La señora González Sinde no aprende de los errores. Sostenella y no enmendalla... aunque grite la canalla.
Sé que no leerá este blog, pero por si cayera en manos de quienes velan por la buena imagen del Ministerio de cultura, me permito recordar lo que recoge el Diccionario (DRAE):
cultura. (Del lat. cultūra).
1. f. cultivo.
2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
4. f. ant. Culto religioso.
~ física.
1. f. Conjunto de conocimientos sobre gimnasia y deportes, y práctica de ellos, encaminados al pleno desarrollo de las facultades corporales.
~ popular.
1. f. Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo.
Desde hace tiempo, desde que en los ambientes cultos se pusieron de moda los "modelos sistémicos", fue ampliándose el "concepto"... Y algunos modelos políticos (André Malraux) preconizaron la conveniencia de establecer fórmulas de protección frente a los bloques hegemónicos o dominantes... Historias antiguas que, como la mierda, no merecen demasiadas reconsideraciones, a la vista de los resultados. Basta contemplar por dónde camina el cine francés de los últimos años.
En la actualidad esa postura, matizada en tintes sombríos por las medidas emanadas desde el Ministerio y otros datos de dominio público, parece atrincheramiento a la desesperada. Es obvio que estamos frente a una situación cuyo dinamismo desborda actitudes políticas comprometidas con los intereses de entidades obsesionadas en defender unas prerrogativas superadas ampliamente por los acontecimientos; más les valdría emplear esa energía en proponer propuestas ingeniosas.
Y para justificar una situación tan anacrónica, la ministra proyecta una imagen de sí misma tan patética como la de "la Esteban". Muñoz Molina se extrañaba de que El País dedicara una portada a "la princesa del pueblo"; yo alucino con que a alguien se la haya ocurrido nombrar ministra de cultura a una persona como la señora González Sinde, que acredita formación cultural incompatible con la exigencias del cargo. Y seguramente, esta imagen es errónea.
Para fundamentar el juicio negativo he recogido lo que declaró a
Europa Press tras conocerse el resultado de la votación en el Congreso:
(...) "el Gobierno "seguirá trabajando" en buscar un modelo que sea "satisfactorio para todos" y seguirá dando respuesta a "esta situación", ya que, según señala, "el compromiso con la defensa de la propiedad intelectual y el compromiso con las industrias culturales y su potencial de desarrollo económico, y su potencial de generación de empleo, pasa inexcusablemente por la red y es una prioridad para el Gobierno".
En este sentido, Sinde ha señalado que actualmente están analizando cuáles pueden ser los siguientes pasos para seguir en ese camino de "defensa de la propiedad intelectual, de encontrar esa fórmula que permita a los usuarios la posibilidad de acceder a contenidos legales en la red, a precios asequibles, que no persigan y criminalicen a los usuarios".
A su juicio, son necesarias unas reglas "justas y equitativas" en la red, porque si no se perderá el patrimonio cultural, se dejarán de hacer inversiones y sólo existirá lo que la ministra ha denominado "cultura de amateurs", que son "quienes pueden dedicar gratuitamente y no puedan vivir profesionalmente la cultura".
Para Sinde, esto supone una "merma" para el país y una "merma internacional". "Nuestro país tiene una lengua, un potencial cultural que está muy por encima del de otros países, y no puede permitirse el lujo de despilfarrar el talento de nuestros creadores y el talento de tantas personas que trabajan en la cadena de valor de la cultura", ha lamentado.
¡Sólo crean cultura quienes reciben salarios, honorarios o emolumentos de las empresas de entretenimiento! Como Ramoncín, Alejandro Sanz, Alex de la Iglesia, Santiago Segura... y Belén Esteban. Interpreto que para González Sinde, Kafka no hubiera sido sino un diletante marginal... Van Gogh... otro diletante. ¿Tiene previsto cerrar la versión española de la Wikipedia? Es notorio que perjudica a los editores de enciclopedias.
La señora ministra sigue agitando el espantajo de la protección a la creación... ¿Para sintonizar electoralmente con la audiencia de Belén Esteban? Operibus credita et non verbis. Y se empecina en no comprender la suerte de vivir un momento maravilloso para la creación y la difusión culturales, precisamente, porque la creación ya no necesita inclinarse ante ninguna forma de poder. Hoy cualquier persona con talento puede enriquecer el acervo colectivo sin necesidad de asumir las servidumbres impuestas por quienes controlan los medios de difusión y distribución o por quienes desde el poder político pretenden poner puertas al campo o servir de mamporreros a intereses ajenos.
