domingo, 17 de diciembre de 2017

Una breve retrospectiva de la práctica artística en 2017

Por José Blanco

Recién entrados en la última estación del año 2017, conviene volver la vista, y tratar de comprender, aunque sea de forma general, lo que este año ha supuesto en la práctica artística.
Es innegable que 2017 ha dado paso a un panorama socio político marcado  por la constante inquietud y la incertidumbre, por la desesperación de unos y las alabanzas de otros. Entrando el año con la por entonces todavía reciente victoria de Trump en las elecciones de E.E.U.U y las continuas manifestaciones en su contra, en paralelo continuaban las discusiones en torno al Brexit, las turbulentas y controvertidas elecciones en varios países de Europa, el creciente surgimiento de los nacionalismos en Occidente, y todo ello  enmarcado en una Europa que sigue sin dar una solución convincente a la crisis de los refugiados, para terminar el año con la entrada de Alternative für Deutschland en el parlamento alemán y, seguramente, con las problemáticas venideras que arrastrará el intento de referéndum secesionista por parte de Cataluña hasta cerrar el año. Cuesta pensar que de un panorama así pueda sacarse algo remotamente positivo, pero tal vez, al cuestionar la práctica artística de este último año, encontremos luz al final del túnel.

Sanford Biggers. Laocoön (2016). Imagen tomada de socialifechicago. Foto Sanford Biggers 
Los artistas a lo largo del territorio, las ferias, las exposiciones, los premios…  este año hemos visto un compromiso con el discurso político de una magnitud que, por un lado era de esperar, pero por otro ha venido con más de una sorpresa. La Feria de Arte de Londres tuvo este año su participación más internacional (siendo un 61% de sus colaboradores de procedencia extranjera) y haciendo hincapié en la unidad más allá de las fronteras que los recientes acontecimientos políticos se empeñaban en levantar. Igualmente multinacional parece presentarse la última edición de los Turner, que de nuevo reflexiona en torno a conceptos como la historia, el legado, la identidad o la raza, y a través de los cuales los artistas de esta edición vinculaban el territorio británico y el exterior, el pasado y el presente.  Asimismo, las obras de  la EXPO Chicago en Septiembre trataban focos de preocupación que iban de las biografías migratorias a las preocupaciones medioambientales, pasando por las reivindicaciones feministas y con la obra de Sanford Biggers, Laocoön (2016) coronando la feria. Siendo por un lado un guiño al personaje de Bill Cosby “Fat Albert”, la pieza consta de una enorme escultura de plástico, de tintes caricaturescos pero con una fuerte violencia latente. (Re)presentando a un hombre negro acostado boca abajo, que parece respirar con debilidad al ser la figura inflada y desinflada ligeramente por una bomba de aire, por otro lado suplica un momento de reflexión en torno a los controvertidos y numerosos casos de afroamericanos abatidos por policías blancos que terminan en muchas ocasiones por quedar impunes en territorio estadounidense.
Estos son solamente algunos ejemplos de una tendencia que se ha mantenido con fuerza a lo largo de los últimos meses, y a la cual eruditos y aficionados del arte parecen haber recibido con los brazos abiertos. Esperemos que así sea, pues si podemos de algún modo definir el arte como la manifestación cultural de una sociedad en un momento determinado de su historia, podemos despedir el año con un cálido aplauso a la labor general. Toca ahora trabajar para que este motor de reflexión social y activismo no acabe por convertirse en una simple moda provocadora, una bravatada que en pocos meses no irá mas allá de su utilidad de mercado. Tengo la impresión de que algo así puede haber ocurrido con el trabajo en torno a la crisis de los refugiados, que vio el cielo hace dos años, y hoy parece empezar a marchitarse. La buena lucha implora seguir siendo peleada.

1 comentario:

  1. Esperemos que sea así.
    Aunque la verdad es que yo siempre soy un poco negativa con estas cosas...

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