado al contexto de historia del arte, donde ciertos puntos se repiten.
    Formación previa deficiente, expectativas téoricas sobre qué es y debe ser el arte alejadas de las teorías contemporáneas (y retroalimentadas por el sistema universitario), y precariedad e incertidumbre en la salida laboral lejos de la docencia...

    Un saludo.

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  2. Sí, tienes razón, pero hay una diferencia fundamental, que tú mismo indicas indirectamente: la docencia. Me consta (datos muy directos) que es muy pequeño el porcentaje de alumnos que entran en Bellas Artes con la intención de dedicarse a la docencia. La docencia y la expresión creativa operan en ámbitos psicológicos diferentes.
    En Historia del Arte esos porcentajes cambian radicalmente.
    En todo caso, con el actual planteamiento político (y con el previsible para el futuro inmediato), la situación es igual de mala para todos

    A las circunstancias mencionadas, habría que añadir otras:
    - La enseñanza del dibujo tiende a ser ocupado por profesionales de la Politécnica.
    - La educación plástica está en fase de precariedad progresiva en el curriculum.
    - El Historia del Arte existen menos problemas de "infraestructura instrumental": apenas existe analfabetismo funcional.
    - En el ámbito comercial se buscan profesionales con formación humanística para cargos de responsabilidad.
    - Podría seguir... pero no es el momento.

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  3. Me quedo con el billete de avión, quizá siendo la alternativa mas sencilla, pero quiero vivir, y además, de algo que al menos se relacione con mis estudios, y puede que sea un poco miserable abandonar Madrid en vez de luchar contra esta pésima situación artística, pero esa mejora se ve como un futuro tan lejano...

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