Los creadores deben cobrar por su trabajo... Naturalmente, pero mediante cauces que se irán definiendo poco a poco, de acuerdo con el desarrollo de los medios, las circunstancias y las necesidades sociales. Lo que está pasando a la historia irremediablemente es la situación precedente (de 10 € que se paga por un libro sólo llega al escritor 1), apuntalada contra natura mediante decisiones políticas que perjudican a la mayoría y a quienes pretenden abrirse camino desde las diferentes actividades creativas.
Por no hablar en abstracto, me pregunto públicamente qué sentido tiene hoy obligar a los ciudadanos a comprar libros de texto para sus hijos o a que los paguen a través de los impuestos. Los libros y los ordenadores no son incompatibles, ¿pero qué sentido tienen los libros de texto cuando mediante los medios actuales se puede recabar documentación académica infinitamente más actualizada? No hace mucho cierto "escritor no diletante", de literarias veleidades pedófilas, se expresaba en público descalificando la capacidad de los medios informáticos para proporcionar información relevante, que él acumulaba en forma de notas manuscritas...
Los libros seguirán existiendo porque seguirá habiendo personas que los lean... y los demanden en formato tradicional. La profecía de Ray Brasbury, llevada al cine por François Truffaut (Fahrenheit 451), ha sido eliminada como hipótesis, precisamente, gracias a las posibilidades de los medios informáticos, capacitados para reproducirlos infinitamente y ponerlos a disposición de quienes los necesiten. En la actualidad quienes dificultan la difusión, los bomberos locos, son aquellos que, cubriéndose las vergüenzas con el espantajo de la creación cultural, con un 20 % de paro, ofrecen películas o libros a precios incompatibles con los 1000 € mensuales que puede cobrar un joven "bien situado".
Y aún deberíamos tener en cuenta otro "pequeño detalle": gracias a un modelo educativo tercermundista, a un ambiente poco propicio ("homo videns") y a otras circunstancias comparables, los españoles leemos cada vez menos, nos preocupamos poco de la "cosa cultural" (ver encuestas del propio Ministerio de Cultura)... y preferimos entretenernos con programas de Tele 5, películas de Álex de la Iglesia y debates protagonizados por Ramoncín.
Alguien debería explicar a la ministra que identificar "creación cultural" con "industria del entretenimiento" es tan aberrante como confundir el culo con las témporas y que empeñarse en hacer política mirando hacia atrás (medallas de bellas artes a toreros, a la duquesa de Alba y a personalidades marginales al hecho creativo, mantenimiento de estructuras de explotación caducas, etc.) es un signo de conservadurismo incompatible con la actual dinámica cultural global, protagonizada por las sociedades de nuestro entorno referencial. Y hacerlo con la responsabilidad derivada de estar al frente del ministerio interesado es especialmente grave, porque ello quebranta las expectativas de una sociedad con voluntad de estar en los primeros puestos del desarrollo cultural. Ignoro quién asesora al señor Zapatero en estos asuntos, pero alguien debiera decirle también a él, que las medidas que se le ocurren a la señora González Sinde, en su naturaleza contracultural y reaccionaria, recuerdan mucho aquel "¡vivan las caenas!" sobre el que se construyó el resurgimiento absolutista del siglo XIX. Y todo parece indicar que, también en este caso, viviremos algo parecido. Beati hispani, quibus vivere bibere est.
La pérdida de puestos de trabajo... Es cuestión delicada, con fácil declinación demagógica, pero si continuamos subvencionando actividades innecesarias, lo tenemos crudo. Acaso mereciera la pena apostar por iniciativas de mayor proyección a medio y largo plazo para que nuestros jóvenes creadores no tengan que emigrar a Alemania, Francia o Inglaterra . A mí se me ocurren mil fórmulas... pero, por desgracia, mis contraprestaciones salariales son muy diferentes a las de la señora ministra y, en un soporte propio de diletantes, sólo dan para aplicar capacidad crítica. Lo demás sería intrusismo...
(Fotografía de EFE)