lunes, 4 de mayo de 2015

Entre mafias, fanáticos y periodismo mentiroso

Guerras, terrorismo, movimientos migratorios... Me arden los dedos, al menos, desde el atentado contra Charlie Hebdo y se me han recalentado con regularidad acelerada cada vez que la actualidad se ennegrecía de lamentos; es decir, casi todos los días. Pero reconozco que me he sentido tremendamente frustrado ante la incapacidad para construir un análisis de mínima catarsis expresiva.
Mafias, terroristas,mafias, terroristas... me pregunto si seremos todos idiotas o si estaremos haciendo méritos para entrar en nirvana de encefalograma plano. Hace muchos años, quien me introdujo en la "masonería" del cine me dijo: "si la película trata sobre un enfrentamiento entre buenos y malos, sólo está pensada para hacer taquilla entre quien acuden al cine para perder el tiempo, que necesidad de quienes no saben qué hacer con él". Hoy, con muchos kilómetros encima, creo que el juicio era atinado y se puede hacer extensible a cualquier forma de expresión estética con voluntad narrativa —las que no gustan en el MNCARS—, ya sea cine, teatro o cualquier forma de creación literaria. Desde ese principio, escuchar las noticias que los medios nos transmiten sobre las acciones de ISIS, la inmigración irregular o los sucesos de Libia, Siria, Egipto, Etiopía, etc. me producen perplejidad, acaso porque tengo entre mis "creencias" la de interpretar los hechos sociales y políticos desde los argumentos esgrimidos por el cine de calidad: desde la complejidad infinita de la naturaleza humana.

Desde el "determinismo" de los hechos consumados y atendiendo a los fenómenos bélicos, en lo más inmediato, todo empezó con la invasión de Irak y en la búsqueda de armas de destrucción masiva... Los medios nos "informaron" de los crímenes de Saddam Hussein, de lo feo que era, de sus perversiones...También recuerdo cómo plantearon los medios la "primavera árabe", como si aquéllas revueltas fueran melodías para los deseos de los mercados y de quienes obedecen las instrucciones de quienes los manejan... Ahora nos cuentan las maldades abominables del presidente de Siria, como ayer nos contaron las perversiones excéntricas de Muhamar al Gaddafi, y continúan con la crueldad intolerable de los ultraperversos fanáticos de ISIS, que exclavizan niñas, cortan cabezas de personas inocentes, queman a los cautivos y lo que, para algunos, es aún mucho peor: destrozan obras de arte y aniquilan yacimientos arqueológicos.
Desde la experiencia acumulada de tantos años de mentiras, me pregunto si realmente los de ISIS son tan malos, perversos y fanáticos como nos cuentan o si simplemente las mentes preclaras de nuestro sistema nos están preparando para que juzguemos imprescindible enviar tropas para ocupar Siria, Irak, Libia, Egipto, Túnez... Y me pregunto también por qué acuden tantos jóvenes a enrolarse en las milicias del Estado Islámico, Me pregunto si esas decisiones obedecen a las corrientes de insatisfacción general en el difuso y complejo universo cultural islámico. ¿Podría ser que una parte relevante de esas comunidades se sienta herida por los sucesos recientes? ¿Podría ser una "respuesta comprensible" ante las muchas circunstancias especialmente lesivas para la comunidad musulmana global? Ahí esta, por ejemplo, el conflicto "imposible" de resolver entre Israel y Palestina, los procesos políticos de islamización política frustrados o "canalizados" a bombazos (Líbano, Argelia, Egipto, etc.)
El argado, en sus circunstancias actuales y por la parte institucional, recuerda las consecuencias perversas del Tratado de Versalles, aquel con el que algunos intentaron humillar a la "nación alemana" por la no olvidada proclamación de Guillermo I como káiser, precisamente, en la Galería de los Espejos, en 1871, que, de hecho supuso el fin de la unificación germana. Teniendo en cuenta la relación entre fin de la guerra franco-prusiana, el desarrollo de la Primera Guerra Mundial y comienzo de la Segunda, me pregunto si, una vez más, nos estarán preparando para una nueva guerra... Y si es así, ¿dónde están los fanáticos?


El asunto de las migraciones es igual de difuso y, desde luego, no menos complejo, entre otras razones, porque en gran medida ambos están relacionados. Las migraciones son fenómenos que tenemos documentados desde tiempo inmemorial cuando nómadas procedentes de los montes Zagros alteraron el mapa político y social de Mesopotamia; por no hablar de "los pueblos del mar", que transformaron el Mediterráneo en los alrededores del año 1100, o de los flujos de individuos que, procedentes de Asia o del norte de Europa, contribuyeron a disolver el Imperio Romano. Los movimientos migratorios siempre son fenómenos complejos, que se pueden solventar con etiquetas simplistas o cargando la responsabilidad de los hechos dramáticos a personajes "perversos" que se enriquecen con la desgracia ajena. Quien tiene una casa, un hogar, sabe que abandonarlo para buscarse la vida en un lugar lejano y extraño, donde no será bien recibido, que además deberá afrontar un viaje peligroso, que puede costarle la vida, es un hecho dramático y terrible, condicionado por muchos factores que sólo tienen un punto en común, el dilema implícito en dicha decisión: elegir entre la miseria asociada a quedarse y un futuro peligroso, incierto, pero con algún matiz esperanzador.
Quien haya viajado por algún país del Tercer Mundo y haya visto como se desarrolla la vida cotidiana, comprenderá cómo se pueden activar las decisiones que conduzcan a un cayuco o a una alambrada diabólica, sobre todo, si tenemos en cuenta que, en la actualidad, los medios de comunicación y, sobre todo, las antenas parabólicas, se han convertido en ventanas míticas afines a las que hace años proporcionaban las diferentes industrias del entretenimiento y, muy especialmente, el cine....
Lo que está ocurriendo en los alrededores de Lampedusa, en Ceuta y Melilla, en Canarias o en Turquía no se puede cargar en la responsabilidad de unos cuantos desaprensivos, contando, incluso, a quienes se benefician contando historias convenientes para las agencias de noticias; sería pueril entenderlo así, por mucho que, con sesgos hacia lo más difuso, lo repitan las bocas de ganso que oímos o leemos todos los días en los oráculos de vertedero, por lo general, aderezados con unas gotas de "verdad" para salvar las apariencias. Seguramente hay personas que "se buscan la vida" gracias al deseo más o menos utópicos de los naturales de Etiopía, Nigeria, Mali, Marruecos y tantos otros lugares maldecidos por los dioes, pero son mucho más numerosos quienes, por imperativos profesionales, viven de filtrar la realidad, colorearla o de mentir sistemáticamente.

Con el paso del tiempo, los emigrantes que llegan a Lampeusa cada vez tienen mayor formación, muchos hablan inglés con fluidez... más o menos como quienes desembarcan en Stansted, el aeropuerto londinense de las compañías de vuelos baratos. Puede que realmente existan mafias, pero los mafiosos más peligrosos no están entre quienes fletan barcos viejos en el norte de África o gestionan las líneas aéreas de "bajo coste".

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