jueves, 1 de septiembre de 2011

Entre Eulogio y King Kong


Aunque sea una cuestión antigua, no deja de sorprenderme la decisión que en a finales de los años ochenta tomó la autoridad competente para colocar una obra de Chillida en el monte de Santa Catalina, por encima de las viejas fortificaciones ya absorbidas por la naturaleza...
¿Elogio del horizonte?  
"Creo que el horizonte, visto de la forma que yo lo veo, podría ser la patria de todos los hombres" (Chillida, en una placa junto a la obra)


Si con los condicionantes emotivos asociados a esas palabras miramos la escultura desde la zona de las fortificaciones, ésta tiene cierto sentido espacial y estético... Paradójicamente, desde esa posición sólo se ve la escultura y el cielo, pero no el horizonte... Si por el contrario, nos olvidamos de esas palabras y nos colocamos sobre la pradera superior, la obra de Chillida está tan descontextualizada como  el edificio de Moneo en Ávila. Contraponer el arte a la naturaleza puede tener sentido (por ejemplo, en el caso del "Peine de los vientos" en San Sebastián), pero también puede ser una afrenta a los dioses, un acto de arrogancia propio de un estúpido de solemnidad.
El saber popular, reconducido por la autoridad competente, ha dejado la frase de Chillida en una situación poco airosa, rebautizando la obra al modo de las charangas gaditanas con dos acepciones:
1. "El Eulogio".  
2.  "El cagadero de King Kong"...


Los espíritus puros dirán que son cosas del populacho... Yo diría que, en ocasiones, las relaciones entre el arte y el poder engendran monstruos ridículos.
En la actualidad comienza a manifestar los problemas de durabilidad que, en ese ambiente, tienen las estructuras de hormigón armado, sobre todo, cuando las armaduras no están adecuadamente recubiertas de hormigón. En diez años más comenzarán a desprenderse fragmentos y el aspecto de la obra cambiará radicalmente... quizás, hacia el aspecto que tendría el cadáver del Euologio.

Sólo le encuentro una utilidad estética: dar sombra los días de sol radiante a quienes se suban a lo más alto de Cimadevilla para contemplar el horizonte. Debajo de ella no molesta en absoluto la contemplación del horizonte y además, permite colocarse al resguardo de los vientos, que pueden ser molestos. Pero tiene un inconveniente: la llegada de King Kong...

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